miércoles, 9 de abril de 2014

Cambio de look familiar.


Cambiarse de casa siempre parece una buena oportunidad para un nuevo comienzo. -Nuevo espacio, nuevos vecinos- y hasta puedes creer que con la mudanza vendrá una nueva vida, pero al desempacar te das cuenta que en las maletas incluso metiste aquello que hubieras deseado dejar olvidado: las cadenas, la sumisión y el conformismo que te hacen parecer un ser oscuro e indiferente.
A ratos no alcanzaban  los destellos de luz y color que me daban mis hijos para ser completamente feliz, siempre faltaba algo, siempre había un vacío y las risas se iban perdiendo cada vez más en el camino.

Una vez instalados en la nueva casa una vecina me trajo a una chica de un rancho para que me ayudara a cuidar a mis pequeños, era muy pesado atender casa y cuatros niños cuyas edades estaban entre los seis meses y los seis años. Al poco tiempo empecé a notar que todos se rascaban mucho la cabeza ¡Ay Dios! estaban llenos de piojos, la chiquilla del rancho se los había pegado. Hice hasta lo imposible por acabar con la plaga pero no había manera, se multiplicaban a una velocidad increíble como si cada día nacieran miles de ellos, mientras no se limpiara la cabeza de esa niña seguirían poblando las cabecitas de mis niños. para bien o para mal, para muchas cosas siempre he sido muy radical y extremista, de modo que la única solución era... ¡raparlos! si no había cabello no tendrían donde esconderse los bichitos. Pues manos a la obra, tijera en mano me dispuse a dejar sus cabecitas lisas y brillantes y no paré hasta que los cuatro parecían hijos de young caine el personaje de la serie de televisión kung fu de los 70's. Y la chica que los contagió termino regresando a su rancho junto con su criadero de piojos. Fue tanta la impresión que me causaron los animalitos esos que yo también sentía paticas que caminaban en mi cabeza aún cuando mi cuñada Juanita ya me había revisado varias veces e insistía que no tenía nada. Pero ya saben, cuando se me mete algo en la cabeza, no hay poder humano que me lo saque. Un buen día cuando llego Juanita ya la estaba esperando con las tijeras y la navaja de rasurar en la mesa, ¡sí! le pedí que me cortara el cabello, ella un tanto incrédula después de preguntar varias veces si realmente quería hacerlo dio el primer corte, debo confesar que me arrepentí al ver el primer mechón de pelo caer al suelo, pero ya no había vuelta atrás, terminé convertida en la esposa del personaje de la serie de televisión. El único que se salvo fue Javier, y eso porque se negó rotundamente a que se le cortara un solo cabello. Qué lástima que no tengo ninguna foto de aquel tiempo para recordar cómo es que nos veíamos todos pelones, sobre todo yo que seguramente me veía horrible, viéndolo por el lado amable creo que nos hacía falta un buen cambio de look,  no puedo evitar soltar una enorme carcajada solo de recordarlo, siempre he estado un poco loca pero aquello que fue un ataque muy grave.

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