viernes, 4 de abril de 2014

El regreso a Guadalajara

Imagen tomada de http://www.unionjalisco.mx/


Después de la tormenta viene la calma aparente y aún cuando no terminas nunca de asimilar lo que ha pasado, tienes que seguir adelante y vestirte de resignación y fuerza... El tiempo no se detiene, sigue regalando alboradas que despuntan en días monótonos, lentos, y pesados.

Mi única alegría mis dos pequeños que matizan mi espacio de colores claros con sus sonrisas, y que sin embargo no terminar de iluminar mi oscura existencia, y vuelve la pregunta que me he hecho tantas veces ¿dónde quedó la niña alegre a la que le gustaba sonreír, cantar y creía poder comerse el mundo a puños?

Meses después de la partida de mis padres, regresamos a vivir a Guadalajara, nos instalamos en donde fuera la casa de ellos, ahí en el castillo de los sueños de mi infancia... Esa casa tenía tantos recuerdos lindos pero la ausencia de mis padres la tornaba lúgubre y fría.

Aquel era un terreno muy amplio, al frente estaba la casa principal que fue donde nos instalamos junto con Roberto y atrás un pequeño apartamento en el que vivía Guillermo con su esposa Juanita. Al principio y a pesar de todo era bonito convivir nuevamente con mis hermanos y haber reencontrado a mi amiga Lupita que vivía en la casa de enfrente.

En la casa empezaron a suceder cosas extrañas como ruidos que venían de la cocina y el comedor, una puerta que se abre después de haberla dejado cerrada, y hasta una luz que se apaga justo al entrar a una habitación. ciertamente esto me aterrorizaba y prefería encerrarme en mi cuarto antes que empezara a oscurecer. Memo me decía que eran ideas mías, que no pasaba nada y yo trataba de creer que así era.

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