lunes, 9 de noviembre de 2020

Cartas no enviadas.

 



A veces se escriben cartas que no llegan a su destino

Querido José:

Ya perdí la cuenta de cuantas veces la tierra a girado alrededor del sol; deben ser ya muchas vueltas las que ha dado, porque en mi cabeza los recuerdos se van haciendo cada vez más borrosos, el único recuerdo que queda nítido en mi memoria es el de tu sonrisa.
Sé también que ha pasado mucho tiempo desde el día que nos despedimos porque cuando me miro al espejo he empezado a desconocerme, la mirada perdió su brillo, mis mejillas su color y mi cabeza se va cubriendo de nieve, pero te escribo para que sepas que no te he olvidado aunque mi promesa de volver no he podido cumplir, no por falta de ganas sino porque la vida con sus caprichos y sus bromas macabras (como solía decir) tergiversan los caminos y nos confunden hasta hacernos casi olvidar el camino de regreso; pero ya ves, no olvidé escribir por más tiempo que ha pasado.
Quiero que sepas que mis años siempre han sido multicolores, con apenas unas pinceladas de nostalgia, regalo de tu recuerdo y el amor imposible que hasta hoy por ti siento.
Me gustaría poder ponerte al día de todo cuanto he pasado en esta carta, pero por mucho que resuma, seguro que no lo conseguiría; quisiera hacerte saber que el mar guarda muchos litros extras de agua salada, cortesía de mis ojos tristes y que algunos de esos cascabeles que producen la música de la alegría los donaron mis carcajadas (tan sólo por citar un par de ejemplos.) En fin, que quisiera decir mucho y apenas tengo esta hoja de papel en la que te escribo.
Cómo podrás deducir, me quedé anclada en el pasado, en tu recuerdo, y por más vueltas que la tierra de al sol, yo te sigo recordando y amando como en aquellos tiempos.

Tuya por siempre, María

P.D.
Perdona si esta carta no llega a su destino, como no han llegado otras mil que ya te he escrito. 2/4/2019


María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez

No hay comentarios.:

Publicar un comentario