sábado, 12 de abril de 2014

El travieso Coco

Mi padre solía decir "hijos chicos problemas chicos, hijos grandes problemas grandes" y estaba descubriendo que era verdad, entre más crecían más complicaciones se presentaban.
Se va haciendo imposible mantenerlos en una cuna o un cuarto entretenidos, conforme van pasando los días van siendo un poco más independientes, más inquietos, y más traviesos. La curiosidad propia de su edad los hace ir descubriendo el mundo que los rodea y aprenden a manipularlo a su antojo aunque esto los lleve a buscarse problemas y dárselos a los padres.
Coco desde que empezó a caminar dejó ver que era un niño extremadamente inquieto y curioso, a cada rato se accidentaba, tanto que terminé siendo cliente frecuente de la cruz verde de las águilas en Guadalajara, cada vez que llegaba la recepcionista me preguntaba, ¿Y ahora que le pasó al güero? lo que tenía de sano lo tenía de accidentado. varias veces tuve que salir corriendo porque él estaba sangrando por una cortada o porque se había descalabrado la cabeza, todo lo que no les pasó a los demás le paso a él. No era raro verlo trepar por una reja o descolgarse por la terraza de la planta alta o incluso usar los cajones de una cómoda como escalera. Lo extraño era verlo quieto con un dedo empujando su ceja con la mirada clavada en la nada, aunque también eso era de cuidado, aún cuando parecía estar perdido en la nada, estaba pendiente de todo y escuchando con atención lo que se hablaba a su alrededor, creo que en esos momentos era cuando preparaba y planeaba sus diabluras. De Coco tengo muchas anécdotas era muy ocurrente y a su alrededor siempre había mucha acción.  
Israel y él siempre estaban juntos, y aunque Isra era mucho más tranquilo no había manera de que se salvara de estar incluido en las vagancias  que Coco hacía. En una ocasión Israel terminó con una herida grande en la pierna, cuando jugaban, hasta hoy no sé bien de quien fue la idea de romper con los pies el cristal de un auto viejo que estaba abandonado en el taller de su papá, lo cierto es que Isra acabo lastimado, ellos para evitar que el regaño inventaron que se había caído en los carrizos que había fuera de casa y que con eso se había cortado, yo a decir verdad lo creí porque en alguna ocasión me había cortado con uno. Tiempo después supe que en realidad se había lastimado al romper el cristal de aquel auto. Solo Dios sabe cuántas cosas me ocultaron y jamás me enteré de lo que realmente paso, no hay manera de tener tantos ojos ni tanta intuición para enterarte de todo.
En ocasiones después de una buena reprimenda por sus travesuras, recordaba las que yo había hecho de pequeña y pensaba en lo afortunada que fui al no salir lastimada a consecuencia de alguna tontería hecha por Roberto y por mí, como la vez que entre los dos tiramos una vieja barda que había al fondo de la casa de mis padres. 

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