sábado, 31 de mayo de 2014

Mi historia con Paco Parte III



Desde el primer momento Paco me lleno de atenciones y detalles, me enseño un mundo completamente diferente al que yo conocía, y este estaba lleno de amor, felicidad y sobre todo de respeto ¿qué más podía pedirle a la vida? era un hombre maravilloso y yo me sentía muy afortunada de tenerlo a mi lado, de poder compartir mi vida con él y sobre todo de tener todo su amor.

Al final de cada día yo me encontraba más enamorada y agradecida con Dios por haberlo puesto en mi camino; mi amor por él llego a ser inmenso y único, como jamás pensé que se podía amar a alguien así lo amé, con esa clase de amor que parece que no cabe en el pecho y desborda saliendo por cada poro de la piel.

Terminé entregada a él en cuerpo y alma, procurando hacerlo feliz en todo momento, no sé si logre hacerlo feliz como lo merecía, pero mucho tiempo pude ver en su rostro alegría y en sus ojos ese brillo tan especial que solo él poseía cuando estaba alegre.

Sé que en el tiempo que vivimos juntos fui su calma y su paz, aún con todos esos fantasmas y telarañas que desde que lo conocí le causaban tanta ansiedad y frustración. Mi amor y mis brazos lo cobijaron y mitigaron en gran parte ese dolor que en el fondo cargaba sobre sus hombros.

Para mí fue muy difícil ver como al final su enfermedad lo fue consumiendo poco a poco, verlo sufrir me hizo sentir muy impotente, Dios sabe que me habría gustado tener la varita mágica que le diera salud. Rogué a Dios mil veces que le diera salud y no solo no me escucho sino que se lo llevó con él, y aunque sepa que ahora Paco no sufre donde esta no puedo evitar revelarme porque siento que nos falto mucho camino por recorrer juntos, me falto darle más amor del que le pude dar.

Nuestro tiempo juntos fue corto, el camino andado de la mano resultó muy breve, apenas doce años, pero me ha dejado una huella imborrable que llevaré hasta el último instante de mi vida, porque un amor como el nuestro no se puede olvidar.

Nuestra historia fue lo más parecido a un cuento de hadas... pero sin final feliz porque te fuiste

jueves, 29 de mayo de 2014

Mi historia con Paco Parte II



De pronto Paco apareció por la puerta con esa enorme sonrisa que lo caracterizaba, de inmediato nos abrazamos como si conociéramos de toda la vida y ese fuera nuestro reencuentro después de no habernos visto por un largo tiempo, aún recuerdo aquella hermosa sensación y se me enchina el cuerpo !qué hermosa emoción! Pasamos el día juntos, él me llevo a conocer los sitios turísticos cercanos a Pachuca, hay una anécdota que hoy me causa mucha risa pero que en su momento me aterró. Ese día mientras Paco me mostraba todos esos lugares hermosos de pronto salió de la carretera tomando una pequeña vereda que se adentraba al bosque, cosa que me causo mucho temor, cruzaron por mi mente muchas cosas horribles, en ese momento pensé que Paco era un loco que me mataría en aquel lugar perdido en el bosque, Paco al notar mi miedo me hizo sufrir un poco insistiendo en que deberíamos ir pues quería mostrarme un lugar muy hermoso, solo que no sé qué cara habré puesto, lo cierto es que de pronto sonrío y dio vuelta a auto para regresar a la carretera. ¡Dios! jamás había sentido tanto miedo. Él y yo cada vez que lo recordábamos nos reíamos mucho, a veces me decía "sigue y te llevo a la veredita"

Cuando regresamos del paseo, ya casi era de noche y él me pidió que me quedara esa noche y regresara hasta el día siguiente por la mañana, tenía mis dudas pero me daba miedo regresar tan tarde a la ciudad de México por lo que acepté; pensé que sería una noche muy larga tratando de mantenerle las manos quietas, pero me equivoqué, Paco se porto como todo un caballero, mantuvo su distancia y me trato con mucho respeto. Yo estaba realmente sombrada con su comportamiento, pero con su conducta de aquella noche me gustó mucho más de lo que ya me gustaba.

Al día siguiente me llevo a la terminal de autobuses después de desayunar, nos despedimos con un abrazo increíble y un beso, antes de irme me hizo prometer que volvería antes de regresar a Mérida, cosa que cumplí y días después volví, pasamos otro día juntos y me fui. Esos dos días que pasamos juntos me dejaron muy confundida, por un lado sentía una gran atracción por él y un sentimiento muy extraño que no comprendía y por otro lado pensaba que lo nuestro no debía ser, por la diferencia de edades y por mi situación; definitivamente no era el tipo de persona que él necesitaba en su vida, pensaba que no podría hacerlo feliz, yo ya estaba marcada por malas experiencias.

Volví a Mérida y trate de olvidarme de él a toda costa, cosa imposible pues las charlas por el mensajero y las llamadas continuaban, él no pensaba dejarme ir, había decidido que era la mujer que quería en su vida, por más que le dije mil veces que él necesitaba una mujer de su edad que le diera hijos, Paco me repetía una y otra vez que no quería tener hijos y yo pensaba que lo decía solo para convencerme de que era yo la mujer que quería a su lado.

Dos meses después de haberos conocido en persona él me pidió que viviéramos juntos, que no le importaba mi edad, ni mi situación, ni que fuera abuela y ni siquiera que yo no pudiera darle hijos, lo único que quería era que compartiéramos nuestras vidas. Con todos mis miedos y mis dudas acepté, empaque algunas cosas y el 11 de Marzo del año 2002 llegué a Pachuca a vivir con él convencida de que merecía rehacer mi vida y ser feliz...

Mi historia con Paco Parte I



Mi historia con Paco fue lo más parecido a un cuento de hadas, su amor fue como el beso del príncipe encantado que rescata a la princesa salvándola de la muerte, regresándola a la vida.

Nos conocimos en el peor momento de mi vida, cuando la pérdida de mi Liliana y la ruptura con Javier habían roto la burbuja en la que había vivido y mi mundo parecía haberse desmoronado. Llegó cuando más lo necesitaba y cuando creí que mi destrozado corazón no podría volver a amar.

Nos conocimos en una sala de chat en internet, nuestro primer encuentro fue casual y por equivocación; él estaba usando un nombre de usuario muy similar al que usaba otra persona con la que yo solía conversar, y al confundirlo con aquélla persona lo saludé, en todo momento supuse que él me estaba tratando de tomar el pelo cuando me decía que era otra persona; antes de despedirnos me pidió mi correo electrónico y por un par de meses no volví a saber de él.

Para ese entonces yo pasaba días y noches conectada al internet, era el refugio en el que me sentía segura y me ocultaba. A toda hora podía platicar con personas que no representaban ningún riesgo y me hacían sentir acompañada, ese mundo era fácil de controlar, si algo no me gustaba bastaba con cerrar la ventana y asunto resuelto; era mi piso trece, estaba cuando lo deseaba y dejaba de existir con solo apretar un botón.

Un día recibí una solicitud en mi mensajero para aceptar a alguien, no me pareció extraño porque a diario las recibía y lo acepté, era ni más ni menos que de Paco, y desde aquel día empezamos a platicar casi todos los días, parecía increíble que sintiera una gran empatía y entendimiento con aquel hombre de quien no sabía nada, ni tenía la menor idea de la apariencia que tenía, porque ni siquiera le había visto la cara ni en fotografía.

Llegado el momento intercambiamos fotografías para al menos saber cómo era la persona que se encontraba del otro lado del monitor, esto hacía las platicas un poco más reales y personales, no eran solo palabras escritas y dirigidas a un monitor, del otro lado estaba alguien real. Cuando vio la fotografía que le envié me dijo: "qué bonitos ojos" te los regalo le respondí a modo de juego, pero él se lo tomó en serio, tanto que no quedó tranquilo hasta que mi oferta se hizo realidad y mis ojos fueron solo para él.

Pasado un tiempo de comunicarnos únicamente por el mensajero, empezaron las llamadas por teléfono, mismas que se fueron haciendo cada vez más largas, profundas y personales, me encantaba su voz, escucharlo me producía mucha calma. Debo confesar que al principio para mí era como un juego que me fue envolviendo sin darme cuenta hasta que llegó el día que empecé a extrañar su voz cuando no me llamaba.

¿qué te pasa Pilar? él es menor que tu, solo está jugando de la misma manera que tu lo haces, olvídate de él. ¿acaso no aprendiste la lección con Javier? Día tras día me hacía las mismas preguntas tratando de convencerme a mi misma que aquello era una locura, igual cabía la posibilidad de que fuera casado y tuviera hijos aún cuando lo negaba, después de todo él estaba en otra ciudad muy lejos de donde yo vivía. Al final del día terminaba casi convencida de que era solo un juego que con apretar el botón terminaría en el momento que yo quisiera pero, apenas sonaba el teléfono sabía que era él, era Paco que me llamaba para nuestra cita telefónica y yo respondía tan ilusionada como una quinceañera.

Yo seguía casada con Javier y quería tramitar el divorcio, como no tenía el acta de matrimonio me vi en la necesidad de viajar a la ciudad de México para poder sacar una copia certificada del acta, que era lo único que me faltaba para hacer el trámite y dar por terminada mi relación con él. Cuando Paco supo de mi viaje me pidió que nos viéramos para poder conocernos por fin en persona. Vernos en México resultaba difícil por lo que decidimos que yo viajaría a Pachuca, que estaba a solo hora y media de la ciudad de México.

Llegó el día y mientras viajaba en el autobús hacía Pachuca, el corazón no dejaba de latirme con gran fuerza, parecía que iba a salírseme del pecho, estaba extremadamente nerviosa. Al llegar debía llamarle por teléfono para que fuera por mí a la terminal, y así lo hice. Mientras esperaba que llegara los nervios hacían de las suyas, las piernas me temblaban, las manos me sudaban y el corazón me latía muy fuerte, el tiempo de espera parecía eterno, hasta pensé tomar el autobús de regreso, pues me estaba arrepintiendo...

martes, 27 de mayo de 2014

Tu ausencia.




¡Dios! ¿por qué te lo llevaste? Puedo entender que él está contigo y todas sus angustias, sus miedos y sus dolores han terminado para siempre, pero no puedo evitar mi egoísmo, me rebelo ante tu decisión, me está doliendo el alma y no encuentro cómo mitigar este dolor que me hace gritar maldecir y llorar en mi infinita soledad.

Paco no acepto ni entiendo tu partida, que voy a hacer sin ti, qué hago sin tu presencia, sin tu mirada y tu sonrisa... sin tu amor. Dime por favor, como voy a llenar este vacío y como acabo con este dolor que me está quemando el alma, me oprime el pecho y no me deja respirar.

Te extraño amor, y tu recuerdo ha de acompañarme siempre porque me diste mucho para recordar, me enseñaste una forma diferente de amar y no me resigno, me resulta increíble que no estarás más.

Espérame en el cielo amor, ahí retomaremos el camino y caminaremos de la mano hasta la eternidad...

miércoles, 14 de mayo de 2014

La huida de Coco.


Coco iba a la secundaría y en su tiempo libre le ayudaba a su papá a trabajar en la mecánica, tendría unos catorce o quince años en ese tiempo cuando un día llego Angélica una chica compañera de escuela preguntando por él, después me enteré que la chica era su novia y que la niña se había escapado de su casa, su padre vino mas tarde a buscarla pero ella no quiso irse, y se quedó en casa, Javier lo acepto pero yo no estaba contenta con lo que estaba pasando, tenía que buscar la manera de deshacerme de esa niña a como diera lugar.

Habían planes de irnos a Guadalajara y mandamos a Israel y a Coco para allá diciéndoles que mas delante los alcanzaríamos. Esto me vino como anillo al dedo, supuse que era la oportunidad de quitar de en medio a Angélica y creí erróneamente que era una excelente oportunidad para que Coco se olvidara de ella.

Al principio la chica se quedó con nosotros, pero como pasaban los días y no había para cuando nos fuéramos ella se fue de la casa, por fin me había librado de ella y Coco podía volver. Poco tiempo después él e Israel volvieron a Mérida, y yo me sentía tranquila porque pensé que Angélica ya no volvería a nuestras vidas, Coco podría volver a estudiar y todos felices y contentos ó al menos eso es lo que yo pensaba y quería, pero cuando menos lo pensé Coco salió con su amigos y más tarde ellos vinieron a avisarme que él se había marchado a Cancún para reunirse con Angélica.

Durante algunos meses no supe de ellos y así como un día se fue un día regreso con Angélica sin previo aviso. Yo estaba molesta y triste a la vez por la forma en que se había ido, pero aún así me dio mucha alegría verlo bien, aunque se le notaba un poco delgado; Liliana que estaba conmigo dijo que lo veía muy delgado al tiempo que alzó su camisa, nos llevamos tremendo impacto al ver una cicatriz enorme que iniciaba en el pecho y seguía hasta abajo de su cintura, sentí que me oprimían el pecho cuando nos dijo que en un pleito lo habían acuchillado y estuvo internado en el hospital donde lo operaron y se vio muy grave; nos contó que durante los días que estuvo internado Angélica no se había movido del hospital, hasta había dormido en el piso junto a su cama, lo cuido día y noche hasta que lo dieron de alta. Estaba aturdida por lo que nos acababa de contar ¿qué podía decir? por un momento sentí mucha rabia por no haberme avisado después todo el coraje que le había tenido a Angélica desapareció, pensar que mientras él estaba tan lejos había podido morir y ella me lo cuido me cambió el panorama completamente.

Desde ese momento se quedaron a vivir con nosotros, y pronto me convertí en abuela.

martes, 13 de mayo de 2014

Intercambio de regalos (anécdota por Rocío)



Vino a mi memoria, ahora que Pily está escribiendo parte de sus recuerdos, éste de cuando ella tenía aproximadamente 5 años de edad, fue un 25 de Diciembre -en Guadalajara llega el Niño Dios- ella y Roberto eran ya de los últimos a los cuales les traía, pues a los otros 3 más grande nos había dejado de traer.

Bueno el caso es que a nuestro hermano Roberto, le habían traído carritos, soldaditos, caballitos y otras cosas y a ella le trajeron muñecas, juegos de té y cosas de niña. Me fueron a hablar a mí para que viera lo que les había traído el Niño Dios, y bueno el caso es que ella le dijo a Roberto que las muñecas y cosas de niñas eran para él y lo otro para ella ya que no le gustaban las cosas de niña.

Le dije que no era así puesto que como niña le correspondía lo propio a niñas. Solo porque uno no tenia los adelantos que existen actualmente, de lo contrario le habría tomado una foto a la carita que puso.

A la fecha cada que lo recuerdo viene la cara de alegría del Chavo (Roberto) pues así le decíamos en casa y la de ella, y me sonrio.


                                                                                                   Anécdota contada por:

                                                                                             Rocío Sánchez Padilla Sánchez

La otra España. Mocedades



Habré tenido catorce o quince años cuando mi hermano Memo se unió a un grupo de jóvenes que se reunían para cantar en la misa dominical. Poco después yo también empecé a acompañarlo y me integré al grupo, la mayoría eran más grandes que yo, aún así me gustaba mucho asistir a los ensayos, las reuniones y por supuesto a cantar en las misas.

Guillermo tocaba la guitarra, recuerdo que siempre andaba cargando su instrumento y tocándolo en todo momento fuera a donde fuera; alguna vez intenté aprender a tocar la guitarra sin conseguirlo, por lo que me pegaba a mi hermano para cantar con él, aunque no tenía buena voz, cantar era algo que me gustaba mucho hacer. En un par de ocasiones si mal no recuerdo participamos en concursos de canto que se organizaban entre otros coros similares al que pertenecíamos.

Una de las canciones que me trae muchos recuerdos y me provoca mucha nostalgia de aquel tiempo es una de mocedades, y ahora quiero compartirla con ustedes.




A la calle a vender fruta.


La distancia hace extrañar a todas aquellas personas que has dejado atrás y quisieras volver el tiempo, regresarlas a tu vida y disfrutar su compañía como no lo hiciste ayer, padres y hermanos, familiares y amigos, todos los que de alguna manera te han ayudado a escribir tu historia; Yo los extrañaba a todos y en aquel tiempo fue que comencé a valorarlos y a agradecer a cada uno de ellos por haber estado ahí, dándome luz y alegría o enseñándome una buena lección para ser más fuerte y mejor.

Ahora estaba sola, mi mundo se había reducido a una pequeña burbuja en la que solo cabíamos Javier mis hijos y yo; terminé por aceptar que las cosas eran así y hasta llegue a pensar que esto era normal.

Javier por fin había conseguido un empleo en un taller reparando microbuses pero el salario no alcanzaba. Teníamos una camioneta willys muy vieja que era casi una chatarra a la que había que ponerle aceite casi cada tres cuadras pues lo tiraba a chorros, no tenía vidrios y su carrocería estaba muy oxidada, subí a la camioneta aquella armándome de valor, vencí mis temores, la vergüenza -debo confesar que no fue nada fácil para mí pero lo conseguí- salí a la calle a vender fruta, no era el negocio más redituable ni el mejor y mucho menos el del siglo, pero con lo poco que dejaba de ganancia podíamos completar los gastos de la semana.

Cuando Javier empezó a trabajar por su cuenta haciendo trabajos de mecánica en casa yo dejé de vender fruta, algunas veces tuve que mancharme de grasa para ayudarlo, a partir de ese momento el dinero empezó a llegar con más facilidad haciendo que la economía fuera mejor.

Las cosas parecían irse acomodando de tal manera íbamos retomando las rienda y regresando a la normalidad, pero como siempre, algo malo ya se estaba cocinando y nos esperaba un dolor de cabeza para no perder la costumbre.

domingo, 11 de mayo de 2014

La música en mi vida.

Imagen tomada de: http://ecosdemarea.blogspot.mx/
   

La música siempre ha sido bien importante en mi vida, me ha acompañado en mis momentos de alegría, de frustración, de melancolía y hasta en mis momentos de rebeldía.

Todas y cada una de las canciones que me gustan guardan el recuerdo de una pequeña parte de mi vida.

Quiero compartir con ustedes estas canciones y los recuerdos que tengo con ellas.

Tiempo de pobreza.

  

En Mérida murió lo último que quedaba de aquella Pilar presuntuosa y altanera que solía ser en la época del colegio cuando suponía que el mundo estaba a mis pies y esto me daba derecho a despreciar a quien no me agradaba o considerara a mi altura. La vida te cobra con creces los desaires y la falta de humildad con que tratas a lo demás, y esta lección apenas la empezaba a asimilar.

Ahora era yo la despreciada, vista como un ser inferior e incluso como algo parecido a un delincuente por los lugareños. Hubo momentos en lo que maldije haber elegido esa ciudad, la gente era mucho peor que los mosquitos que nos devoraban y el calor infernal, pero la economía que cada vez empeoraba mas, no nos permitía regresarnos, por lo que habría que hacerse a la idea de que eso era lo que había y se tenía que aprender vivir con eso, levantar la cara y sonreír aunque por dentro las lagrimas me estuvieran ahogando el alma.

Un día que no teníamos gas para cocinar me vi obligada a prender carbón para preparar algo, jamás había encendido carbón y recuerdo que me dio mucho trabajo conseguir que aquello ardiera, mientras lo intentaba saltó una brasa que me quemó el párpado del ojo ¡Ay que dolor! puedo visualizar aquella escena donde yo estaba sentada en una piedra frente al tizón, llorando amargamente. Pero no era el dolor que me producía la quemadura lo que me hacía llorar, era la vergüenza que sentía de pensar lo que dirían mis hermanos si me vieran en esa situación, yo antes tan presumida y arrogante y en ese momento sentada en una piedra tratando de encender carbón por necesidad. si me hubiesen dicho cuando estaba con mis padres que me encontraría en semejante situación habría reído a carcajadas. El tiempo, la vida y las circunstancias se ocupan de poner a cada uno en su lugar.

La situación económica no podía estar peor, yo estaba en la negación total, esto no me podía estar pasando a mi me lo repetía una y mil veces sin saber qué hacer, los momentos de crisis siempre me han paralizado y esa vez no fue diferente, lo único diferente fue que en aquella ocasión también estuve deprimida y melancólica.

Duró un par de años esa mala racha y de a poco todo empezó a mejorar, al menos la parte económica, en lo personal todo siguió como antes, a veces amando a Javier hasta la locura y a ratos odiándolo de la misma manera.
   

jueves, 8 de mayo de 2014

La llegada a Mérida, Yucatán.



Ultimo repaso para emprender el viaje. Niños, boletos, maletas, y muchas ganas; ¡listo! subamos al tren.

El viaje fue muy largo, fueron muchas horas, al principio parecía que sería un viaje bonito, siempre había deseado viajar en tren y esta parecía ser la mejor oportunidad de hacerlo.

Las primeras horas fueron muy divertidas, todos estábamos de buen ánimo, pero conforme fueron pasando parecían hacerse cada vez más largas ya aburridas. Y ese ruido monótono que no dejaba de escucharse... ¡Dios! parecía taladrar los oídos golpeteando en el cerebro. Kilometro tras kilometro los niños se inquietaban más, a grado tal de que era casi imposible controlarlos o distraerlos, los entendía perfectamente, yo también estaba desesperada, al final viajar en tren no había sido la mejor opción.

A ratos cuando los niños me daban oportunidad, podía hacer planes para el futuro, o me perdía en añoranzas de mi vida con mis hermanos y mis padres mientras miraba por la ventana la vegetación del camino.

Por fin llegamos a Mérida, ya era de noche y hacía mucho calor, ya sabía que allí el calor era fuerte, pues esa no era la primera vez que visitaba esa ciudad; en realidad algunos años atrás cuando solo habían nacido Israel y Coco y estaban pequeños Javier y yo habíamos ido con la idea de quedarnos a vivir ahí, solo que Coco tuvo mucha diarrea y supusimos que era por el clima y terminando regresándonos a Guadalajara. Por cierto ahora que recuerdo, aquel viaje me gustó mucho a pesar de los inconvenientes que se presentaron y de que la pérdida de mis padres estaba reciente. Pero esa es otra historia.

La idea era llegar por unos días a casa de Luis, hermano de Javier en lo que buscábamos donde vivir, pero las cosas se complicaron un poco y tardamos más de lo pensado.

Un día Luis le dijo Javier que fuera a ver a un hombre, que supuestamente era muy buena persona, y al que llamaban "el regala casas" que ya había hablado él y nos vendería una casa, habría que dar una cantidad como enganche y el resto se lo pagaríamos en mensualidades. Fuimos a ver a esta persona y acordamos comprarle una casa que estaba justo al lado de donde él vivía, le dimos todo lo que teníamos de dinero y se firmaron documentos que amparaban la compra. En unos días tomamos posesión de la casa y todo parecía ir de maravilla, nunca imaginamos que en realidad ese hombre era un sinvergüenza, puesto que Luis nos lo había recomendado.

Al poco tiempo de estar ahí nos fuimos enterando por la gente que ese hombre era un ratero que vendía las casas con papeles falsos y que en el momento que él lo disponía se las quitaba.

¡El hombre nos había estafado! no teníamos ni un peso para salirnos ni demandar y para colmo Javier no encontraba trabajo, nadie quería contratarlo por venir de la ciudad de México, en Mérida en aquel tiempo el simple hecho de ser de otra ciudad te convertía en un delincuente, según los lugareños.

Ahí empezó un largo calvario que duró varios años...

lunes, 5 de mayo de 2014

Un tiempo con Roberto y la resignación total.



Por alguna razón que es parte de otra historia y que a decir verdad no es asunto mío, Roberto mi hermano vino a vivir con nosotros. Yo me sentía muy contenta de tenerlo con nosotros, él a pesar de sus problemas siempre tuvo muy buen humor, cosa que siempre le envidié, no existió nada ni nadie que pudiera robarle su alegría y sus ganas de vivir, ó al menos esa fue la impresión que siempre me dio.

Tener a Roberto cerca me daba cierta seguridad, disfrutaba cada segundo de convivencia con él, había traído un poco de aquella alegría espontánea que tuve cuando me encontraba al resguardo y protección de mis padres y rodeada de mis hermanos, era como tener un poco de la niñez a mi lado, algo similar a abrir el baúl de los recuerdos, tomar el objeto que guarda todos aquellos hermosos recuerdos y abrazarlo hasta llorar de felicidad.

Mis hijos llevaban muy buena relación con Roberto estoy segura que aún recuerdan muchas cosas de él, puesto que ya no eran muy pequeños en ese tiempo. Pero como nada es para siempre, así como llegó un día simplemente se marchó.

Para aquel momento como consecuencia de aquella relación amor-odio a la que estaba atada me encontraba en un profundo letargo que me mantenía sumisa y resignada.

-Decepcionada, dolida y cansada decidí no pensar, no sentir, no ser y me senté ver la vida pasar como quien mira girar un carrusel sin atreverse a subir en el.

Pensé, grite, lloré y acabé escoger el papel de espectador en esta novela ilógica, controvertida y decepcionante que es mi vida.

¿Protagonista? ¡nunca más! ese papel es por demás sacrificado y doloroso; en esta historia no hay alegrías, no hay sueños ni esperanzas. En esta historia la protagonista ha sido una marioneta rodeado de villanos crueles.

¿Protagonista? ¿es una burla?

Ahora mi papel será el de una inerte zombi espectadora, y seguiré aquí sentada solo viendo la vida pasar.-

La ciudad de México nos había cansado, Javier y yo decidimos cambiar de ciudad y la elegida fue Mérida Yucatán, preparamos el viaje y con el poco dinero que teníamos pero con ilusiones emprendimos el viaje.

Allá vamos Mérida...

domingo, 4 de mayo de 2014

sábado, 3 de mayo de 2014

No fue paranoia.


Los días pasaban sin grandes novedades, las cosas entre Javier y yo parecían haber entrado en una tranquilidad que daba miedo, no sabía que pensar, el recuerdo de los viejos problemas me mantenían alerta a cualquier suceso que pudiera parecer una señal de que algo no marchaba bien, como cuando el silencio de los niños es aviso de que algo anda mal. ¿paranoica? puede ser, pero no se nace con temor, este se adquiere con malas experiencias.

De cualquier forma trataba de ser feliz y disfrutar de aquella etapa de paz que estaba viviendo, pero como siempre no faltaba algo que me crispara los nervios, una día al ir a recoger a los niños a la escuela, Coco me dijo que se sentía mal, que le dolía mucho la cabeza pues se un niño lo había empujado y él se había golpeado la cabeza, noté que estaba durmiéndose y de la nada comenzó a decir incoherencias, sin dudarlo lo llevé de inmediato al médico quien lo reviso y me dijo que lo llevara al hospital para que le hicieran una mejor revisión y algunos estudios. Por suerte era la hora de comer y Javier estaba en casa por lo que lo llevamos rápidamente al hospital; Allí me lo internaron y lo retuvieron para su observación hasta el día siguiente. Le hicieron placas y tomografía para asegurarse que no tuviera algún daño en el cráneo o el cerebro, por fortuna no había sido más que el susto. Cada día que pasaba me convencía de que mientras mis hijos vivieran no me faltarías preocupaciones. Cuando te conviertes en madre te conviertes en la candidata perfecta para que la vida te mande problemas y preocupaciones a granel.

Llego el día que dejamos la casa de Jenny para tener nuestro espacio, cosa que si he de decir verdad me hacía ilusión pues como lo dije antes en ese momento las cosas entre Javier y yo iban de maravilla, todo parecía indicar que así duraría por mucho tiempo hasta llegué a pesar que por fin nos estábamos entendiendo y conectando.

Javier me puso una papelería, entre que él ponía de sus ingresos para mercancía y que nos estaba yendo bien, pronto se estaba convirtiendo en un negocio redituable; yo estaba muy contenta, los días se me iban volado, apenas si me alcanzaba el tiempo para atender casa niños y negocio, pero yo me sentía tan bien que ni se me hacía pesado.

Después de algunos meses de felicidad y armonía Javier empezó otra vez a beber mucho alcohol y la estabilidad que habíamos tenido hasta ese momento comenzó a tambalearse, y en poco tiempo me llegaron rumores de que él me engañaba con una mujer que trabajaba en una tortillería. Después de todo no era una paranoica.

Trate de dejarlo pero él me dijo que si me iba me fuera sola porque no permitiría que me llevara a ninguno de los niños, yo muy segura de que en unos días me buscaría me fui nuevamente a casa de mi hermana. Pasaban los días y él no me buscaba, el siguiente fin de semana fui a ver a mis hijos, mi sorpresa fue grande cuando llegue y encontré a la tortillera metida en mi casa, enseguida comprendí porque Javier no me había buscado.

Ver a esa mujer metida en mi casa ocupando mi lugar hizo que la sangre me hirviera y sin pensarlo terminé echándola a la calle, no podía permitir que esa mujer estuviera con mis hijos y Javier me los quitara de esa manera.

Nuevamente el pidió perdón, aseguró estar arrepentido y amarme mucho. Volví a cerrar los ojos y acepte sus disculpas, aunque la verdad es que en el fondo de mi, iba guardando mucho resentimiento.

¿Cómo es que se puede jurar amar a alguien cuando se le daña tanto?

Carta a mi nieta Samantha.


No te olvidé, ¿cómo hacerlo si eres un poco parte de mí?

Mi ausencia nada tiene que ver con el olvido, todos estos años te he pensado y extrañado sintiendo la impotencia de no poder mirarte crecer ni estar a tu lado.

¡Olvidarte jamás! como he de hacerlo sabiendo que existes... te he soñado, te he imaginado mil veces pensando como los rasgos de tu hermosa carita han cambiado año tras año, cuantos centímetros has crecido y hasta dibujando tu sonrisa y el color de tu mirada.

No he podido olvidarte, alguna vez te tuve entre mis brazos, te vi llorar y sonreír, te vi jugar, hablar y simplemente te amé con un amor grande limpio y eterno ¿acaso crees que eso se puede olvidar?

Ya fue suficiente de pagar culpas ajenas con ausencia , no fui yo quien cometió los errores y marco las fronteras. ¿Por qué he de ser yo quien expíe pecados que no he cometido?

Yo no tengo las respuestas, no puedo ni debo dar las explicaciones, ¡qué las den los culpables! pero... ¿quien tuvo la culpa? tal vez el destino, quizá las malas decisiones o el egoísmo o tal vez nadie pero yo, seguro que yo no he sido.

Mejor dejar atrás el pasado revolcándose en su miseria. hoy estas aquí, en la distancia pero aquí, mejor aprovechar el tiempo, quizá mañana pueda volver a oír tu voz y, por qué no, tal vez pueda volver a verte.

El tiempo que tanto he esperado por fin ha llegado, hoy la decisión está en tus manos, hoy depende de ti dejarme entrar en tu vida y así tratar de recuperar el tiempo perdido.

                                                   

jueves, 1 de mayo de 2014

La reconciliación y otro niño extraviado.



Las reconciliaciones siempre son hermosas, todo tiene un color diferente, se tiene nuevamente la ilusión a flor de piel y los sentimientos aparecen en el corazón como retoños nuevos naciendo entre los surcos de las cicatrices que dejaron las viejas heridas en tu corazón.

Las reconciliaciones son promesas hechas sin palabras, arcoíris de lindos colores que asoma pasada la tormenta, son espejismo de una nueva vida cargada de sonrisas y felicidad, y mi arreglo con Javier no fue la excepción, parecíamos recién casados, los besos, las caricias, las miradas y sonrisas venían espontáneas sin la menor provocación. Los primeros días fueron fantásticos, todo parecía miel sobre hojuelas ¿qué más se podía pedir?

Javier volvió a pedir asilo a su hermana Jenny -mi cuñada favorita- y ella que en el fondo tenía buenos sentimientos nos acepto con cinco niños en su casa. Al principio todo fue perfecto, parecía que en esta ocasión podríamos vivir en santa paz con ella a pesar de que ahora éramos muchos, y por un tiempo así fue.

Por un tiempo pudimos convivir como familia, mis niños y José Luis -mi sobrino- se llevaban de maravilla, los pequeños tienen esa facilidad de ajustarse y convivir con otros niños sin tanto problema, ojalá los adultos aprendiéramos de ellos.

Jorge ya asistía al jardín de niños, el primer día de clases creo que yo estaba más nerviosa que él debido a que cuando en Guadalajara lo llevé al kínder mordió a la maestra cuando ella trato de detenerlo para que no se fuera conmigo, pero en esta ocasión él fue muy contento y tranquilo, quizá estaba venciendo su timidez o tal vez solo era que ya conocía como funcionaba esto de ir a la escuela. Hasta el día de hoy él recuerda mucho la carrera de triciclos que organizaron en la escuela, donde él participó y ganó una medalla. Esta historia es muy cómica, de entrada era carrera de triciclos, pero como él no tenía un triciclo, le permitieron participar con su bicicleta. La maestra dio la señal de salida y todos los niños pedalearon duro para tratar de ser los primeros en llegar a la meta y Jorge no fue la excepción, cuando iba a la mitad de la pista su bicicleta sufrió un pequeño desperfecto, se salió la cadena, él trató de arreglarla sin tener éxito, por lo que el corrió empujando la bicicleta hasta llegar a la meta, al parecer ya desde entonces él había aprendido a buscar soluciones a sus problemas. Me da mucha risa recordar la escena.

En ese tiempo a Jorge le toco cooperar con mi colección de historias de extravíos, y un día simplemente desapareció. Ese día todos los niños estaban en la planta alta viendo la televisión con Jenny, por me sentía un poco cansada y decidí aprovechar el momento para hacer una siesta, baje al cuarto que teníamos asignado en la casa y me dormí. No tengo idea de cuánto había dormido cuando Jenny me despertó para preguntar dónde estaba Jorge, inmediatamente me paré, no entendía bien que era lo que ella me preguntaba, aún estaba medio dormida, Jenny lo entendió y dijo que Moyo -como le decíamos entonces- no estaba ¿cómo que no estaba? dijo que hacía un rato él se había bajado y ella supuso que estaría conmigo, pero al bajar se dio cuenta que no era así.

De inmediato empezamos a buscarlo por toda la casa sin éxito, él no estaba por ninguna parte. Parecía casi imposible que hubiera salido a la calle, la puerta hacía mucho ruido al abrirse y Jenny tenía un oído muy agudo, si lo hubiera hecho ella lo habría escuchado, aún así, como el niño no estaba salimos a buscarlo por los alrededores, Israel y Coco ayudaron en la búsqueda y José Luis se quedo en la casa por si acaso alguien venía o había noticias.

Después de buscar a Jorge por todos lados sin resultado, llamé a Javier para avisarle lo que pasaba y Jenny y yo decidimos ir a dar a viso a la policía para que lo buscaran. Nos dirigimos hacia la casa para ir por el auto y al llegar José Luis ya nos esperaba con la noticia de que Moyo, estaba en la casa, se había quedado dormido en el piso entre un sofá y la ventana donde la cortina lo cubría ¡jamás lo íbamos a encontrar ahí! por Dios como es que se le ocurrió meterse en ese lugar.

¿Qué no se cansaban estos niños de asustarme?