sábado, 28 de mayo de 2016

El hombre del parque. Parte 3





A la sombra del viejo pirul hablamos de todo y de nada, del sol y las estrellas, de amores y desamores, de nuestras grandezas y hasta de nuestras miserias; no nos dimos cuenta que sin saber siquiera nuestros nombres, cada uno había desnudado su alma frente al otro sin llegar a sentirse vulnerable.

Me habló del adolescente que fue, me contó que aun seguía atrapado en un cuarto con techo de láminas en un barrio miserable donde las circunstancias de la vida lo habían obligado a vivir, narró la forma en que había sido abusado por su padre al poner sobre sus hombros obligaciones que no le correspondían... -Sus ojos se humedecieron y nuevamente su voz se quebró- Aún le dolía el recuerdo. En ese momento pude ver en sus ojos la mirada de aquel adolescente lleno de rabia, impotencia y frustración; vi al chico lleno de miedos que aún vivía oculto en su cuerpo de hombre valiente y triunfador.

Sus circunstancias habían cambiado, él las había cambiado, pero, parecía no darse cuenta, no notaba que era mucho más fuerte de lo que él creía, prefería dejarse vencer por los miedos que había obtenido en su adolescencia, dejaba que el pensamiento heredado de sus padres dominará. Era mucho más cómodo, pero no comprendía que ese pensamiento no iba con él, él era otra persona con un carácter diferente, con sueños y necesidades diferentes a los de sus padres. El pobre seguía cargando sobre su espalda responsabilidades que no le correspondían e intentaba purgar los errores de un padre ausente.

Él descargo en mis oídos su frustración y su impotencia, sus miedos y sus tristezas, yo lo escuche, lo comprendí y me habría gustado ayudarlo a salir de su prisión, pero no era yo quien podía hacerlo, era sólo él quien debería encontrar las respuestas, era él quien tenía que armarse de coraje y valor, esa era la única manera de liberar al chico que llevaba dentro, para poder ser feliz.

Y así, hablando de todo y de nada se nos fue la mañana. Cuando nos despedimos no hubo promesa de volver a vernos, él soltó mi mano, me miro a los ojos y se marchó. Comprendí que no volveríamos a vernos y debo confesar que en el fondo sentí una gran tristeza, pero estábamos destinados a ser sólo flor de un día, a ser estrellas fugaces cruzando un cielo que no nos pretenecía.

Ese día fuimos dos extraños sentados en un parque, dos desconocidos tomados de la mano como si se conocieran de toda la vida, dos extranjeros de visita en el mundo del otro... Sí, aquel día fuimos dos soles que se iluminaron el alma por un momento, y que nunca más se volvieron a ver.

Fin.

Dos soles.



Fragmento de "El hombre del parque"

Estrellas fugaces



Fragmento de "El hombre del parque"

El hombre del parque. Parte 2


En ese momento giré un poco mi cuerpo hasta quedar sentada mirando hacia Él, observe su rostro pálido y desencajado, sus ojos color marrón  tenían una hermosa, transparente y profunda mirada triste que invitaba a pasar hasta el fondo de su alma, fue entonces que sus labios sonrieron con más melancolía que alegría.

Durante un largo rato, ninguno de los dos pronunció palabra alguna, estuvimos callados escuchando el canto de los pájaros y metidos en nuestros propios pensamientos. Me acostumbre rápidamente a su presencia y hasta llegué a sentirme cómoda sabiéndolo sentado a mi lado, la sensación de desconfianza había desaparecido.

Y ahí estábamos los dos haciéndonos compañía, sin hablar, sin pronunciar una sola palabra; y sin embargo me sentía conectada con aquel hombre al que jamás había visto y del que no sabía ni su nombre... Jamás había experimentado algo tan maravilloso.

¿Alguna vez notaste lo triste que es darte cuenta de que no basta toda tu luz para iluminar a alguien cuya oscuridad es inmensa? -Preguntó mientras mantenía fija la mirada en la nada-  Su pregunta me desconcertó, a decir verdad eso era algo que jamás  había pasado por mi mente, no respondí nada, me quedé al igual que él con la mirada perdida y tratando de comprender bien a qué se refería exactamente.

Lo intenté una vez -dijo con voz muy baja- pero con gran frustración descubrí que sólo fui una pequeña luciérnaga intentando iluminar su inmensa oscuridad, ella opacaba mi luz con la negrura de su alma, y sin embargo la amé con toda el alma, con toda mi grandeza, con toda mi luz y todas mis fuerzas... Su voz pareció quebrarse y no pudo seguir diciendo nada. -Sé bien lo que se siente cuando las palabras se anudan en la garganta y se niegan a salir-

Yo estaba sorprendida, jamás había conocido un hombre que supiera amar de esa manera. Instintivamente tome su mano y la apreté con fuerza, no sabía que decir, era evidente que el hombre sufría y más que palabras necesitaba consuelo, yo estaba ahí por alguna razón, el destino me había puesto en aquel lugar quizá para consolarlo... Quizá para aprender de sus palabras. Sea cual fuere la razón por la que ese día mis pasos me llevaron a esa banca, lo cierto es que dios y el destino se habían confabulado para hacer posible aquel encuentro.

Él sostenía mi mano con fuerza, como si se aferrara al consuelo que ésta le brindaba. A veces no hace falta más que el calor de una mano para sentirnos cobijados y protegidos    -sin importar de quien sea esa mano- a veces las cosas que a simple vista parecen insignificantes son las más llenan el corazón.

viernes, 27 de mayo de 2016

El hombre del parque.Parte 1




A veces amanezco con ganas salir de este encierro voluntario en el que vivo confinada, y no es que pese la soledad, es sólo que de vez en cuando siento el deseo de salir para admirar las maravillas que nos da el ser supremo de manera gratuita. Me gusta sentir el sol calentando la piel y el aire rozando suavemente la cara al tiempo que revuelve los cabellos, me gusta mirar el verde de los prados, los colores de las flores y los árboles de diferentes tamaños que crecen dispersos por el camino, me gusta escuchar el canto de los pájaros que parece acompañarme durante el recorrido; en fin, que me gusta cargarme con toda esa energía que me regala la naturaleza.

Y esa mañana sin tanto pensarlo salí de casa, e inicié mi caminata, mis pasos me llevaron a un pequeño parque con caminos de adoquín rojo decolorado por el sol a cuyos lados se hallaban pequeños jardines cubiertos de verde pasto y flores silvestres. Cada calle finalizaba en el centro del parque donde se encontraba una gran fuente de forma circular a la que rodeaba el camino. Por todo el parque había bancas hechas de cemento para que los visitantes pudieran sentarse a descansar, leer o simplemente pensar.

El parque estaba solitario, a esa hora de la mañana es casi imposible cruzarse con alguien en el camino, esto era perfecto para una persona ermitaña como yo a la que no le gusta mucho la gente; y no es exactamente que no me agrade, pero prefiero mantenerla a cierta distancia, no soy partidaria del chismorreo ni del ruido ni la banalidad.

Después de caminar más de una hora, y sin muchas ganas de regresar aún a casa, me senté en una banca que estaba bajo un viejo y enorme árbol de pirul cuya sombra era perfecta para descansar. Soplaba un viento suave, cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de esa sensación de ser acariciada por las sutiles y delicadas manos del aire. No había pasado mucho tiempo cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado, asustada abrí los ojos y voltee a mirar quien había tenido la osadía de interrumpir mis pensamientos invadiendo mi banca.

Mi sorpresa fue grande al mirar a aquel hombre nada mal parecido y bien vestido. Mi primer impulso fue levantarme y alejarme, pero al intentarlo el sujeto me tomo del brazo con delicadeza, con voz muy suave y en tono un tanto suplicante dijo -Por favor no te vayas, no quiero hacerte daño-

miércoles, 25 de mayo de 2016

Luciérnaga.

Sólo fui una pequeña luciérnaga 
intentando iluminar tu inmensa oscuridad 
Fragmento de "El hombre del parque"

Ingenua.

Decidí confiar en usted aún sabiendo que era un traidor...
¿Qué más prueba de amor quiere?

¡sí! Yo pequé de ingenua al creer en usted, pero...
 Usted fue un mentecato que no supo valorar el amor que le brindé.

Tú y yo sabemos.


miércoles, 18 de mayo de 2016

Adán y Eva

Él fue mi Adán... 
Yo fui  su Eva...
Y la manzana del miedo,
nos condenó al olvido.

Hombre de barro.


Fue el ídolo de barro que quise convertir en hombre... Lo tome dulcemente con mis manos, lo acuné entre mis brazos y lo apreté contra mi pecho para darle calor, le cubrí de besos los labios y los ojos , lo arropé con el alma y lo amé con un amor inmenso de esos que pueden dar vida hasta a una piedra.
Usted me llamará loca, pero pude haberle dado un corazón y vida al mismo barro, si el barro hubiera tenido el valor de  convertirse en hombre.

martes, 17 de mayo de 2016

48 horas.

Dentro de cuarenta y ocho horas pasarás a ser parte de mi pasado, 
amarte será el pecado que condene mi alma  
y tu recuerdo será el castigo por no poder dejar de amarte.

Sin remordimientos.



Recogí los sentimientos y me marche con la frente en alto, con la conciencia tranquila y llena de gozo; No le debí nada, no le escatimé el cuerpo ni el alma, di todo lo que puede dar una mujer que ama.

Junté los pedazos de mi corazón desilusionado y roto y eche a andar mirando hacia el futuro sin ningún remordimiento, convencida de haberle dado lo mejor de mí, con completa sinceridad, sin máscaras, sin poses ni disfraces.

La vida a veces da sólo una oportunidad y yo la aproveché, amé como aman los locos, amé como suicida, amé como pocos saben hacerlo y no me arrepiento; lamentable habría sido no amar por temor, triste sería si hubiera preferido mantenerme a buen resguardo dejando oxidar al corazón.

Guardé la vivencia y caminé sin querer mirar atrás, me fui a crear paso a paso un nuevo camino, me alejé feliz atesorando el recuerdo de un amor vivido sin censura alguna. Y me retiré, me perdí entre la gente, me desvanecí en el tiempo y la distancia... pero con el alma en paz.

lunes, 16 de mayo de 2016

¿Qué faltó?

¿Qué faltó?
Le ofrecí respeto, confianza y admiración.
Le regalé el alma, la vida y todo mi amor.
Le di mi tiempo  y mi piel ardiente de pasión.


Rompe las cadenas.

¿Piensas seguir escribiendo la historia que empezaron tus padres?
O por fin tendrás el valor de romper las cadenas para escribir la tuya.
Ya es tiempo de ser libre, es tiempo de ser feliz.


jueves, 12 de mayo de 2016

Las dos caras de la moneda. Parte final





Al llegar sus ojos recorrieron rápidamente todo el lugar buscando aquel rostro que tanto la había impactado en una fotografía, y de pronto, de entre la gente salió aquel hombre con paso seguro pero con carita y sonrisa tímida, las miradas se encontraron y Andrea supo desde aquel instante que él era el hombre indicado, se lo dijo el corazón, y en ella el corazón siempre ha mandado; al acercarse unieron sus cuerpos en un fuerte abrazo, de esos que no sólo unen los cuerpos sino también las almas. Aquel momento estuvo lleno de magia, parecía la conspiración entre el destino y la vida, entre Cupido y la mano de Dios y Ella lo aceptó sin objeción alguna.
Él le ofreció su brazo, Ella se aferró gustosa y caminaron por las calles de la ciudad como si no hubiera nadie más a su alrededor, como si el mundo empezara y terminara en cada paso que daban, Él no paró de hablar, y ella se fue llenando de cada palabra, de cada mirada y de cada roce de su piel, aquel día ella quedó atrapada en un laberinto de emociones y sentimientos que hasta ese momento desconocía.
Conocía el amor, lo había sentido antes, y había amado mucho, pero esta vez era tan diferente, esta vez se conjugaban admiración, ternura, sentimiento y deseo; combinación perfecta pero peligrosa, trampa mortal de la que no podría salir con facilidad y que le cambiaría por completo la vida, pero en aquel momento ella no comprendió.
El tiempo se fue más rápido que de costumbre, las horas parecieron minutos y pronto fue hora de despedirse, a Ella le habría gustado pedirle que no se fuera, pero sintió miedo de pedirlo, después de todo en caso de que lo pidiera Él seguramente le habría respondido con una negativa, dada su situación.
Esa noche Andrea al llegar a casa revivió en su mente cada segundo, trató de recordar cada palabra y cada gesto; Toco sus labios al tiempo que recordó los besos dados, aún guardaba el calor y el sabor de aquellos labios, de hecho esto era algo que no olvidaría jamás, y ella se sentía feliz, estaba viviendo un momento de euforia total... Pobre Andrea, toda esa alegría se convertiría en decepción más tarde, cuando se diera cuenta que no importa cuánto amor se sienta, hay personas que nunca podrán estar juntas.
Aún así, cruzó la ciudad convencida de que el sol se hallaba en la otra orilla, y creyó encontrarlo y hasta alcanzarlo, y hubo un momento en el que pensó que no solo lo había podido rozar con la punta de sus dedos sino que lo había abrazado hasta hacerlo suyo. Pero lo único que pudo hacer suyo fue la ilusión de un amor más que imposible.
Se entregó como nunca lo había hecho, sin limitaciones, entregando el corazón y el cuerpo, desnudando el alma y mostrándose tal cual era, sin máscaras ni disfraces, e hizo el amor de su vida al horizonte, a lo prohibido, a lo imposible; se dejó usar y manipular, perdió su orgullo y su dignidad, la vida hoy la ponía en el otro lado de la moneda convirtiéndola en aquello que tanto había odiado y criticado, la convirtió en "la otra" el destino la puso en el papel de la mujer señalada y repudiada, a la que se le califica con los peores adjetivos con los que se puede calificar a una mujer, calificativos que ella misma había usado para referirse a la mujer joven con la que su marido se había ido.
Ahora sabía que ser "la otra" no es cosa fácil como todos lo creen, y que si bien es cierto que hay algunas mujeres que son amantes por interés, comodidad y egoísmo, también hay algunas que lo son por amor, también sabía que al igual que las amantes, también hay esposas ventajosas y egoístas que creen merecer todo por el simple hecho de tener un contrato firmado, y así tienen a su lado a un marido que no respetan porque ni ellas misma se saben respetar, tienen un hombre a su lado al que no saben amar, porque ni ellas mismas se saben amar y mantienen una falsa relación sólo por aparentar, convirtiendo a su hombre, no es compañero, sino en trofeo para lucir.
Y de pronto las cosas empezaron a tener otro matiz al comprender que para tener el derecho de juzgar, se tienen que haber conocido los dos lados de una misma moneda, y ella ya las había conocido y por tal motivo, comprendió que ella era la menos indicada para emitir cualquier juicio.
Andrea decidió recuperar la dignidad perdida por aquel mal amor, y siguió su camino con la frente en alto, asumiendo las consecuencias de sus errores y dispuesta a salir adelante dejando atrás el pasado. Lo hecho... Hecho estaba y no podía cambiarle ni una coma a la historia, ya no era algo que valiera pena mirar, pero ahora con la experiencia adquirida, podía vivir el presente y escribir un mejor futuro para ella, y para quien quisiera acompañarla el resto del camino.
Las respuestas llegaron a Ella una tarde de domingo, y desde aquel día su vida no volvió a ser igual ni ella volvió a ser la misma. Ya nunca más se vestiría de víctima, ahora se había dado la oportunidad de perdonarse, avanzar y ser feliz.

Y cruzó la ciudad...


Y cruzó la ciudad convencida de que el sol se hallaba en la otra orilla, y creyó encontrarlo y hasta alcanzarlo, y hubo un momento en el que pensó que no solo lo había podido rozar con la punta de sus dedos sino que lo había abrazado hasta hacerlo suyo. Pero lo único que pudo hacer suyo fue la ilusión de un amor más que imposible.

(Fragmento de "Las dos caras de la moneda")

miércoles, 11 de mayo de 2016

Las dos caras de la moneda. Parte 4


Pasó mucho tiempo comparando sus dos relaciones, comparando a esos dos hombres de su vida y sobre todo comparando las cosas que había hecho o dejado de hacer en cada una de esas relaciones. Se dice que las comparaciones nunca son buenas, pero en ésta ocasión a Andrea le estaba siendo de mucha utilidad. Al analizar y comparar se dio cuenta que al final, no toda la culpa de que su matrimonio hubiera terminado era culpa de su esposo, y que quien menos culpa tenía en ese asunto era la joven mujer con la su marido se había ido. Por fin ella empezó a aceptar su parte de culpa, algo de provecho tenían que tener tantas horas de soledad y sin dormir.
La rabia y el dolor se transformaron en culpa, comenzó a sentir remordimiento por la gran cantidad de omisiones que había tenido, al final no había sido ni la amante, ni la esposa, ni la mujer perfecta, había pasado años engañándose, pero hoy la venda que cubría sus ojos estaba cayendo. Ahora empezaba a ver claro, y comenzaba a tener el valor de aceptar la parte de culpa que le correspondía.
Aceptar nuestros errores es una de las cosas más difíciles, se requiere de mucho valor y mucha madurez para hacerlo, y ahora Andrea por fin estaba madurando y por primera vez en realidad estaba siendo honesta consigo misma. Y volvió a maldecir y a lanzar improperios pero esta vez contra ella misma, había sido tan tonta y tan torpe, ahora no sabía qué le dolía más, si haber perdido los dos mundos que había creado o el hecho de saberse traicionada, no por otros sino por ella misma.
Y lloró y lloró hasta que los ojos se quedaron seco, ya no hubo más lagrimas pero en su interior ese dolor seco lejos de cesar se hacía más fuerte; y por tercera vez volvió a levantar muros a su alrededor, pero en esta ocasión dentro de de esas paredes no había nadie más que ella, esta vez el mundo que estaba construyendo no era para dos ni tres, era únicamente para ella, no cabía nadie más. Decidió cerrarse en sí misma para no volver a dañar a nadie ni permitir que nadie la dañara.
Del otro lado de la barrera, había gente que merecía estar dentro y que de diversas maneras intentaba derrumbar los muros para acercarse a ella, sin embargo ella rechazaba cualquier acercamiento, estaba pasando por un proceso en el que nadie podía ayudarla, sin importar cuánto amor sintieran por ella. Enfrascada en su culpa, sus miedos y sus emociones no se pudo dar cuenta que sin quererlo lastimaba a quienes la rodeaban, estaba actuando de manera egoísta. Seguía sin aprender nada.
Habían momentos en los que sentía perder la razón, y es que no se pude vivir ensimismado dando vueltas a los recuerdos, no se puede vivir en el pasado; y buscando una salida se refugió en lo que ella llamó su piso trece, que no era otra cosa que el espacio inmenso del internet. En él halló lectura de temas interesantes, gente con quien platicar a todas horas y lo mejor de todo es que era gente a la que nunca conocería en persona, esto evitaba cualquier riesgo de lastimar o ser lastimada. Ella consideraba que su piso trece era inofensivo pero lo más importante es que ella tenía absoluto control sobre él.
Quienes han navegado en internet, saben que una página lleva a otra y en un momento conoces cientos de sitios, unos de interés otros de entretenimiento y por supuesto, no faltan los sitios de encuentros para hacer "nuevos amigos" Andrea se dio de alta en uno y luego en otro y cuando se dio cuenta ya estaba inscrita en casi todos los sitios de ese tipo. Encontró mucha gente con quien platicar, sobre temas diversos, alguno interesantes, otros no tanto y otros -los más- llenos de insinuaciones subidas de tono para el gusto de Ella.
Poco a poco aprendió a jugar en ese universo, y a divertirse jugando con fuego sin poder ser quemada, pero es bien sabido por todos que el que juega con fuego, termina quemado, y eso justamente es lo que le pasó a Andrea.
Mirando fotografías de hombres que participaban en esos sitios, se encontró con una que llamó su atención, y no es que el hombre fuera un adonis, pero había algo en él que la cautivó, miró durante mucho rato las fotografías de aquel hombre, en una de ellas Él estaba tocando una guitarra, y esto llamó más su atención. Pronto vinieron las primeras pláticas, y en cosa de días Andrea sintió que aquel hombre tenía que ser parte de su vida; Él tenía algo que le atraía, y no dudó en acordar una cita para que se conocieran en persona. El día convenido fue un jueves de Enero por la mañana.
Aquella mañana Andrea se levantó de la cama muy animada, pero lo más importante es que estaba feliz, había nacido en ella una ilusión; ese día sus ojos tenían un brillo especial, todos a su alrededor notaron el cambio y todos le dijeron lo hermosa que se le veía esa mañana. Salió a la calle sonriente, tenía una cita con el hombre que le regalaba un sueño y eso era todo lo que importaba en aquel momento.

Todo el trayecto no paró de pensar si al llegar le reconocería, a veces la gente se ve diferente en fotografía y en persona; Andrea llegó algo retrasada a la cita, esto era algo que le incomodaba, ella solía ser muy puntual, una de sus cualidades era la puntualidad, estaba convencida que era una falta de respeto muy grande abusar del tiempo de los demás. 

domingo, 8 de mayo de 2016

Las dos caras de la moneda. Parte 3


Andrea odió y repudió a aquella joven, la comparó con ella muchas veces, trató de entender qué había hecho mal, intentó comprender porque él -su esposo- la había cambiado por aquella insignificante mujer, carente de educación, vulgar y corriente, pero no encontró la respuesta, no consiguió entender nada. Se fue tratando de dejar atrás veintidós años de su vida, mismos que bien o mal le habían dejado una enseñanza que en aquel momento aún no había comprendido, pero que en un futuro le estaría abriendo las puertas a una vida mejor. Ella en aquel momento se marchó con las alas rotas, con las manos vacías y cargando un gran odio, se fue vestida de víctima, sin saber que ella también había sido victimario. Aún no había entendido que en una pareja los problemas y las consecuencias de lo vivido siempre es un asunto bilateral... Los culpables son siempre dos.
Todo en la vida tiene dos lados, dos versiones, dos caras. En aquel momento ella no sabía pero por ahora ella había vivido sólo una cara de la moneda, y esta cara representaba la parte de la esposa.
Un par de años de soledad no le vinieron mal, aunque seguía sin comprender lo que había pasado y el porqué su mundo había podido desmoronarse con la llegada de una mujer, trató de seguir adelante, sin dejar el pesado equipaje del odio que llevaba a cuestas. Conoció a un hombre que le prometió amarla hasta el fin de sus días, él la recogió y se dio a la tarea de unir poco a poco y a base de respeto y cariño,  los miles de pedazos en que se encontraban su corazón y su vida. Andrea se dejo reconstruir, pero estaba segura que las cosas no volverían a ser como antes, jamás le volvería a pasar lo que le había pasado con su esposo.
Y los días se hicieron meses y después años, y aquel hombre consiguió regresarle la fe y la confianza, le hizo ver que era valiosa, que era hermosa, que merecía conocer la vida desde otra perspectiva, ella volvió a tener sus alas, y volvió a tener ganas de volar, pero esta vez quiso volar más alto y en otra dirección, pero había un lastre que la detenía, el odio que seguía guardando por aquella joven mujer y su esposo.
Andrea no volvió a permitir que nadie le pusiera el pie encima, si algo había aprendido en su relación anterior era a decir "no" y vio con agrado que ahora era más comprendida y más admirada; aprendió a amar a aquel hombre paciente y amoroso, aprendió a estar a su lado sin ser esclava, sin ser sumisa, sin ser el objeto que del que se abusa; descubrió que se puede tener una hermosa relación en armonía con el sexo opuesto. Pero aún le faltaba crecer, y seguía negándose a aprender todo lo que le habían dejado las lecciones anteriores; necesitaba una nueva sacudida, y pronto la vida nuevamente la golpearía para hacerle abrir los ojos.
Nuestro paso por la vida es siempre un constante aprendizaje, venimos a este mundo a aprender y a crecer espiritualmente, pero mientras no captemos los mensajes que nos dejan los errores y logremos avanzar, seguiremos estancados en el mismo lugar, continuaremos revolcándonos en la misma charca en la que caímos un día, y esto es justo lo que le pasaba a Andrea, seguía sin descifrar las enseñanzas que guardaban las vivencias pasadas. Iba lenta en su aprendizaje, y no porque le faltará inteligencia o capacidad, sino porque el resentimiento que guardaba y su inmensa soberbia no le permitían pensar con claridad.
No se puede decir que los doce años que vivió con aquel hombre no fueron felices, porque a decir verdad fueron años plenos, llenos de amor y comprensión, años de estar en la misma sintonía con él y con la vida, y ella volvió a crear su universo, y construyó muros gigantes que lo resguardaran, ella una vez más se sintió segura, pero, en el fondo en todo momento se hallaba la sombra de un pasado no resuelto y lleno de asignaturas pendientes.
Y llegó el día en que la vida consideró oportuno despertarla de su magnífico sueño, trayendo a su vida una pérdida más, con la que nuevamente le echaba abajo su mundo, nuevamente le reventaba la burbuja en la que ella tenía su reinado. Nuevamente lagrimas y confusión... nuevamente soledad.
Y una vez más ella se vistió de víctima y se lleno de rabia y rebeldía, estalló en improperios, maldiciones y reclamos en contra de dios y del destino que le había tocado vivir, y una vez más quiso morir. Pero la muerte no es algo que llegue cuando la necesitamos y para escapar cuando las cosas se ponen feas, la muerte está escrita en las estrellas y llegará cuando el creador lo haya decidido, nadie, absolutamente nadie muere en la víspera.
El tiempo no espera ni se detiene porque se esté triste, el tiempo sigue su paso sin mirar lo que pasa en el mundo ni en la vida de nadie, el tiempo no se detuvo porque Andrea se hallara destrozada.
Por segunda vez estaba sola, y por orgullo volvió a tomar el papel de mujer fuerte, y comenzó a mostrar a la gente una máscara risueña y despreocupada, y bailó y cantó aunque en el fondo se hallaba mas rota y más vulnerable que nunca. Y salió a la vida en busca de algo que la hiciera volver a vivir, pero su búsqueda no dio frutos.
Entre los día de soledad y las noches de insomnio, ella empezó a hurgar en el pasado, tratando de encontrar las respuestas que no había encontrado antes, ya habían pasado catorce años desde la separación con su esposo, y aún seguía guardando mucho rencor, su orgullo seguía herido, seguía pensando que había dado todo en aquella relación y que al final se le había traicionado.

domingo, 1 de mayo de 2016

Las dos carasde la moneda. Parte 2







Ella creyó ser la esposa perfecta, siendo sumisa y abnegada, supuso que su única obligación era obedecer y cumplir los caprichos de su marido, limpiar, cocinar y sentarse a esperar su llegada después de un largo día de trabajo. Nunca fue la esposa perfecta, a lo más que llegó fue a ser una esclava.
Ella creyó que entre sus obligaciones como mujer estaba la de ser en un útero fértil en el que gestara la vida y le diera a su esposo la cantidad de hijos que él deseara. Y terminó convertida en incubadora.
Y así se fue dejando poner el pie encima poco a poco, hasta que quedó atrapada y convertida en un bicho aplastado por el hombre que juraba amarla.   
Quizá el mayor de sus errores fue no saber poner límites, no supo decir "no", no supo defender su derecho a decir ¡No! Era algo que no había aprendido, ni siquiera supo que podía hacerlo, hasta que obligada por las circunstancias tuvo que hacerlo, y fue hasta ese momento que el "no" en lugar de ser dicho con amabilidad y en tono suave, fue un grito desesperado y fuera de lugar que puso fin a tantos años de atropello que se podrían haber evitado si en su momento hubiera sabido negarse a hacer lo que no quería o no le gustaba.
La perfección no existe, pero obligados por una sociedad exigente, pretendemos serlo, queremos estar dentro de un patrón creado por una sociedad machista que limita a las mujeres, convirtiéndolas en seres creados para el servicio y bienestar de los hombres.
Andrea pasó de adolescente a mujer de un día para otro y dedico su juventud a un hombre que juró amarla hasta el último día que vivieron juntos.
No todo fue malo, a pesar de todo, en todos esos años hubo muy buenos momentos, tuvo hijos que le llenaron la vida de bendiciones y alegrías, conservó el título de "esposa perfecta" y ante la sociedad era lo que se espera de una "buena mujer" Aprendió a reír ante la adversidad, a salir airosa de las dificultades, aprendió todo lo que no se enseña en los libros, y hayo felicidad a pesar de todo. Pero lo más importante y que ella no supo en aquel momento, aprendió lecciones que le serían de gran utilidad, cuando tuviera que volver a empezar desde cero en el futuro.
Y el tiempo pasa sin detenerse, y se va llevando la vida y la juventud ¡Pero eso qué importa! si ya pasaste años labrando un futuro que crees seguro, se ha trabajado para tener una vejez también "perfecta" en la que se disfrutará a los hijos, y los nietos que ellos te darán, y más que nada morirás al lado de ese hombre al que se cree se le ha dado todo, hasta los motivos para quedarse a tu lado hasta la muerte, y así... Te acomodas en el sillón más cómodo de tu casa y te sientas a esperar, confiada de que ya no tienes que mover un dedo para ganarte nada, porque ya lo has hecho todo.
Tantos años y no has aprendido nada...
Y es entonces que la vida te da la peor sacudida de todas, arrebatando de tus manos la mayor de tus fortunas, un día despiertas y te encuentras con devastadora sorpresa de que tu burbuja se rompió, ya no tienes nada, estas parada en el aire, cayendo precipitadamente, sin encontrar nada de que agarrarte para parar tu caída libre.
Se tuvo entre las manos todos los elementos para hacer de la vida una eterna fiesta llena de alegrías, se pudo construir día a día y con pequeñas insignificancias una relación duradera, pero es mucho más fácil perderse en la rutina y dejar que vaya carcomiendo los logros conseguidos. Uno se enfoca tanto en las cosas grandes, -somos ambiciosos y confiados- y olvidamos los detalles que son el verdadero cimiento de toda relación.
Andrea vivió el papel de esposa, y lo vivió a su manera, cómo dios le dio a entender que debía hacerlo, sólo que dio tanto de sí, que terminó cansada, abrumada y sintiéndose vacía, no se puede ser perfecto, y eso es lo que ella trató de hacer, pero a veces es mejor mostrarse humanamente imperfecto, y trabajar con lo que se posee, sin ocultar las imperfecciones y defectos que tenemos, pero tratando de hacer sobresalir las virtudes. Se vale decir no puedo, se vale pedir ayuda, se vale decir no quiero.
Es válido hacerle ver a la pareja que estamos ahí, que somos su apoyo incondicional pero también es válido dejarnos ver a ratos indefensos y necesitados de apoyo, de protección y de amor. Andrea prefirió tomarse el papel de mujer fuerte, pero no entendía que era ser fuerte. Ser fuerte no es hacerle sentir a la pareja que no lo necesitas. Ser fuerte es tener el valor para enfrentar las adversidades y salir airoso, ser fuerte es caerse y levantarse las veces que sea necesario, ser fuerte también es tener la humildad y el valor de reconocernos débiles. Y así, mientras se hacía la fuerte, Andrea un día descubrió que su matrimonio había terminado devorado por la rutina, y ve a saber cuánto tiempo de descuido e indiferencia.
Un día apareció una mujer joven a la que no le costó mucho trabajo conquistar al marido de Andrea, y ella -Andrea- después de haber perdonado tantas infidelidades, decidió que ya era hora de dejar de aguantar engaños, de pronto supo que era una mujer valiosa y que ya era tiempo de decir: no, no más. Su orgullo y su dignidad como mujer, esposa y madre ya había sido pisoteado muchas veces ¿qué más podía perder diciendo "no"?