miércoles, 30 de abril de 2014

La pandilla nocturna en casa de Rocío


Felipe tenía tres hijos de su primer matrimonio, dos varones y una mujercita con quienes pasada la primera me aceptaron. El que más se resistió fue Ricardo, después supe que él pensaba que yo era igual que mi hermana, por lo que no quería tratos conmigo; al final terminamos siendo muy buenos amigos y compañeros de alguna que otra travesura, a pesar de que yo era varios años mayor. Doña Paz que era la señora que ayudaba a mi hermana con los quehaceres de la casa y cuidaba a Memito y Tony -nuestros hijos- también formaba parte de nuestra pandilla nocturna, que todas las noches cuando la familia se iba a dormir y Ricardo regresaba de visitar a su novia nos reuníamos en la cocina de la casa y podíamos estar ahí por un largo tiempo jugueteando y riendo como locos, procurando no hacer demasiado ruido para no despertar a Rocío, ya que no le gustaban nuestras reuniones nocturnas, creo que estaba un poco amargada, por eso no entendía nuestra locura, era como si le incomodara nuestra alegría. Hacía tanto tiempo que no experimentaba esa sensación de libertad y felicidad que en algunos momentos me parecía que estaba viviendo un sueño del cual no quería despertar.

Iliana, otra de las hijas de Felipe era una niña encantadora aunque para mi gusto un tanto melancólica, huraña, retraída y triste, siempre me daba la impresión de que algo no marchaba bien, pero en realidad nunca supe que. Ella en el tiempo que pase en esa casa también me dio muchos momentos lindos y dibujó muchas sonrisas en mí.

Daniel el tercer hijo de Felipe al igual que sus hermanos era un chico muy simpático, aunque con él no conviví mucho porque él vivía en casa de su abuela, aún así me agradaba mucho, aunque era un poco tremendo y precoz para su edad.

De aquel tiempo y aquellos chicos tengo recuerdos muy lindos, siempre que pienso en ese período mi mente y mi corazón experimentan una sensación especial que me llena de alegría, daría cualquier cosa por poder regresar en el tiempo y revivir cada uno de esos bellos momentos.

Por alguna razón la felicidad se da con cuentagotas, jamás es completa ni eterna, cuando más cerca te encuentras del cielo vienen sucesos que te regresan de golpe al suelo, y en mi caso no hubo excepción. Javier estaba en la ciudad y parecía que no había ido solo, lo acompañaron determinados hechos que empezaron a opacar la dicha que vivía.

Empezó a buscarme con la firme intención de que yo regresara a su lado, juro que no quería volver, pero muy dentro de mí algo me empujaba a sus brazos, a esa jaula infernal que cortaba mi libertad. ¿era amor? ¿era miedo o costumbre? lo cierto es que en el fondo de mi corazón sentía que lo amaba, que me hacía falta estar a su lado, ahora que lo pienso creo que tal vez padecía del síndrome de Estocolmo doméstico, o en el fondo estaba convertida en una masoquista perdida.

Me resistía a volver a pesar de la confusión emocional que sentía, amor, odio, miedo... una mezcla por demás extraña que no me permitía pensar claramente. Cuando más confundida estaba ocurrió algo que fue decisivo para que regresara con él; un día al volver del trabajo encontré a mi pequeño Tony con su piel muy quemada por el sol, tenía su carita y sus brazos muy rojos, pregunté de inmediato que le había pasado, y me dijeron que por algún motivo -que no recuerdo- y a manera de castigo lo habían dejado en una terraza bajo el sol por mucho tiempo, mi indignación y mi coraje fueron superlativos, no entendí ni entendí nunca como se puede una persona ensañar de esa manera con un pequeño de aproximadamente dos años, sin importar la travesura que haya podido hacer. a partir de ese momento no pude estar tranquila, pensaba que en cualquier momento podían volver a hacerle lo mismo o tal vez algo peor, por lo que terminé regresando con Javier, primero estaba el bienestar de mis pequeños.

Y ahí empezó una nueva etapa al lado de Javier...

martes, 29 de abril de 2014

Las ventas no son lo mío.

Imagen tomada de:http://silypatvanesaduran.blogspot.mx/

Rocío llego a buscarme acompañada por Ricardo, hijo de Felipe su pareja, desde el primer momento él me agrado a pesar de su aspecto serio y presuntuoso, era seguro que nos llevaríamos bien.

Una vez que llegamos a su casa, cenamos y nos instalamos rápidamente pues ya era tarde, después de acostar a los niños platicamos un buen rato para ponernos un poco al tanto antes de dormir.

Si mal no recuerdo por unos días estuve en casa tratando de ayudar a Felipe a acomodar sus cosas y haciendo lo que él me indicaba, pero llego el día en que me dijo que trabajaría vendiendo refacciones automotrices, y me auguró mucho éxito pues estaba a punto de entrar a un mundo de hombres en el que por el simple hecho de ser mujer podría levantar buenos y jugosos pedidos; los primeros días él iría conmigo para enseñarme como debía vender. Y una mañana salimos a una ciudad cercana a visitar algunos clientes, en las primeras visitas yo solo estuve como observadora y de pronto me pareció facilísimo -¡ya la hice!- pensé. La siguiente ciudad que visitamos fue Cuernavaca Morelos, y esta vez me tocaba bajar a mi sola a visitar nuevas refaccionarias y procurar levantar pedidos grandes, tarea que parecía fácil pero que en realidad no lo era, puesto que no conocía la mercancía que se trabajaba, aún así salí del auto muy decidida, tomé los catálogos, los muestrarios y mi libreta de pedidos. no había dado un solo paso cuando empecé a sudar; sentía mariposas en el estómago, las piernas me temblaban... comencé a experimentar una extraña sensación... simplemente entre en pánico y me quede paralizada. Felipe noto inmediatamente lo que sucedía y me animo, a decir verdad no recuerdo cuales fueron sus palabras, pero seguramente algo así como: "tu puedes" al menos eso creo, la verdad es que creo que ni siquiera lo escuche. Después de un momento de tratar de controlarme por fin me decidí a entra.

Buenos días ¿se encuentra el encargado? pregunte a un hombre que se encontraba tras el mostrador. El muy amable y con una gran sonrisa replicó: "soy yo ¿en que la puedo ayudar? En ese momento inicié mi discurso ensayado. Mi nombre es Pilar Sánchez y soy representante... bla bla bla. La lengua se me trababa, las palabras no fluían, era como si mi cerebro y mi boca no estuvieran conectados, cada uno iba por su lado a su antojo. De cualquier forma y sin enterarme realmente como lo hice el hombre sin dejar de sonreír empezó a hacer el pedido, que al final fue bastante grande.

Me despedí cordialmente y me dirigí a la puerta, en ese momento el hombre me llamó por mi nombre, al volverme para preguntar qué pasaba me pregunto ¿puedo invitarle un café más tarde? mi respuesta fue: tal vez otro día, agite mi mano despidiéndome y salí.

¡Dios, había hecho mi primer venta! al salir del lugar sentí un gran alivio, mi corazón latía muy fuerte, mi cerebro decía despacio y mis pies querían corre. Lo pienso y muero de risa, seguro que me veía ridícula y muy cómica.

Cuando le enseñé a Felipe el pedido que me había hecho el hombre, me felicitó y me confesó que a él nunca le había comprado nada.

Las ventas no me gustaron para nada, cada vez que tenía que entrar a una nueva refaccionaría sufría muchísimo; hice algunas ventas y al volver le dije a Felipe que prefería atender la tienda de aeromodelismo que tenía, que las ventas definitivamente no eran lo mío; él trato de convencerme de seguir en las ventas pues ahí había más dinero y en la tienda solo tendría un salario bajo, cosa que no me importó, no pensaba volver a experimentar ese sufrimiento cuando había que visitar un nuevo cliente.

lunes, 28 de abril de 2014

Un viaje largo y pesado.

Imagen tomada de:http://www.cuentosinfantilescortos.net/


Aquel viaje a México fue el peor viaje que he tenido en la vida, ocho horas en un autobús con tres pequeños inquietos -el más chico aún de biberón y pañales-

Llegó un momento en el que el aburrimiento terminó por hacer que se quedaran profundamente dormidos, en ese momento es cuando tuve un rato para meditar y darme cuenta moría de miedo, aún cuando me hacía mucha ilusión imaginar que podría salir adelante sola y que pronto podría tener a mis otros dos hijos de regreso conmigo.

Mientras los miraba dormir pensaba en lo hermosos que eran y en lo afortunada que era de tenerlos. Parecían angelitos incapaces de hacer ninguna travesura, nada mejor para relajarse que ver la inocencia dormida a través de un niño.

Aunque despiertos eran uno diablitos con unos cuernos bien largos, recuerdo cuando Jorge hacía sus berrinches por nada y terminaba con sus labios morados perdiendo el conocimiento, la de sustos que me lleve con él por ese motivo; y ahora me causa mucha risa pensar que sin saberlo tenía la medicina para ese mal justo en mi mano. Cuando Tony tenía un mes de nacido, tenía que llevarlo al pediatra para su revisión mensual; Israel y Coco estaban en la escuela, a Liliana la dejé encargada con una vecina y solo lleve conmigo a Jorge, no habíamos caminado más que una cuadra cuando él empezó a pedir que lo cargara, cosa que me era imposible pues llevaba a Tony en brazos, Jorge como estaba acostumbrado a que lo que pedía se le daba con tal de que no se fuera a privar por sus berrinches, empezó a llorar y en un momento se fue contra la cortina de un local comercial y comenzó a ponerse morado por no respirar. En ese momento entre la impresión de verlo así y que no podía hacer nada pues traía a Tony en brazos, la pañalera y mi bolsa, no sé me las ingenié para levantarlo con una mano y con la otra le propiné una buena ración de nalgadas bien fuertes con las que él de inmediato reaccionó.

Entre recuerdos y sueños se me pasó un poco más rápido el tiempo y los kilómetros se me hicieron mucho más cortos, ya estábamos entrando a la ciudad de México, ya se había hecho de noche y empecé a despertar a los niños pues ya habíamos llegado a la terminal de autobuses.

Al llegar le hable por teléfono a mi hermana para que fueran a buscarme, pues no traía dinero para el taxi, los pocos pesos que llevaba conmigo los usé para comprarles a los niños pan y leche para que comieran algo en lo que llegaban a buscarnos.

Así llena de proyectos y con muchas ganas de hacer algo por mi cuenta, llegué decidida a conquistar la ciudad y una nueva vida...

sábado, 26 de abril de 2014

El miedo y una propuesta indecente



La vida enseña a base de sustos y golpes que como madre no se puede permitir un solo descuido pues las consecuencias pueden llegar a ser fatales, hasta ahora había corrido con mucha suerte pero mañana quien sabe, sería mejor andarme con mucho cuidado y así trate de hacerlo.

Puedo recordar claramente como en aquel tiempo estaba totalmente apartada de mis hermanos y sólo se me permitía hablar con las personas que formaban parte del círculo de amigos de Javier, estos eran vecino que jugaban football y frontenis y sus distinguidas esposas. No puedo decir que me no me simpatizaran, pero no eran amistades que yo hubiera escogido, sino que me las habían impuesto; era eso o nada, así que trate de estar bien y disfrutar los momentos de convivencia que teníamos con ellos. Lo malo es que esas personas bebían mucho y todo los fines de semana era borrachera segura, algo que a mí me incomodaba mucho, porque Javier tenía muy mala borrachera, se ponía demasiado impertinente, tanto que yo le tenía miedo, yo no sabía qué hacer o decir porque hiciera lo que hiciera el terminaba enojándose tanto que yo temía que en cualquier momento me pudiera golpear; mi temor venía porque años atrás él ya me había abofeteado un par de veces estando en sus cinco sentidos, por lo que yo pensaba que estando borracho podría hacerlo con más facilidad, para mi fortuna en sus borracheras jamás me puso una mano encima, aunque sí me maltrato de otra manera, tratándome como una vulgar sexo servidora, por respeto a quien me lea no voy a mencionar las cosas que me obligo a hacer, solo diré que muchas veces me sentí ultrajada y violada.

Pasaron muchas cosas que callaba, aunque al parecer otras personas notaban que no estaba a gusto con la vida que llevaba, esto lo sé porque en aquel tiempo un amigo de Javier que era divorciado me propuso dejar a Javier e irme con él, mi respuesta por supuesto fue un rotundo y tajante ¡NO! yo no le había dado nunca motivos como para esa propuesta, no me atreví a decirle a Javier eso por temor a enfrentarlos y que las cosas acabaran mal, lo único que hice fue mantenerme bien alejada de ese hombre a quien ni siquiera volví a darle el saludo.

Un tiempo después me arme de valor y decidí irme a vivir a la ciudad de México con mi hermana, ella me había dicho que yo podría trabajar con su esposo, de modo que planee todo y le dije a Javier que me iría. El acepto, fingió ser muy comprensivo al principio pero la única condición que ponía para dejarme ir era que yo le dejara a Israel y a Liliana, creo que tal vez creyó que de esa manera no me iría, cosa que no pasó, le dije que me parecía bien que se los quedara, ya sabía que más tarde que temprano me los iba a regresar, porque él no los podía cuidar, eso mismo había pasado la primera vez que me separe de él; la vez que llamó a mis padres, solo que aquella ocasión solo me había quitado a Israel y en menos de una semana me lo regreso.

Y allá voy México...

viernes, 25 de abril de 2014

El incendio de la casa del vecino

Imagen tomada de: http://www.guioteca.com/



Se necesita haber estado en mis zapatos para poder comprender lo que sentía y por lo que pasaba en aquel momento, seguramente algunos pueden pensar que era una perfecta estúpida por permitir aquellas cosas -de hecho yo también lo pienso ahora- pero como dije antes solo quien ha vivido una situación como esta puede comprender.

Más de una vez quise escapar, si no le hubiera dado a Javier la herencia que recibí de mis padres podría haber puesto un negocio para poder sostener a mis pequeños -pensé muchas veces- pero no contaba con nada, no tenía un centavo y jamás había trabajado en nada, lo único que sabía hacer era cuidar niños y hacer limpieza, trabajar como servicio domestico no me permitiría pagar una vivienda ni mantener a mis cinco hijos. Si antes tenía la autoestima por los suelos con esto terminaba de convencerme que era una completa inútil incapaz de hacer nada para salir adelante sola.

Casi un año después intentando ganar algo de dinero comencé a hacer unos cuadros de aluminio repujado que trate de colocar en unas tiendas de artesanías, pero con tan mala suerte que apenas logre dejar un par de ellos a consignación, estaba visto que las ventas no eran lo mío, pero yo lo tomaba de manera negativa, pensaba que esa era la prueba de que no servía para nada.

Días después de haber dejado los cuadros decidí darme una vuelta a la tienda para saber si se habían vendido. Para volver rápido deje a los niños en la casa, llevarlos implicaba tardarme más de una hora, pero ir sola apenas me tomaría unos veinte minutos, de modo que a paso veloz me encaminé a mi destino.

Los cuadros se habían vendido y me habían pedido otros dos, por lo que mientras caminaba a toda prisa de regreso no dejaba de sonreír, quien me vio habrá pensado que estaba loca de atar, pero yo estaba tan contenta que poco me importó.

Mi alegría terminó de golpe cuando me cruce con una vecina como media cuadra antes de llegar a mi casa y me dijo que la casa de abajo se había incendiado, la sangre se me fue a los pies, y por primera vez reaccione de inmediato y corrí hacia mi casa pensando en mis hijos ¿estarían bien? no tarde casi nada en llegar aunque la calle estaba de subida, jamás había corrido mas rápido.

Al llegar respire aliviada al ver a mis niños fuera de la casa sanos y salvos, Israel los había sacado a todos por la puerta trasera de la casa, los bomberos llegaron casi detrás de mí, y aunque el fuego ya se había apagado, ellos revisaron la casa para asegurarse de que no volvería a prenderse, ellos dijeron que fue un corto circuito el que provocó el incendio. ¡Dios! como en un segundo pueden cambiar las cosas y pasar de la calma al peligro.

Por fortuna mis niños no sufrieron ni un rasguño y mi casa no tuvo ningún daño.

jueves, 24 de abril de 2014

El nacimiento de Tony

Imagen tomada de: http://blog.interflora.es/



Después del tremendo susto por la desaparición de Liliana, supuse que las cosas tomarían nuevamente su curso y la calma volvería pero, no fue así, apenas empezaban los problemas y me esperaban muchas lagrimas.

Un día cuando ya faltaba poco para que mi quinto bebé naciera, me enteré que Javier me engañaba con otra mujer, que se llamaba Beatriz. Ella aún sabiendo que Javier era casado y que yo esperaba un bebé no dudo en enredarse con él, pero al final el que actuó mal y a quien tenía que reclamarle fue Javier, quien se supone debería darme respeto, de ella mejor ni hablar.

Un día fuimos a visitar a mi hermano Ricardo, recuerdo que Javier me dijo que tenía cosas que hacer y se retiro diciéndome que regresaría más tarde por mi; se fue la tarde, se hizo de noche y él no aparecía. Yo por mi estado ya me sentía muy cansada y además apenada con Ricardo, seguramente ya querían retirarse a descansar él y su esposa, ya era tarde, mis niños empezaron a caer dormidos uno a uno después de que nos dieron de cenar y de Javier nada. En aquel tiempo no era común usar teléfonos móviles por lo que no había manera de comunicarme con él. Yo no tenía ni un peso para regresarme a mi casa, por lo que no me quedaba más remedio que esperar, poco después de la media noche Ricardo me dijo que nos acomodáramos para dormir, porque al parecer Javier ya no iría por nosotros.

Al día siguiente como al medio día, con mucha vergüenza le pedí a mi hermano algo de dinero para irme a mi casa, justo estaba en eso cuando Javier apareció con cara de haber pasado la noche sin dormir y bebiendo.

No recuerdo bien si fue esa misma noche o la noche siguiente cuando escuche a Javier hablando con un vecino sobre donde había pasado esa noche que me dejo en casa de mi hermano; dijo que él y la tal Beatriz, habían decidido irse a vivir juntos a la ciudad de México y que ya entrada la madrugada se habían hospedado en un hotel que encontraron en el camino ya que los dos estaba ebrios, pero que en la mañana él se había arrepentido y se regreso a Guadalajara. Sentí como si me hubieran echado un balde de agua helada encima. Esa noche no hice más que llorar, no pude conciliar el sueño, no sabía qué hacer, me sentía totalmente desprotegida e indefensa ¿lo dejaba? pero a dónde iría. Qué podía hacer con cuatro niños y a punto de dar a luz a un quinto bebé. En mi cabeza daban vueltas mil preguntas sin encontrar la respuesta a ellas.

A la mañana siguiente Javier me pidió disculpas y no me quedo más remedio que disculparlo o al menos hacerle creer que así era. Ahora me pregunto si en verdad lo amaba tanto como para permitir esa humillación o simplemente fue miedo a dejarlo, el mundo se me cerraba pensando cómo podría mantener a mis hijos pues no sabía hacer nada. Las cosas quedaron así, yo fingía que no había pasado nada, aunque en mi cabeza no dejaba de dar vueltas aquel suceso, él trataba de hacerme creer que la había dejado, pero yo bien sabía que no.

Llego el día de dar a Luz, fue un hermoso varoncito de ojos azules y cabello rubio, parecía un muñequito que resaltaba entre los otros pequeñitos del cunero, no había quien no dijera que era precioso.

El día que me dieron de alta Javier me llevo a casa, me dejo ahí a eso de las dos de la tarde y se fue diciendo que iría a comprar las cosas que necesitaba, como pañales, biberones, toallas sanitarias y algunas otras cosas. Las horas pasaron... se hizo de noche esperando que él regresara, seguramente estaba con la tal Beatriz mientras yo no sabía qué hacer, el bebé necesitaba pañales y yo no tenía, me vi obligada a usar unas sabanitas que tenía como pañales, el pequeño no dejaba de llorar porque casi no tenía leche para amamantarlo.

Los días posteriores al alumbramiento yo no hacía más que llorar, sabía que Javier seguía con aquella mujer, por más que él lo negara.

El nacimiento de un Niño es motivo de gran alegría, pero yo no podía ser feliz en ese momento.

miércoles, 23 de abril de 2014

¿Dónde está Liliana? (perdida por segunda vez)



Nuevamente estaba embarazada, este sería mi quinto bebé y el último. Lo esperé con la misma ilusión que esperé a cada uno de mis otros niñitos, como si fuera el primero.

Un poco antes de quedar embarazada nos habíamos cambiado nuevamente de casa, otra vez parecía la oportunidad perfecta de tener un nuevo comienzo, pero las apariencias engañan, se necesita mucho más que espacio y gente nueva para volver a empezar y esto en aquella época no lo tenía del todo claro, hoy entiendo que el cambio debe ser interno, limpiando el alma, el corazón y el pensamiento. No se puede renacer sin morir, y morir es dejar el pasado, romper las cadenas que te atan, morir es perder el miedo y atreverse a vivir en libertad, sin permitir que nadie te obligue a ser lo que no eres ni a vivir la vida que no quieres obligándote a caer en una sumisión extrema.

La nueva vivienda era una casa pequeña de tipo duplex situada en un fraccionamiento nuevo y los vecinos eran familias relativamente jóvenes con niños pequeños. Nuestra casa estaba ubicada en una calle cerrada con una sola entrada a manera de privada, por lo que los niños podían jugar en la calle con toda libertad y sin peligro de que algún automóvil los pudiera lastimar.

Todo parecía ir de maravilla, mi embarazo avanzaba sin problema alguno, mis cuatro hijos estaban sanos y asistían a la escuela, nada podía marchar mejor, por suerte estaba pasando por una etapa tranquila y hasta cierto punto feliz. Lástima que lo bueno no es para siempre, nunca falta un pelo en la sopa y este vino un Sábado por la mañana, cuando mis hijos jugaban con todos los niños de la cuadra mientras yo hacía la limpieza de la casa; de vez en vez miraba por la ventana para ver que todo estuviera bien y seguía con mis labores. Así lo estuve haciendo varias veces aproximadamente cada diez o quince minutos, hasta que en una de esas noté que Liliana no estaba entre los niños, no era raro que ella se metiera en casa de alguna de las vecinas, aún así de inmediato salí para averiguar dónde se encontraba. Mi sorpresa fue grande cuando los niños y las vecinas me dijeron que no habían visto a Liliana, enseguida comencé a buscarla por todos lados. Corrí al pequeño centro comercial que había a una cuadra de la casa, en donde todos la conocían, cuando iba conmigo a hacer compras todos la saludaban, y siempre le regalaban alguna golosina, era una niña muy popular y querida. Ese día nadie la había visto, volví a casa, tal vez ya estaba ahí jugando con los demás chicos; al llegar ella no estaba. Los chico más grandes subieron en sus bicicletas y salieron a recorrer las calles de los alrededores para buscarla, yo con tremenda panza de casi ocho meses de embarazo me di a la tarea de caminar rumbo a la escuela de Israel y Coco por aquello de que tal vez ella hubiera caminado hacia allá. El tiempo pasaba y ella no aparecía, habían pasado más de dos horas a partir del momento en que note su desaparición, era hora de llamar a Javier a su trabajo y explicarle lo que estaba ocurriendo, él de inmediato me dijo que en ese momento saldría para ayudar con la búsqueda, yo estaba exhausta, casi no podía dar paso, pero aún así seguí caminando por las calles de los alrededores aún cuando los niños que ayudaban ya las habían recorrido. Parecía que la tierra se la había tragado, no había rastro de Liliana, ya empezaba a sentir que no volvería a verla. Cuando llegó Javier dije que teníamos que dar a viso a la policía, y justo cuando nos disponíamos a ir a la delegación, llegó un niño gritando que la había encontrado.

En ese momento sentí un gran alivio, no sé de donde saque fuerza y fui a buscarla casi corriendo; ella había encontrado a una niña y se puso a jugar con ella, la madre al ver que Liliana estaba sola, la metió a su casa en lugar de esperar fuera a ver si alguien la buscaba. Ya habíamos pasado varias veces por ahí pero claro, dentro de una casa nunca la íbamos a encontrar, por fortuna el chico en una de sus vueltas escucho la risa de Liliana proveniente de una casa, así supo que ella estaba allí.

En cuanto llegamos a casa le puse unas buenas nalgadas, después la abrace y me puse a llorar junto con ella. No puedo explicar exactamente lo que sentí, solo puedo decir que era como haber visitado el infierno y la gloria.

lunes, 21 de abril de 2014

Nefelibata

Imagen tomada de: http://antroporama.net/


De un momento a otro los sueños se volvieron parte importante en mi vida, comencé a notar que en ellos podía vivir todo aquello que de manera consciente no se me permitía hacer y puede ser que hasta más, mi mente creaba lo que necesitaba justo a mi medida, sin limitaciones ni prejuicios absurdos. Cuando se aprende a vivir en sueños se descubre un mundo maravilloso con el que compensas todas las carencias que la vida diaria y rutinaria te da. Es como escapar cada noche a correr una grandiosa y divertida aventura con escenarios fabulosos aunque al amanecer todo vuelva a ser igual, solo que ahora tenía esa energía que dejo en mi, el último episodio de esta novela llamada "espejismo nocturno"

Soñar es un narcótico muy adictivo se inicia con poco pero, cada día pide más... y más... hasta que llega el momento en que se necesita para vivir tanto como comer y respirar, por lo que terminé soñando dormida y despierta. Esto parecía hacerme mucho bien, los días parecían más ligeros y alegres.

Ver a mis hijos grandes, felices, triunfadores y muy unidos a mí, era uno de mis sueños favoritos y parte de ese sueño se me hizo realidad, y otra parte se convirtió en pesadilla.

Aún ahora no logro comprender por qué el empeño de imaginar el futuro, tantos sueños y ahora veo que nada resulto como lo soñé. Imaginé tantas cosas bellas, habría asegurado que las cosas serían como las supuse y nada fue así.

Con profunda tristeza descubrí que no existe el príncipe azul que viene en blanco corcel a rescatar a la princesa encerrada en la torre, ni hay tal cosa como el vivieron felices para siempre porque el amor no dura eternamente.

Lo único que conseguí fue convertirme en una soñadora empedernida perdida en las nubes, odiando la realidad y amando las fantasía por ser lo único que era capaz de dirigir.

Para sobrevivir hay que aprender ser feliz con lo que te da la vida, sobre todo si se termina como yo, atrapada en un torbellino de rutina, aburrimiento y soledad compartida que te envuelve y atrapa cada vez más sin dejarte escapar.

Entre sueños, fantasías, alguna que otra decepción y varios intentos de escapar mis niños seguían creciendo y la vida pasando, hasta que llegó el día en que mi cuerpo decidió regalarme otro bonito motivo para vivir.

miércoles, 16 de abril de 2014

El atropellamiento de Israel.

Imagen tomada de: http://www.mglegal.es/


Una noche tuve un sueño muy extraño que me pareció demasiado cómico, muchas veces me he preguntado cómo es que el subconsciente puede crear tantas historias locas y extravagantes. Soñé que Javier y yo íbamos en un auto, yo llevaba a uno de mis hijos -en el sueño no sabía cuál de ellos- sentado en mis piernas y nos dirigíamos a llevarlo al doctor, en el camino pasábamos al lado de un autobús que había tenido un accidente y había algunos heridos de poca gravedad. Lo curioso de este sueño es que nosotros llevamos a nuestro hijo a un lugar que ni siquiera sabía que existía. Ese día entre risas le conté a Cecilia mi sueño, para mi sorpresa me dijo que en el lugar donde llevaba a mi hijo al doctor en el sueño, hacía poco que habían puesto una cruz verde. Durante varios días estuve recordando aquel sueño y luego lo olvidé por completo, no había sido más que un sueño extraño.

Israel y Coco solían jugar foot ball en casa de una vecinita varios años mayor que ellos a la que le gustaba mucho ese deporte, ella era una niña muy alegre que atraía a los chicos de la cuadra, pero como tenían prohibido jugar en la calle jugaban en el garaje de su casa. Un día ella llego corriendo a casa para avisarnos que a Israel lo había atropellado una camioneta. Lo primero que pensé es que el estaba ensangrentado y mal herido bajo la camioneta, tarde un momento en reaccionar -como era mi costumbre en estos casos- solo porque Javier su padre se levanto apresuradamente reaccioné y salí detrás de él. Lo primero que vi fue a Israel tirado en el piso llorando y quejándose, la camioneta que lo golpeo estaba como a tres pasos de donde él se encontraba; me acerqué confundida, sin tocarlo toda nerviosa y asustada no hice más que preguntar que le pasaba. El no tenía ninguna herida que sangrara, solo una enorme contusión en la frente que se hinchaba cada vez más y un tobillo lastimado, Javier como siempre, reaccionó de inmediato cargando a Israel y diciendo al mismo tiempo "vamos a llevarlo al hospital" nos dirigimos al auto, él me dio a Israel a quien abracé y puse en regazo; en el camino Javier pregunto ¿a dónde lo llevamos? sin pensar le dije a la cruz verde que está en las águilas y antes de diez minutos estábamos en la recepción del lugar pidiendo que lo atendieran. Casi de inmediato lo pasaron a revisión, y el médico nos indico que tenían que mandarlo a tomar radiografías para saber si había alguna fractura y si el golpe de la frente había causado algún daño en el cráneo. En ese lugar no tenían rayos X por lo que nos subieron en una ambulancia y nos trasladaron a otra cruz verde donde sí tenían. Después de tomar las placas no regresaron para que el doctor que lo había revisado lo atendiera, él reviso las placas y nos dijo que no era nada de cuidado, sólo era una fisura en el tobillo, aún así lo dejaría en observación por el golpe en la cabeza. No nos permitieron quedarnos con él por lo que tuvimos que espera afuera.

Mientras esperábamos llegó Cecilia, y de pronto mientras platicábamos vino de golpe el recuerdo del sueño raro que había tenido como mes y medio atrás, ¡lo sabía! dije en voz alta -Cecilia volteo a mirarme- sí, sabía que esto pasaría, el sueño me lo dijo ¿recuerdas el sueño? ella solo me miraba sin saber de que hablaba, continué diciéndole, el sueño que te platiqué el otro día, cuando me dijiste que aquí había una cruz verde, fue entonces que ella entendió a que me refería.

Afortunadamente a Israel no le paso nada grave, y aproximadamente en diez días quedó como muevo.

martes, 15 de abril de 2014

El chanclazo a Israel

Imagen tomada de: https://twitter.com/ChanclazoTime



De ahora en adelante tendría que tener cuidado de que Jorge no se enojara, como era de esperarse él se empezó a hacer un niño consentido y malcriado, Dios a este paso acabaría con la cabeza llena de canas verdes.

Hasta ese momento Israel era el más tranquilo de los cuatro, le gustaba ver caricaturas y podía pasar horas frente a la televisión; en la escuela se portaba muy bien además de que sacaba buenas calificaciones, no le costaba mucho trabajo porque era un niño muy inteligente, aún así de pronto hacía sus diabluras con Coco; Al pobre de su abuelo lo traían frito, no dejaban de molestarlo en cuanta oportunidad se les presentaba, así que no era nada extraño ver a Don Luis persiguiéndolos con el cinturón en la mano y dispuesto a darles una tunda si lograba alcanzarlos, cosa que nunca conseguía, puesto que ellos le ganaban la carrera o se metían bajo la cama donde ellos quedaban bien resguardados y fuera de su alcance. Esta técnica la tenían tan bien ensayada que en una ocasión que estábamos de visita en casa de mi hermano Roberto, y no recuerdo bien que travesura estaban haciendo por lo que Cecilia -mi cuñada- los amenazó con darles unos cintarazos y claro, ellos solo se rieron y siguieron con su asunto; Cecilia cogió el cinturón y empezó a corretearlos por la casa, ellos como siempre corrieron a refugiarse bajo la cama, si con el abuelo les daba resultado tendría que darlo con la tía, ella primero intento de un lado de la cama y ellos se hicieron hacia el otro, ella fue al otro lado y lo mismo pero... ¡oh sorpresa! Cecilia terminó metiéndose también bajo la cama y ellos ya no supieron que hacer, en ese momento todos nos pusimos a reír a carcajadas y al final se salvaron de los cuerazos.

Por aquel tiempo Cecilia y yo éramos muy unidas y pasábamos todas las tardes juntas bien fuera en su casa o en la mía puesto que vivíamos muy cerca una de la otra, apenas a unas cuantas casas de distancia. Una tarde que nos encontrábamos en su casa, Israel estaba viendo las caricaturas y Laurita su primita se puso a molestarlo tapando la televisión para que el no viera su programa, como era de esperarse él empezó a pelear con ella y como no conseguía que ella lo dejara en paz, Cecilia le llamó la atención a su hija amenazando con lanzarle la chancla. Ella ignoró el ultimátum por lo que Cecilia después de advertir varias veces, terminó lanzando la chancleta con tan mala puntería que el golpe le tocó a Israel, pobre niño además de que no lo dejaron ver su programa le toco el golpe. Cada vez que lo recuerdo me da un ataque de risa al recordar la cara que hizo Israel.

Aquellos tiempos fueron muy bonitos los niños convivían mucho con sus primitos y yo tenía con quien platicar, distraerme y salirme un poco de la rutina, qué pena que hayamos tenido que alejarnos.

lunes, 14 de abril de 2014

El primer berrinche de Jorge.

Imagen tomada de http://ultrawallpapers.org


En fin que de pronto regrese a mi presente, seguramente por algún grito o el llanto de uno de los niños, hasta los recuerdos debían ser de prisa, no había mucho tiempo para perderse en recuerdos aún cuando estos sirvan para liberar tensiones.
La rutina sigue... cada mañana trae consigo el mismo itinerario del día anterior... 

6:00 AM: cambio de pañales y primer biberón del día para dos.
7:00 AM: bajar a la cocina a preparar el desayuno.
7:30 AM: desayuno a toda prisa.
7:45 AM: salir corriendo a llevar a Israel a la escuela.
Y así, con reloj en mano se pasa el día exactamente igual al de ayer y al de mañana y todos los días. Con un poco de suerte podía romper la rutina algún suceso de imprevisto y sin importancia como que se perdiera la niña, que Coquito se accidentara o que a Jorge le diera uno de sus ataques provocado por un berrinche.
Jorge durante su primer año, no dio ningún problema, era un niño sano y tranquilo, era una delicia de niño; pero poco después de cumplir el año, empezaron los problemas, un día después de comer mientras lavaba los platos Don Luis salió de casa, Jorge intento salir con él pero el señor cerró la puerta sin dejarlo salir, en ese momento el pequeño comenzó a llorar dando gritos muy fuertes y pateando la puerta; desde donde yo estaba podía verlo perfectamente y a decir verdad no preste atención a su rabieta y seguí con lo mío, repentinamente el llanto paro y cuando volteé a mirarlo él estaba desvaneciéndose recargado en un mueble que estaba junto a la puerta de salida, de inmediato corrí para ver que le pasaba, él estaba pálido con los ojitos en blanco y no respiraba, lo cargué y trate de hacerlo reaccionar dándole unas cachetadas, solo que al parecer no eran tan fuertes como tendrían que ser para reanimarlo, salí corriendo y pedí a uno de los trabajadores de Javier que se las diera él, pero Jorge seguía sin responder, corrí a la cocina y le di a oler cebolla -eso me dijo el empleado- pero claro, el no respiraba ¿cómo podría olerla? le eche agua en la cara, le quite un zapato y le golpeé la planta del pie y nada, sus labios ya estaban morados... de pronto el empezó a respirar, pero seguía pareciendo que en los brazos cargaba un muñeco de trapo, arranqué a correr para llevarlo con un médico que estaba cerca de donde vivíamos. El doctor en cuanto le explique lo que pasaba, con toda la calma del mundo le dio un apretón en el puente nasal y el niño empezó a llorar muy fuerte, ¡Dios que alivio! El médico me dijo que esto era por el berrinche que había hecho y que procurar que no hiciera berrinches porque volvería a pasar lo mismo, y en caso de volver a suceder solo debía apretar fuerte el puente nasal.
Ahora sí que estaba lucida, como si no fuera poco con todo el trabajo que dan cuatro niños y las travesuras de Coco, ahora también había que cuidar que Jorgito no se enojara para que no se me privara por algún berrinchito.

domingo, 13 de abril de 2014

Recordando a Ricardo.

Imagen tomada de: http://pinceladaselena.wordpress.com/category/uncategorized/page/3/

Al recordar aquellas travesuras de mi infancia no podía dejar de acordarme de Ricardo que era el "súper héroe" que siempre salía a rescatarnos cuando mi padre descubría una nueva fechoría que habíamos cometido Roberto y yo, al pobre siempre le tocaban las reprimendas y alguno que otro cuerazo por adjudicarse todas nuestras diabluras. A decir verdad hasta el día de hoy no he logrado comprender bien porque lo hacía, para llamar la atención y robarnos el crédito o en verdad era por evitarnos una buena tunda. El siempre fue algo raro, ¿será que aquella caída de un árbol que tuvo de pequeño le dejo el cerebro de lado y por eso era diferente? solo él y Dios lo saben.

Ricardo además de ser nuestro súper héroe, también era quien nos mantenía entretenidos con su historias fabulosas, no puedo negar que tenía una gran imaginación y una capacidad increíble para relatar las cosas, por lo que mi hermano y yo le creíamos hasta la última palabra.

Entre tantos cuentos ahora se me vienen a la mente dos de sus relatos, el de la nave espacial y cuando el avión se desplomo en el océano.

Cerca de casa, había un terreno baldío que era uno de tantos en los que acostumbrábamos jugar, Ricardo decía que atrás de un matorral que había allí, tenía una nave espacial y que todas las noches él viajaba en ella al espacio y nos contaba una serie de aventuras que tenía en sus viajes, Roberto y yo lo escuchábamos muy atentos, nos dejaba boquiabiertos con todas esa cosas que nos contaba. ¡Dios! que increíble teníamos un hermano astronauta.
Y qué tal aquel de cuando el avión en el que viajaba con mis padres y por una avería cayó en medio del océano; y ellos sobrevivieron y estuvieron por varios días sobre los restos del avión. Ricardo lucho contra enormes tiburones hambrientos para proteger a nuestros padres sin más armas que los restos del avión que flotaban a su alrededor. Insisto, mi hermano tenía una enorme imaginación, Steven Spielberg se quedó chico a su lado.

Ricardo formo parte de una etapa muy linda en mi vida y me encantaría poder verlo más seguido de lo que lo hago...

sábado, 12 de abril de 2014

El travieso Coco

Mi padre solía decir "hijos chicos problemas chicos, hijos grandes problemas grandes" y estaba descubriendo que era verdad, entre más crecían más complicaciones se presentaban.
Se va haciendo imposible mantenerlos en una cuna o un cuarto entretenidos, conforme van pasando los días van siendo un poco más independientes, más inquietos, y más traviesos. La curiosidad propia de su edad los hace ir descubriendo el mundo que los rodea y aprenden a manipularlo a su antojo aunque esto los lleve a buscarse problemas y dárselos a los padres.
Coco desde que empezó a caminar dejó ver que era un niño extremadamente inquieto y curioso, a cada rato se accidentaba, tanto que terminé siendo cliente frecuente de la cruz verde de las águilas en Guadalajara, cada vez que llegaba la recepcionista me preguntaba, ¿Y ahora que le pasó al güero? lo que tenía de sano lo tenía de accidentado. varias veces tuve que salir corriendo porque él estaba sangrando por una cortada o porque se había descalabrado la cabeza, todo lo que no les pasó a los demás le paso a él. No era raro verlo trepar por una reja o descolgarse por la terraza de la planta alta o incluso usar los cajones de una cómoda como escalera. Lo extraño era verlo quieto con un dedo empujando su ceja con la mirada clavada en la nada, aunque también eso era de cuidado, aún cuando parecía estar perdido en la nada, estaba pendiente de todo y escuchando con atención lo que se hablaba a su alrededor, creo que en esos momentos era cuando preparaba y planeaba sus diabluras. De Coco tengo muchas anécdotas era muy ocurrente y a su alrededor siempre había mucha acción.  
Israel y él siempre estaban juntos, y aunque Isra era mucho más tranquilo no había manera de que se salvara de estar incluido en las vagancias  que Coco hacía. En una ocasión Israel terminó con una herida grande en la pierna, cuando jugaban, hasta hoy no sé bien de quien fue la idea de romper con los pies el cristal de un auto viejo que estaba abandonado en el taller de su papá, lo cierto es que Isra acabo lastimado, ellos para evitar que el regaño inventaron que se había caído en los carrizos que había fuera de casa y que con eso se había cortado, yo a decir verdad lo creí porque en alguna ocasión me había cortado con uno. Tiempo después supe que en realidad se había lastimado al romper el cristal de aquel auto. Solo Dios sabe cuántas cosas me ocultaron y jamás me enteré de lo que realmente paso, no hay manera de tener tantos ojos ni tanta intuición para enterarte de todo.
En ocasiones después de una buena reprimenda por sus travesuras, recordaba las que yo había hecho de pequeña y pensaba en lo afortunada que fui al no salir lastimada a consecuencia de alguna tontería hecha por Roberto y por mí, como la vez que entre los dos tiramos una vieja barda que había al fondo de la casa de mis padres. 

jueves, 10 de abril de 2014

El extravío de Liliana




Desde muy pequeña mi Lily fue muy amiguera, parlanchina y además "jacalera" le encantaba irse a meter a la casa de los vecinos, todos por la cuadra la conocían, desde entonces y hasta el último día de su vida fue muy popular.
Era un día cualquiera, después de la comida, estaba en la cocina acabando de lavar platos y limpiar, cuando noté que Liliana que entonces habrá tenido alrededor de dos años, se había quedado dormida en el sofá de la sala, algo que no me extrañó pues era la hora en que ella acostumbraba a hacer una siesta. le quité sus zapatitos, la vi tan dormida que no quise moverla para no despertarla, confiada en que siempre despertaba llorando subí a mi habitación a ver la televisión en lo que ella despertaba. Israel y Coco estaba jugando en su cuarto y Jorge también dormía en su cuna. Después de un rato baje, me senté en la sala y me puse a platicar con Don Luis que estaba sentado justo donde Liliana se había dormido; un momento después noté que Liliana no estaba ¿Don Luis no vio a Liliana? estaba dormida ahí en el sofá, él me dijo que llevaba un rato sentado ahí y desde que entró no había nadie, inmediatamente vi que tampoco estaban sus zapatitos, me levante rápidamente y comencé a buscarla por toda la casa... ¡no estaba! volví donde mi suegro, no está le dije; él añadió que al llegar la puerta de la casa estaba abierta, ¿abierta? no puede ser, me dirigí de inmediato a preguntar a los empleados de Javier quien había abierto la puerta y si habían visto a Liliana, nadie supo decir quien abrió la puerta pero dijeron que no la habían visto. Sentí como si me hubieran echado un balde de agua helada en la cabeza, quedé paralizada sin saber qué hacer. -Siempre he sido muy lenta para reaccionar en momentos críticos- uno de los empleados dijo que Javier había ido a la tlapalería, que posiblemente la había llevado con él, salí de la casa dispuesta a dirigirme donde Javier y comprobar si la niña estaba con él, solo que en ese momento iba llegando y mi nena no lo acompañaba, yo estaba muy asustada, corrí a preguntar a las vecinas, pero nadie la había visto ese día; Javier que siempre ha sido de naturaleza más bien fría reaccionó de inmediato diciendo vamos a donde acostumbras ir y nos dirigimos rumbo a la escuela de Israel. Caminamos rápidamente y al dar la vuelta a la esquina... ahí estaba Liliana, despeinada con os zapatos sin abrochar y la vaina de un framboyán en la mano, usándola como sonaja. La muy pinga se fue a dar la vuelta a la manzana. ¡Dios qué alivio! mi pequeñita estaba bien y de vuelta en mis brazos.

miércoles, 9 de abril de 2014

Cambio de look familiar.


Cambiarse de casa siempre parece una buena oportunidad para un nuevo comienzo. -Nuevo espacio, nuevos vecinos- y hasta puedes creer que con la mudanza vendrá una nueva vida, pero al desempacar te das cuenta que en las maletas incluso metiste aquello que hubieras deseado dejar olvidado: las cadenas, la sumisión y el conformismo que te hacen parecer un ser oscuro e indiferente.
A ratos no alcanzaban  los destellos de luz y color que me daban mis hijos para ser completamente feliz, siempre faltaba algo, siempre había un vacío y las risas se iban perdiendo cada vez más en el camino.

Una vez instalados en la nueva casa una vecina me trajo a una chica de un rancho para que me ayudara a cuidar a mis pequeños, era muy pesado atender casa y cuatros niños cuyas edades estaban entre los seis meses y los seis años. Al poco tiempo empecé a notar que todos se rascaban mucho la cabeza ¡Ay Dios! estaban llenos de piojos, la chiquilla del rancho se los había pegado. Hice hasta lo imposible por acabar con la plaga pero no había manera, se multiplicaban a una velocidad increíble como si cada día nacieran miles de ellos, mientras no se limpiara la cabeza de esa niña seguirían poblando las cabecitas de mis niños. para bien o para mal, para muchas cosas siempre he sido muy radical y extremista, de modo que la única solución era... ¡raparlos! si no había cabello no tendrían donde esconderse los bichitos. Pues manos a la obra, tijera en mano me dispuse a dejar sus cabecitas lisas y brillantes y no paré hasta que los cuatro parecían hijos de young caine el personaje de la serie de televisión kung fu de los 70's. Y la chica que los contagió termino regresando a su rancho junto con su criadero de piojos. Fue tanta la impresión que me causaron los animalitos esos que yo también sentía paticas que caminaban en mi cabeza aún cuando mi cuñada Juanita ya me había revisado varias veces e insistía que no tenía nada. Pero ya saben, cuando se me mete algo en la cabeza, no hay poder humano que me lo saque. Un buen día cuando llego Juanita ya la estaba esperando con las tijeras y la navaja de rasurar en la mesa, ¡sí! le pedí que me cortara el cabello, ella un tanto incrédula después de preguntar varias veces si realmente quería hacerlo dio el primer corte, debo confesar que me arrepentí al ver el primer mechón de pelo caer al suelo, pero ya no había vuelta atrás, terminé convertida en la esposa del personaje de la serie de televisión. El único que se salvo fue Javier, y eso porque se negó rotundamente a que se le cortara un solo cabello. Qué lástima que no tengo ninguna foto de aquel tiempo para recordar cómo es que nos veíamos todos pelones, sobre todo yo que seguramente me veía horrible, viéndolo por el lado amable creo que nos hacía falta un buen cambio de look,  no puedo evitar soltar una enorme carcajada solo de recordarlo, siempre he estado un poco loca pero aquello que fue un ataque muy grave.

lunes, 7 de abril de 2014

Paréntesis (Tiempo)

Imagen tomada de http://lonkopang.wordpress.com/





Eterno y pausado caminar hacia la muerte, eso es el tiempo. 


No hay quien detenga tu andar, ¿cuál es tu prisa? has un receso y descansa ya.


Experto arrasador de paso lento poniendo punto final a alegrías y tristezas.


Insaciable devorador de momentos y perfecto creador de recuerdos.


Has una pausa cruel tirano te lo ruego, todavía tengo pendientes que aún no he concluido.


Detente que aún tengo sueños... 


!para ya! que se me va la vida.

domingo, 6 de abril de 2014

El cuarto bebé (Jorge Ernesto)



A meses de haber nacido Liliana me embarace por cuarta vez sí, venia otro retoño en camino, mi cuerpo no se cansaba de florecer. Los nueve meses puede decirse que pasaron normales, solo por algunos incidentes que terminaron a golpes -este bebé me volvió agresiva- era la primera vez que tenía tales arranques de violencia, ni siquiera pienso hablar al respecto porque son asuntos demasiado vergonzosos.

Y llego el momento del alumbramiento, esta vez fue otro varoncito precioso y sano al que llamamos Jorge Ernesto, era un bebito muy tierno y bien portado, de esa clase de bebés que dan ganas de comérselos a besos.

Liliana y él ni siquiera se llevaban el año y medio por lo que se me juntaron biberones y pañales para dos, lo que me hizo esa etapa bastante pesada, pero aún así me encontraba súper feliz con mis cuatro pequeñines, ellos, ya lo dije antes le daban color y alegría a mi vida.

Guillermo y Roberto volvieron a la casa de las fuentes , nuevamente estábamos reunidos y esta vez se escuchaban las risas de los niños que corrían por ahí.

A Memo siempre le gusto tocar la guitarra y hacía reuniones muy divertidas y a las que yo no iba, ni siquiera porque para llegar solo había que cruzar el jardín, a Javier no le gustaba asistir y claro, si él no iba yo tampoco. cada vez que le pedía que fuéramos su respuesta era ¡NO! y si le decía que iría sola me salía con que ya era una mujer casada con hijos y no podía andar en fiestecitas ni reuniones sola de modo que me pasaba la noche escuchando la música de la guitarra y los cantos de los invitados.

Ahora comprendo que yo y solo yo tuve la culpa de que las cosas fueran de esa manera, en su momento debí enfrentarlo y defender mis gustos y mi libertad. ¿cobarde...? ¿tonta...? ¿ inexperta...? realmente no importa cuáles fueron los motivos, lo cierto es que lo permití y mi vida se volvió un infierno. " Quedó prohibido reír, cantar y bailar... Y simplemente calle."

El intestado de mis padres se arregló y aunque estaba en desacuerdo con que se vendiera, la mayoría así lo acordaron y no me quedo más remedio que firmar los papeles y la casa se vendió. Después de que nos mudamos no volví a las fuentes, aquel lugar mágico cuyas calles me vieron crecer, reír, jugar y hasta enamorarme. Sus frondosos árboles guardaron el secreto de besos y amores ocultos de adolescencia. entre esas calles se quedaron muchos de los mejores momentos y recuerdos de mi vida... ¡Adelante, solo adelante! y mis cuatros niños eran mi motor.

Descubriendo la verdad.


Ese día cuando llegaron los trabajadores de Javier al ver lo sucedido pensaron que alguien había entrado alguien a robar y había matado a los perros, no sonaba muy convincente su explicación pero bueno... Tomaron la decisión de quedarse algunas noches para cuidar, no fuera a ser que el supuesto ladrón regresara. Esa noche se acomodaron en la casa principal para pasar la noche.

A la mañana siguiente muy temprano, como a las cinco y media que era la hora en que despertaba para cambiar y dar el primer biberón del día a Liliana, vi a los dos empleados parados en el área de trabajo ¿Qué diablos hacen a estas horas levantados? afuera hacía mucho frío como para pensar que estaban disfrutando la puesta del sol, sin embargo me ocupe de lo mío y no me moleste en preguntar, ni loca sacaba un dedo de mi casa con ese frío. Más tarde cuando Javier saliera les preguntaría, después de todo no era asunto mío.

Javier salió y ellos no comentaron nada, y aunque él les pregunto no dijeron nada... ¿extraño no? Cuando llego la hora en que acostumbraban dejar el trabajo, ellos se despidieron argumentando que quizá no era necesario quedarse más. Después de aquella noche no volvieron a entrar a la casa ni siquiera a tomar el baño que se daban todos los días después del trabajo. Estaba claro que algo paso esa noche pero ellos no quisieron decirlo.

El reloj no se detiene, una hora le sigue a la otra, del mismo modo que a los días le siguen las semanas, luego los meses y así continúa la vida, cerrando círculos llamados años.

Preparábamos el bautizo de mi niña, había que limpiar la casa principal que ya tenía meses desocupada, por lo que pedí a un empleado de Javier trajera a su esposa para que me ayudara en la faena ¡uf había polvo por todos lados! se tendría que dar una limpieza profunda así que... ¡manos a la obra! después de más de dos horas de exhaustiva limpieza habíamos terminado, yo entre al baño a revisar que la señora lo hubiese limpiado bien, al ir saliendo alcance a escuchar que su esposo le decía señalando la puerta de una habitación, que de ahí era donde salían los quejidos aquella noche, me quedé paralizada ¡ese era el dormitorio de mi madre! cuestioné de inmediato al hombre, y fue entonces que me contó lo sucedido, no habían podido dormir aquella noche por los lamentos que se escuchaban y provenían de ese cuarto, el miedo los hizo salir apenas vislumbraron el primer rayo de luz. en ese momento entendí porque ellos no volvieron a entrar en la casa.

Pocos días después del bautizo y debido a los extraños sucesos ocurridos decidí ir a la iglesia y pedir al cura que fuera a bendecir la propiedad -por las creencias religiosas que me habían inculcado pensé que eso era lo que debía hacerse- Les he de confesar que me dio mucho trabajo encontrarlo, tuve que dar varias vueltas hasta conseguir hablar con él ¡Dios! ¿es que ahora para hablar con el cura hay que sacar cita? al final no conseguí nada, el cura se negó rotundamente, argumentando que con eso no se jugaba. Pues vaya con el curita del demonio ¿no sería acaso que su negativa tenía que ver con el hecho de que no le agradaban mis padres? pero esa es otra historia.

Decepcionada salí de la iglesia y me dedique entonces a buscar al padre Muro, aquel santo padre que siempre estaba dispuesto, que nunca marcó horarios y que sin importar la hora siempre estaba para ayudar a quien lo necesitaba. - Ese hombre debió irse derechito al cielo con todo y zapatos en cuanto murió- Por fin conseguí el número telefónico donde podía hablar con él, apenas le dije lo que estaba ocurriendo me dijo que esa misma tarde pasaría por casa. No tienen idea del gusto que me dio verlo, el por mucho tiempo fue mas que el cura de la iglesia, era parte de la familia, apreció mucho a mis padres y pasaba mucho tiempo en casa. Hablamos un buen rato, bendijo la propiedad y se marchó. Nunca más lo volví a ver, después de un tiempo supe que había muerto.

Después de bendecir la casa, lo crean o no, dejaron de pasar cosas raras en la casa. Hay quienes creen que las personas que mueren en sucesos dramáticos se niegan a dejar este mundo y siguen viviendo en los lugares que amaron, hasta que algo los hace tomar su camino a la luz. No puedo afirmar que esto sea verdad pero a estas alturas he aprendido a tampoco negar lo que no entiendo.

sábado, 5 de abril de 2014

Paréntesis. Cuento corto



El cochecito, la ciudad y el robot.

Un día caminando por la vida encontré un cochecito... chiquito, estético y de bonito color y con un motor que era prácticamente nuevo.

Al conducirlo noté que sólo le habían dado unos cuantos arrancones que no habían sido suficientes para aflojar su flamante motor, por lo que necesitaba un dueño que lo hiciera correr. De preferencia un ingeniero mecánico que supiera instalarle un equipo sofisticado y escaso con el que quedaría alisto para competir en las mejores pistas y con los mejores corredores del mundo... ¡qué lástima! el dueño no tenía tiempo más que para darles algunos arrancones de vez en cuando al lado de de autos con carrocerías bonitas y corredores inexpertos, se conformaba con eso -¡Qué desperdicio!- Era un carrito maravilloso que podría ser perfecto e inigualable.

El cochecito estaba en una ciudad impresionante y desperdiciada como él. Era una ciudad pintoresca, bella, perfectamente planeada y edificada... Debió construirla un genio en arquitectura. Llena de riquezas sin fin.

Ahí conocí dos preciosos pedernales, que brillaban como estrellas y cuya luz emanaba más brillo y más calor que los mismos rayos del sol. Contaba con un mar grandioso, poseedor de las perlas más perfectas y blancas que nadie vio jamás.

Había también montañas, valles y quebradas distribuidas de manera tal que lograban un paisaje que parecía hecho de terciopelo... digno de admirar.

Lamentablemente esta ciudad era gobernada por un robot, por demás elitista al que se le había programado solo para trabajar y pensar, así que la ciudad que gobernaba no pasaba de ser más que una herramienta y como tal la pintaba, limpiaba y mantenía aceitada. Motivo por el cual los visitantes salían prácticamente huyendo, porque no encontraban cordialidad, atención y buen trato.

En esta ciudad no sabían qué hacer con la gente, no sabían para que servía aparte de trabajar. Así que esa fantástica ciudad junto con su flamante cochecito y su metalizado robot, quedó convertida en un desierto, cubierto de polvo sin flora ni fauna, o lo que es lo mismo... quedó sin vida.

¡Qué pena me dan!

El flamante cochecito, porque sería feliz con otro dueño en otra ciudad.

La monumental ciudad, porque progresaría más con un gobernante más humano que la llevaría a alcanzar la perfección.

Y el pobre robot, porque con un programa adicional y un corazón, sería un ser humano genial.

Una historia de terror



Javier estaba tan contento con su niña, que no veía el momento de presumirla a todo el mundo, apenas me dieron de alta hicimos un recorrido por las casas de las personas más allegadas a nosotros para que conocieran a la muñequita. Pasamos el día entero de casa en casa y cuando por fin llegamos a casa por la noche me sentía muy mal, primero supuse que era el cansancio, pero más tarde

estaba ardiendo en fiebre y Javier tuvo que llevarme de urgencia al médico, el diagnostico fiebre puerperal, me enviaron una tonelada de antibióticos y reposo ¡si aja! reposo con tres chamaquitos -una recién nacida, uno que era el alma del diablo y otro que aunque más tranquilo, no dejaba de hacerle segunda al diablillo- Por fortuna la hermana de Javier se ofreció muy amablemente a cuidar de mi y de los niños en tanto yo recuperaba la salud.

Con tanto antibiótico no podía amamantar a mi niña, por lo que me vi obligada a ponerme una inyección para secar la leche porque el dolor en los senos era insoportable, el simple roce de mi brazo me hacía gritar. Mi organismo no estaba respondiendo bien al medicamento, la fiebre tardo varios días en ceder; hasta que poco a poco fui sintiéndome mejor, pero mi cuñada no dejó que me marchara hasta estar completamente segura de que estaba en condiciones de cuidar a mis pequeñines. Fueron aproximadamente dos semanas las que pase en casa de mi ella, y aunque apenada no puedo negar que era cómodo estar ahí pero apenas estuve en condiciones regrese a mi casa... a la rutina de siempre.

Hasta el día de hoy le estoy muy agradecida.

Guillermo ya no vivía en el apartamento de la propiedad, y por alguna razón que no recuerdo tampoco Roberto estaba allí por lo que nos mudamos al pequeño apartamento ya que la casa principal me causaba mucho miedo, aunque Guillermo dijera lo contrario ahí pasaban cosas muy extrañas aunque a decir verdad esas cosas raras sucedían en toda la propiedad.

Habían cuatro perros que cuidaban el terreno. Una noches cuando ya había acostado y dormido a los niños, paso algo espeluznante. Yo me encontraba mirando la televisión y Javier se daba un baño, cuando de pronto los perros empezaron a ladrar y a chillar en un tremendo escándalo, se escuchaba que corrían y se golpeaban contra la malla que rodeaba el área donde se encontraban, el ruido pareció durar horas o al menos eso me pareció debido al terror que sentía. De pronto la calma... silencio total. Ni Javier ni yo nos atrevimos a asomarnos, mucho menos a salir para ver qué había ocurrido. A la mañana siguiente muy temprano salimos intrigados por la ausencia de cualquier ruido relacionado con los perros y el panorama fue horripilante, todos estaba muertos.

Sus caras tenían expresión de terror... lo que vieron los hizo entrar en pánico, tanto que una de las perras tratando de escapar quedó con el hocico incrustado en la malla metálica.

Jamás sabremos qué es lo que paso esa noche pero si les puedo asegurar que aún ahora se me enchina la piel de solo recordarlo.

El nacimiento de Liliana.



Entre lo que parecía una historia de terror y la alegría de estar nuevamente en casa con mis hermanos, me embaracé por tercera vez, estaba feliz y me sentía afortunada, esta era una nueva bendición que me daba la vida. Este embarazo desde el principio fue diferente, no me sentía igual que con los anteriores y no entendía por qué.

Los nueve meses pasaron volando y llego el día marcado, mi bebé pedía salir al mundo, empecé con las contracciones que anuncian que el parto se aproxima un Sábado por la noche y mi chiquito nació hasta el domingo por la noche.

¡¡Es una güerita!! dijo el médico que me atendió, después de varias horas de trabajo de parto y alguna complicación. Esas palabras fueron el mejor analgésico, inmediatamente todo dolor había desaparecido.

No era la primera vez que mi cuerpo florecía y daba frutos, sin embargo esta vez era diferente ¡era una hermosa niña! y con esto mi sueño estaba completo, tenía dos sanos y hermosos muñequitos y una hermosa flor. (Qué más podía pedir) Pero aún sin quizá merecerlo la vida me bendijo años después con dos muñequitos mas. Cinco tesoros... Cinco bendiciones... Cinco motivos para vivir y salir adelante cada día sin importar las complicaciones y los problemas. Fue en ese momento cuando empecé a comprender a mi madre y su preocupación

El tiempo tendría que detenerse cuando todo es como fin de cuento de hadas, los pequeños van creciendo y con ellos mil sonrisas, alegrías y satisfacciones, podrías asegurar que siempre serás imprescindible para ellos... solo que el "vivieron felices para siempre" no existe.

viernes, 4 de abril de 2014

El regreso a Guadalajara

Imagen tomada de http://www.unionjalisco.mx/


Después de la tormenta viene la calma aparente y aún cuando no terminas nunca de asimilar lo que ha pasado, tienes que seguir adelante y vestirte de resignación y fuerza... El tiempo no se detiene, sigue regalando alboradas que despuntan en días monótonos, lentos, y pesados.

Mi única alegría mis dos pequeños que matizan mi espacio de colores claros con sus sonrisas, y que sin embargo no terminar de iluminar mi oscura existencia, y vuelve la pregunta que me he hecho tantas veces ¿dónde quedó la niña alegre a la que le gustaba sonreír, cantar y creía poder comerse el mundo a puños?

Meses después de la partida de mis padres, regresamos a vivir a Guadalajara, nos instalamos en donde fuera la casa de ellos, ahí en el castillo de los sueños de mi infancia... Esa casa tenía tantos recuerdos lindos pero la ausencia de mis padres la tornaba lúgubre y fría.

Aquel era un terreno muy amplio, al frente estaba la casa principal que fue donde nos instalamos junto con Roberto y atrás un pequeño apartamento en el que vivía Guillermo con su esposa Juanita. Al principio y a pesar de todo era bonito convivir nuevamente con mis hermanos y haber reencontrado a mi amiga Lupita que vivía en la casa de enfrente.

En la casa empezaron a suceder cosas extrañas como ruidos que venían de la cocina y el comedor, una puerta que se abre después de haberla dejado cerrada, y hasta una luz que se apaga justo al entrar a una habitación. ciertamente esto me aterrorizaba y prefería encerrarme en mi cuarto antes que empezara a oscurecer. Memo me decía que eran ideas mías, que no pasaba nada y yo trataba de creer que así era.

jueves, 3 de abril de 2014

La culpa y un sueño premonitorio.



Al principio pensé que Javier era el culpable por la muerte de mis padres y pensaba constantemente si no les hubiera hablado nada de esto habría pasado, pero después deje recaer la culpa en mi, si no me hubiera separado no habrían venido y nada les habría pasado...

Por mucho tiempo cargue con esa culpa por más que me decían que nadie tenía la culpa de eso, simplemente ese era el momento de marcharse y Dios los esperaba justo en esa parte del camino. Mi hermano Memo alguna vez me dijo "uno se pasa del rayo pero no de la raya" y esto lo comprendí muchísimo tiempo después.

De alguna manera yo sabía que algo pasaría, aproximadamente un mes y medio antes del accidente tuve un sueño muy extraño que me inquieto mucho al grado de contárselo a algunas personas. -Me encontraba en la casa de mis padres parada en la puerta del comedor que daba al patio trasero de la casa mirando como un enorme remolino iba arrasando todo a su paso acercándose cada vez más hacia donde yo me encontraba, de pronto me encontré mirando por la ventana que daba a la calle, y en cuanto el remolino traspaso la cerca que limitaba la casa, desapareció. Volteé y vi a mi padre tendido en el suelo, estaba herido, y me apresure a abrazarlo pero en un segundo el ya no estaba, y pude ver la casa en ruinas y mucha gente al rededor.-

Pocos días después de haber tenido el sueño lo olvidé; aunque repentinamente cuando me encontraba en la funeraria vino de golpe a mi mente aquel sueño. ¡Lo sabía! aquel extraño sueño me lo había dicho claramente pero no lo supe entender, y a fin de cuentas de nada habría servido que entendiera lo que me anunciaba, no habría podido cambiar los hechos marcados por el destino. Pero era clarísimo, de la misma forma en que el remolino del sueño solo había dañado la propiedad de mis padres, su partida solo afectaba de manera directa a los de casa. todo lo que paso tenía muchas coincidencias con aquel sueño. No debí recordarlo nunca, esto solo sirvió para que ahora con más fuerza siguiera reprochándome por lo sucedido.

La muerte de mis padres.



El Domingo 31 de Agosto de 1981 cuando mis padres viajaban de regreso a Guadalajara tuvieron un accidente en el que murieron los dos.

Los recuerdos de ese suceso son muy confusos, quizá por los años que han pasado desde entonces ó son de esas cosas que acostumbra bloquear mi cerebro cuando duelen mucho.

Aquel día por la tarde Rocío llego con Itzel a mi casa pidiendo a Javier que la llevara a San Juan del río, Querétaro pues mis padres habían sufrido un accidente, y aún cuando ella ya sabía que los dos habían muerto dijo que no me preocupara, pues estaban bien, yo como siempre ante la noticia y la prisa me quedé paralizada, como que no acababa de comprender bien lo que había pasado; Rocío me encargo a su hija y Javier y ella salieron casi de inmediato. Momentos después empecé a comprender lo sucedido y empecé a preguntarme porque no había ido con ellos. conforme fue corriendo el tiempo fui desesperando, no sabía qué hacer y no hacía más que reprocharme por no haberlos acompañado.

Por aquel tiempo a Javier le había dado por dejarme encerrada con llave cuando salí y esa vez no fue la excepción, en mi desesperación me vi obligada a romper las protecciones de herrería de una puerta para poder salir de la casa y pedir a la vecina que me prestara el duplicado de las llaves que Javier acostumbraba dejarle y así poder sacar también a los niños.

Sin las llaves del carro y sin dinero para moverme con tres pequeños, pedí a mi vecina una moneda para hacer una llamada telefónica, y llamé a uno de mis cuñados explicándole la situación y pidiéndole de favor viniera por mí para que desde su casa pudiera hablar de larga distancia a Guadalajara para saber bien que había pasado, él inmediatamente fue por mí. Guillermo contesto el teléfono, le explique lo que pasaba y él me confirmo lo sucedido, solo dijo: "fueron los dos" en ese momento rompí en llanto.

Después de un rato mi cuñado me llevo de regreso a mi casa para esperar que Javier volviera para saber lo que se haría. Cuando él volvió nos abrazamos y lloramos juntos. Teníamos que viajar a Guadalajara, pues a esa hora seguramente los cuerpos de mis padres estaban siendo trasladados.

En aquel momento llevamos a los pequeños a casa de mi cuñada donde los dejamos encargados. Javier estaba muy nervioso y no quiso conducir en carretera, por lo que intentamos viajar en autobús, solo que por la hora ya no había ninguna corrida con ese destino, las horas habían pasado demasiado rápido, y la única opción que quedaba era viajar en avión; Conseguimos boletos en el primer vuelo del lunes por la mañana.

Cuando llegamos a casa de mis padres inmediatamente sentí esa sensación horrible de vacío y ausencia que flotaba en el aire sin dejar respirar.

Todos juntos nos dirigimos a la funeraria donde para esa hora ya había un mar de gente que había ido a darles el ultimo de adiós, en aquel momento comprendí cuan queridos eran mis padres.

Después del sepelio regrese a la Ciudad de México y tuve que acostumbrarme a vivir con ese dolor y esa sensación de vacío que habían dejado Papá y Mamá.

    

miércoles, 2 de abril de 2014

Intentando huir de la monotonía



Y la vida siguió sin detenerse, un día seguía a otro... y a otro... y a otro sin grandes novedades y todo comenzó a volverse rutina desde la salida del sol hasta que se ocultaba.

¡lo mismo... siempre lo mismo! y mi mundo se había reducido al espacio dividido en habitaciones entre cuatro paredes, a dos hijos y un hombre que presumía ser mi pareja, y lo era porque lo decía un papel pero, en realidad se había convertido en un tirano malvado se dedicaba a manipular todo y limitarme. Cada vez me encerraba más; lo malo es que empecé a ver muy normal ese aislamiento en el que me había metido.

A veces me preguntaba donde había quedado aquella niña alegre y risueña que solía ser... la monotonía me había atrapado y entre más tiempo pasaba me iba pareciendo mas difícil escapar.

En un momento de rebeldía y armándome de valor decidí escapar, tome a mis niños y me fui a casa de mi hermana. Supuse que sería fácil escapar, pero no tome en cuenta lo verdaderamente importante, debía encontrar un empleo pero... no sabía hacer nada ¿cómo podría mantener a mis hijos? Seguro que Javier no me iba a dar ni un centavo, y así mismo fue. El quería que yo regresara a toda costa, intento varias cosas desde hablar, amenazar con quitarme a Israel, no darme dinero y al final como no conseguía que volviera, llamó a mis padres, y ellos viajaron inmediatamente.

Por el tipo de educación que les dieron a ellos y por sus creencias religiosas no podían permitir que uno de sus hijos se divorciara y su hija menos. Por más que les expuse mis motivos ellos no los escucharon, tal vez pensaron que no tenían suficiente peso, que no eran válidos. Mis padres terminaron convenciéndome de de darle a Javier una oportunidad. Recuerdo perfectamente las palabras de mi padre: "dale una oportunidad y si no funciona vengo por ti y te pones a estudiar. ya sabes que aquí está el viejo pelón que no se raja"

Al día siguiente ellos emprendieron el viaje de regreso a Guadalajara.

Aquella fue la última vez que los ví.


martes, 1 de abril de 2014

Mi boda por la iglesia


Días después de que naciera Coco, mi madre regreso a Guadalajara, no sin antes haberme dado mil indicaciones de cómo cuidar al pequeño Javier y como tratar a Israel para evitar que sintiera celos del chiquitín; por supuesto yo procuré seguir sus consejos al pie de la letra, pero al final las cosas no se dieron del todo bien y acabe sobreprotegiendo un poco a Israel; la diferencia que hacía Javier entre los dos pequeños era demasiado notoria. Para mi esas diferencias eran ofensas que él me profería día con día y que crearon en mi un resentimiento que aún ahora después de tantos años no logro superar ni perdonar y que seguramente me llevaré a la tumba.

Meses más tarde mi madre regresó a la ciudad de México para cuidar a mi sobrina Itzel que estaba enferma y como mi hermana trabajaba no podía llevarla a la guardería. Después que mi sobrina recupero la salud mi hermana llevó a mi madre a visitarme justo el día que ella debía regresar a Guadalajara, por lo que solo pasarían el día conmigo y después de comer se marcharían o perdería el tren. Era Sábado y Javier convenció a mi madre de quedarse hasta el lunes con la promesa de que ese día viajaríamos todos a Guadalajara, él tenía planeado tomar unas vacaciones, fue algo difícil convencerla pero al final acepto.

Javier y yo no estábamos casados por la iglesia, solo nos habíamos casado por el civil para poder registrar a Israel puesto que en aquel tiempo si registrabas a un niño sin estar casado en su acta quedaba asentado que era un hijo natural en lugar de hijo legitimo, antes y ahora me parece que era una cosa absurda y pre juiciosa. La cosa es que mi madre aprovechando el viaje nos pidió que lleváramos nuestros documentos para ver si nos casábamos por la iglesia, Javier y yo no teníamos pensado hacerlo, pero aceptamos pensando que en una semana no se arreglaría nada.

El lunes tal y como lo había prometido Javier, viajamos a Guadalajara, llegamos por la noche y mis madre le dijo a mi padre que queríamos casarnos por la iglesia ¿Queríamos? más bien ella lo quería.

Mi padre tenía por costumbre asistir todos los días por la mañana a misa, y cuando volvió nos dijo muy contento: "se casan el Sábado" ¿qué? ¿y las amonestaciones y todo el tramite? nosotros debíamos volver a mas tardar el domingo a la ciudad de México, Javier tenía que trabajar. Como siempre mis padres se salieron con la suya, ni Javier ni yo tomamos en cuenta las influencias eclesiásticas de mi padre; él fue a ver al obispo y consiguió las dispensas de las amonestaciones y nos casamos el Sábado por la noche. La boda no tuvo nada que ver con lo que alguna vez había soñado; no hubo vestido blanco ni una iglesia llena de flores blancas con muchos invitados ni una fiesta magnifica, en fin como lo dije antes no era lo que habría querido, pero al menos le di gusto a mis padres, su niña se caso como Dios manda.

El nacimiento de Coco (Javier Alberto)



Era el mes de Junio, el clima era un poco cálido a pesar de que ya habían caído las primeras lluvias de la temporada, aunque ahora que lo pienso quizá yo sentía más calor de lo normal por el embarazo, a estas alturas no encontraba ningún sitio cómodo; parada, sentada o acostada parecía imposible descansar. Mi vientre parecía un globo que en cualquier momento iba a estallar.

Mi pequeño estaba ansioso por salir a conocer el mundo, se movía a cada momento y pateaba con mucha fuerza, el momento estaba cada día más cercano, pronto lo tendría entre mis brazos y podría perderme embelesada en su diminuto rostro.

Aquel día me había parecido eterno, las horas habían transcurrido con mucha lentitud y las molestias se presentaban más marcadas que nunca, cuando llego la noche era tanta la molestia que no logre conciliar el sueño por lo que decidí dejar la cama y empecé a dar vueltas por la casa, procurando no hacer ruido para no despertar a nadie, aún así mi madre termino escuchándome y se levanto a ver qué pasaba, para ese momento habían iniciado las contracciones indicando que había entrado en trabajo de parto. Mi madre insistió en que despertara a Javier, ella estaba más nerviosa que él y yo juntos, ella empezó a tomar el tiempo que había entre cada contracción y la duración de estas; hasta que de pronto insistió en que era hora de dirigirnos al sanatorio o de lo contrario el niño nacería ahí o en el camino, y sí que sabía de estas cosas Mamá; poco menos de una hora después de llegar al sanatorio mi pequeñito había nacido ¡era otro varoncito! y gracias a Dios estaba perfecto de salud y era un bebé muy hermoso. En cuanto su padre lo vio lo llamó "coquito" y ese sobrenombre se le quedó hasta el día de hoy. Su nombre real es Javier Alberto, aunque originalmente teníamos pensado ponerle Omar, pero mi madre protestó diciendo que debería llamarse como su padre y nosotros accedimos.

Javier desde el primer momento quedó encantado con su "coquito" y apenas salimos del sanatorio, no dejaba de presumir a todo el mundo a su hijo, cosa que no paso cuando nació Israel.