jueves, 29 de mayo de 2014

Mi historia con Paco Parte I



Mi historia con Paco fue lo más parecido a un cuento de hadas, su amor fue como el beso del príncipe encantado que rescata a la princesa salvándola de la muerte, regresándola a la vida.

Nos conocimos en el peor momento de mi vida, cuando la pérdida de mi Liliana y la ruptura con Javier habían roto la burbuja en la que había vivido y mi mundo parecía haberse desmoronado. Llegó cuando más lo necesitaba y cuando creí que mi destrozado corazón no podría volver a amar.

Nos conocimos en una sala de chat en internet, nuestro primer encuentro fue casual y por equivocación; él estaba usando un nombre de usuario muy similar al que usaba otra persona con la que yo solía conversar, y al confundirlo con aquélla persona lo saludé, en todo momento supuse que él me estaba tratando de tomar el pelo cuando me decía que era otra persona; antes de despedirnos me pidió mi correo electrónico y por un par de meses no volví a saber de él.

Para ese entonces yo pasaba días y noches conectada al internet, era el refugio en el que me sentía segura y me ocultaba. A toda hora podía platicar con personas que no representaban ningún riesgo y me hacían sentir acompañada, ese mundo era fácil de controlar, si algo no me gustaba bastaba con cerrar la ventana y asunto resuelto; era mi piso trece, estaba cuando lo deseaba y dejaba de existir con solo apretar un botón.

Un día recibí una solicitud en mi mensajero para aceptar a alguien, no me pareció extraño porque a diario las recibía y lo acepté, era ni más ni menos que de Paco, y desde aquel día empezamos a platicar casi todos los días, parecía increíble que sintiera una gran empatía y entendimiento con aquel hombre de quien no sabía nada, ni tenía la menor idea de la apariencia que tenía, porque ni siquiera le había visto la cara ni en fotografía.

Llegado el momento intercambiamos fotografías para al menos saber cómo era la persona que se encontraba del otro lado del monitor, esto hacía las platicas un poco más reales y personales, no eran solo palabras escritas y dirigidas a un monitor, del otro lado estaba alguien real. Cuando vio la fotografía que le envié me dijo: "qué bonitos ojos" te los regalo le respondí a modo de juego, pero él se lo tomó en serio, tanto que no quedó tranquilo hasta que mi oferta se hizo realidad y mis ojos fueron solo para él.

Pasado un tiempo de comunicarnos únicamente por el mensajero, empezaron las llamadas por teléfono, mismas que se fueron haciendo cada vez más largas, profundas y personales, me encantaba su voz, escucharlo me producía mucha calma. Debo confesar que al principio para mí era como un juego que me fue envolviendo sin darme cuenta hasta que llegó el día que empecé a extrañar su voz cuando no me llamaba.

¿qué te pasa Pilar? él es menor que tu, solo está jugando de la misma manera que tu lo haces, olvídate de él. ¿acaso no aprendiste la lección con Javier? Día tras día me hacía las mismas preguntas tratando de convencerme a mi misma que aquello era una locura, igual cabía la posibilidad de que fuera casado y tuviera hijos aún cuando lo negaba, después de todo él estaba en otra ciudad muy lejos de donde yo vivía. Al final del día terminaba casi convencida de que era solo un juego que con apretar el botón terminaría en el momento que yo quisiera pero, apenas sonaba el teléfono sabía que era él, era Paco que me llamaba para nuestra cita telefónica y yo respondía tan ilusionada como una quinceañera.

Yo seguía casada con Javier y quería tramitar el divorcio, como no tenía el acta de matrimonio me vi en la necesidad de viajar a la ciudad de México para poder sacar una copia certificada del acta, que era lo único que me faltaba para hacer el trámite y dar por terminada mi relación con él. Cuando Paco supo de mi viaje me pidió que nos viéramos para poder conocernos por fin en persona. Vernos en México resultaba difícil por lo que decidimos que yo viajaría a Pachuca, que estaba a solo hora y media de la ciudad de México.

Llegó el día y mientras viajaba en el autobús hacía Pachuca, el corazón no dejaba de latirme con gran fuerza, parecía que iba a salírseme del pecho, estaba extremadamente nerviosa. Al llegar debía llamarle por teléfono para que fuera por mí a la terminal, y así lo hice. Mientras esperaba que llegara los nervios hacían de las suyas, las piernas me temblaban, las manos me sudaban y el corazón me latía muy fuerte, el tiempo de espera parecía eterno, hasta pensé tomar el autobús de regreso, pues me estaba arrepintiendo...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario