jueves, 10 de abril de 2014

El extravío de Liliana




Desde muy pequeña mi Lily fue muy amiguera, parlanchina y además "jacalera" le encantaba irse a meter a la casa de los vecinos, todos por la cuadra la conocían, desde entonces y hasta el último día de su vida fue muy popular.
Era un día cualquiera, después de la comida, estaba en la cocina acabando de lavar platos y limpiar, cuando noté que Liliana que entonces habrá tenido alrededor de dos años, se había quedado dormida en el sofá de la sala, algo que no me extrañó pues era la hora en que ella acostumbraba a hacer una siesta. le quité sus zapatitos, la vi tan dormida que no quise moverla para no despertarla, confiada en que siempre despertaba llorando subí a mi habitación a ver la televisión en lo que ella despertaba. Israel y Coco estaba jugando en su cuarto y Jorge también dormía en su cuna. Después de un rato baje, me senté en la sala y me puse a platicar con Don Luis que estaba sentado justo donde Liliana se había dormido; un momento después noté que Liliana no estaba ¿Don Luis no vio a Liliana? estaba dormida ahí en el sofá, él me dijo que llevaba un rato sentado ahí y desde que entró no había nadie, inmediatamente vi que tampoco estaban sus zapatitos, me levante rápidamente y comencé a buscarla por toda la casa... ¡no estaba! volví donde mi suegro, no está le dije; él añadió que al llegar la puerta de la casa estaba abierta, ¿abierta? no puede ser, me dirigí de inmediato a preguntar a los empleados de Javier quien había abierto la puerta y si habían visto a Liliana, nadie supo decir quien abrió la puerta pero dijeron que no la habían visto. Sentí como si me hubieran echado un balde de agua helada en la cabeza, quedé paralizada sin saber qué hacer. -Siempre he sido muy lenta para reaccionar en momentos críticos- uno de los empleados dijo que Javier había ido a la tlapalería, que posiblemente la había llevado con él, salí de la casa dispuesta a dirigirme donde Javier y comprobar si la niña estaba con él, solo que en ese momento iba llegando y mi nena no lo acompañaba, yo estaba muy asustada, corrí a preguntar a las vecinas, pero nadie la había visto ese día; Javier que siempre ha sido de naturaleza más bien fría reaccionó de inmediato diciendo vamos a donde acostumbras ir y nos dirigimos rumbo a la escuela de Israel. Caminamos rápidamente y al dar la vuelta a la esquina... ahí estaba Liliana, despeinada con os zapatos sin abrochar y la vaina de un framboyán en la mano, usándola como sonaja. La muy pinga se fue a dar la vuelta a la manzana. ¡Dios qué alivio! mi pequeñita estaba bien y de vuelta en mis brazos.

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