viernes, 28 de octubre de 2016

Escribir y esperar.


Ella escribía para un solo hombre. Lo hacía con la esperanza de que él la leyera, y se enamorara de los sentimientos que con palabras mostraba; escribía día y noche diciéndole cuanto le amaba, pero él... Nunca la leyó.
Arrojó sus mensajes al océano deseando que las olas, los llevasen a la orilla en la que él se encontraba; y sus letras cual canto de sirena, cautivaron y enamoraron a otros marineros navegando el mismo mar, pero él... Los mensajes no recibió.
Y entre escribir y borrar, entre tejer y destejer con letras sus anhelos y decepciones, se le fueron yendo los días hasta que, sin darse cuenta terminó siendo una "Penélope" más, que se sentó a esperar el amor de su bien amado, pero él... Nunca la amó.

lunes, 24 de octubre de 2016

Paradoja.


#DramaDeUnAmorEnLetras

Tu amor dormido.


Vendedores de sueños.


He conocido buenos vendedores de ilusiones, el mundo está lleno de ellos; se les encuentra en cada esquina y a la vista de cualquiera. No necesitan ocultarse, ¿para qué? ellos  pasean libres y van ufanándose de su don a cada paso que dan.
Los vendedores de quimeras van pregonando sus grandes sueños en oferta, traen los bolsillos repletos de anhelos; los hay en todas las medidas y todos los colores, falsos y reales, inalcanzables y hasta mágicos. Los traen al mayoreo y al menudeo.
He conocido excelentes comerciantes, pero usted, al final resultó ser el mejor vendedor, me vendió un sueño fantástico a base de mentiras, y yo, confiada, se lo pagué con el amor más grande que en su vida ha tenido. 

sábado, 15 de octubre de 2016

El vino es peligroso.



– El vino es peligroso.
Dijo mirando su copa vacía, después de beber el último trago que en ella quedaba; se secó los labios y siguió pensando en voz alta...
– El vino, saca a pasear a los demonios del recuerdo, y lo hace para que éstos, liberen al amor que la razón mantiene preso en la mazmorra del corazón.
Levantó su copa, pidiendo que ésta fuera colmada; su mano temblorosa, apenas si podía sostener la copa vacía, pero, quería seguir bebiendo y hablando consigo mismo...
– Sí amigo, el vino es azaroso... Pero los sentimientos y los recuerdos, cuando andan sueltos, lo son más aún; ellos envenenan, se vuelven asesinos crueles y despiadados que te arrancan el sosiego.
Sus ojos rojos se fueron cerrando, y su cabeza cediendo hasta quedar sobre la mesa, y antes de quedarse dormido, apenas murmurando alcanzó a decir:
– El vino y los recuerdos de un amor imposible, son mala combinación; te sueltan la lengua y te abren el corazón.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Amor y locura



Era de mañana cuando la encontré sentada frente a una fogata improvisada en el jardín. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar; era más que evidente que no había dormido en toda la noche. Tenía la mirada perdida en las llamas que avivaba arrojando en ellas fotografías y papeles que, por lo que alcancé a ver estaban escritos por ella. Esto no era nada bueno; llevaba años guardando todo papel en el que había puesto de prisa algún garabato, -es para que no me olvide de esta idea- es lo que decía siempre.
Estaba  ahí tan indefensa y débil. Sentada en el suelo  con las piernas flexionadas y los pies descalzos, la espalda encorvada y la barbilla recargada en sus rodillas; vestía una ligera blusa sin mangas y su acostumbrado pantalón corto que usaba cuando estaba en casa. A saber cuántas horas llevaba sentada a la intemperie sin abrigo alguno, su piel amoratada hacía pensar que ya tenía mucho tiempo en esa posición bajo el sereno.
Aquella impactante escena me dejó petrificada, esa mujer vencida no era la misma que conocía; aquella tenía una hermosa sonrisa y los ojos brillantes como luceros, siempre optimista, siempre diciendo boberías e inventando nuevas maneras para poder comerse el mundo entero de un solo bocado; en cambio ésta que estaba frente a mis ojos estaba convertida en una piltrafa, desgarraba el alma verla en ese estado, perdida, desquiciada y derrotada. Con un nudo en la garganta y casi al borde de las lagrimas, sólo atiné a preguntar:
– ¿Qué te ha pasado?
Ella se volvió hacia mí de golpe, de un salto se levantó y frenética comenzó a patear los papeles al tiempo que despotricaba improperios.
–  ¡Maldito granuja desalmado! me dejó, ¡Sí! me dejó... Pero no pasa nada, se marchó con la promesa de esperarme en otra vida, ¿puedes creerlo?... ¡¿Para qué carajos lo quiero en otra vida?! Ni siquiera tengo la certeza de que otra vida exista, es más, no estoy segura si sigo viva. ¡¿En otra vida...?!¡ Eso es una burla!... ¡Maldito desgraciado!
Después vino el silencio... Uno a uno levantó los papeles regados por el jardín, los metió bajo su blusa y se sentó nuevamente en el suelo frente a la hoguera; su mirada y sus pensamientos se metieron en el fuego hasta que éste se extinguió. Después letargo... Después lejanía y ausencia.

El fuego había calcinado sus sentimientos y su cordura, en ese momento comprendí que ella había subido al tren de la enajenación, para emprender un viaje sin regreso... Hay amores que se llevan la vida y amores que llevan a la locura.

martes, 4 de octubre de 2016

Vive y vuelve a mi.



Él me dijo, ¡sal a caminar! Hace un día precioso, es excelente para salir a la vida; así que... Ponte tus mejores galas, maquíllate con sonrisas y perfúmate con la dulce fragancia del amor. Ponte hermosa porque hoy, es el día de los milagros, sólo hay que salir a su encuentro.


¡Vive lo que aún no has vivido!... Conoce a la gente que te falta por conocer, ríe, corre... ¡Ama! Haz lo que tengas que hacer, y vuelve.  Aquí te estaré esperando.  Porque está escrito en el destino, ¡Qué yo soy tu destino! Y mi amor es uno de los milagros que te están esperando.

domingo, 2 de octubre de 2016

¿Te mueres o me muero?


¿Te mueres o me muero? -soltó bruscamente la pregunta, al tiempo que mantenía fija la mirada en su pupila intentando asomarse a las profundidades de su interlocutor- No podemos seguir vivos los dos en este mundo; no después de habernos conocidos... No después de haberme hecho tanto daño amándote. Y, aunque asumo toda la responsabilidad porque comprendo que fui yo, y sólo yo la que se rompió el corazón al confiar en un infiel, comprende que no cabemos los dos en este mundo.
De uno de sus bolsillos sacó una moneda, del otro una baraja; acercó los objetos a sus manos y con voz pausada y serena le escupió en la cara una nueva pregunta ¿Decides tú, o lo echamos a suerte? Él no hacía más que mirarla, era incapaz de asimilar lo que estaba pasando; todo cuanto decía parecía absurdo, tenía que ser una broma ridícula y macabra, sólo que tal comportamiento no podía provenir del ser amoroso y tierno que ella hasta ese día le había mostrado.
Y el silencio fue roto por  burlonas carcajadas. Sabía que no tendrías el valor de elegir ¡No eres más que un cobarde, siempre lo has sido! Siempre cubriéndote las espaldas y ocultándote tras personas que nada tienen que ver con la porquería que llevas dentro, te quejas de una vida miserable y de tu mala suerte pero no eres capaz de salir de ella, al contrario, pusilánime la acaricias y la amas revolcándote en su miseria, pero... Ya es tiempo de que aprendas a hacerte responsable de tus actos, tú cooperaste abriéndome las puertas del cielo y haciéndome creer que podía volar en su infinita grandeza.
Volvió a mostrarle los objetos que aún tenía en las manos, y esta vez en tono amenazante y afirmativo dijo sin dejar de mirarle, ¡Te mueres tú o me muero yo!  y la decisión la dejaremos al azar. ¿Usamos la moneda, o las cartas...? Sí, lo mejor será lanzar la moneda al aire, siempre es la mejor opción en estos casos, -él continúo mirándola sin decir nada-ella lanzó la moneda y siguió con el monólogo;  ¡águila! esa es la cara de la moneda que siempre me da suerte.
La moneda pareció flotar en el aire mientras giraba, ambos la miraron mientras ésta daba un espectáculo acrobático que parecía vencer a la gravedad resistiéndose a caer; ella la miraba con resignación, mientras él la veía con miedo, pero la función no podía ser eterna y la moneda por fin cayó al suelo dando sus últimos giros antes de mostrar la cara ganadora. ¡Gané! la osadía siempre gana, mi amor ¿Nadie te lo dijo antes? Gané y esta noche huele a muerte, a tu muerte...
A la mañana siguiente el lugar se llenó de mirones y curiosos; todos querían mirar los cuerpos del hombre que murió de cobardía y la mujer que murió de amor.