domingo, 6 de abril de 2014

El cuarto bebé (Jorge Ernesto)



A meses de haber nacido Liliana me embarace por cuarta vez sí, venia otro retoño en camino, mi cuerpo no se cansaba de florecer. Los nueve meses puede decirse que pasaron normales, solo por algunos incidentes que terminaron a golpes -este bebé me volvió agresiva- era la primera vez que tenía tales arranques de violencia, ni siquiera pienso hablar al respecto porque son asuntos demasiado vergonzosos.

Y llego el momento del alumbramiento, esta vez fue otro varoncito precioso y sano al que llamamos Jorge Ernesto, era un bebito muy tierno y bien portado, de esa clase de bebés que dan ganas de comérselos a besos.

Liliana y él ni siquiera se llevaban el año y medio por lo que se me juntaron biberones y pañales para dos, lo que me hizo esa etapa bastante pesada, pero aún así me encontraba súper feliz con mis cuatro pequeñines, ellos, ya lo dije antes le daban color y alegría a mi vida.

Guillermo y Roberto volvieron a la casa de las fuentes , nuevamente estábamos reunidos y esta vez se escuchaban las risas de los niños que corrían por ahí.

A Memo siempre le gusto tocar la guitarra y hacía reuniones muy divertidas y a las que yo no iba, ni siquiera porque para llegar solo había que cruzar el jardín, a Javier no le gustaba asistir y claro, si él no iba yo tampoco. cada vez que le pedía que fuéramos su respuesta era ¡NO! y si le decía que iría sola me salía con que ya era una mujer casada con hijos y no podía andar en fiestecitas ni reuniones sola de modo que me pasaba la noche escuchando la música de la guitarra y los cantos de los invitados.

Ahora comprendo que yo y solo yo tuve la culpa de que las cosas fueran de esa manera, en su momento debí enfrentarlo y defender mis gustos y mi libertad. ¿cobarde...? ¿tonta...? ¿ inexperta...? realmente no importa cuáles fueron los motivos, lo cierto es que lo permití y mi vida se volvió un infierno. " Quedó prohibido reír, cantar y bailar... Y simplemente calle."

El intestado de mis padres se arregló y aunque estaba en desacuerdo con que se vendiera, la mayoría así lo acordaron y no me quedo más remedio que firmar los papeles y la casa se vendió. Después de que nos mudamos no volví a las fuentes, aquel lugar mágico cuyas calles me vieron crecer, reír, jugar y hasta enamorarme. Sus frondosos árboles guardaron el secreto de besos y amores ocultos de adolescencia. entre esas calles se quedaron muchos de los mejores momentos y recuerdos de mi vida... ¡Adelante, solo adelante! y mis cuatros niños eran mi motor.

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