viernes, 1 de enero de 2016

Parte 17 Entre la realidad y las fantasías de Patsy

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En aquel momento no comprendió y no hubo tiempo de hacerlo, Esteban se aproximó a ella y la beso muy dulcemente, un beso con el que parecía prometer que las palabras que acababa de pronunciar eran una promesa, un juramento hecho a las puertas de la iglesia y que pensaba cumplir.
Después de ese beso, volvieron a casa, durante el camino ella se mantuvo pensativa, no era que aquel beso no hubiera sido hermoso ni fuera de lugar y tiempo, pero a ella de inquietaban las palabras de él, seguía intentando asimilarlas, sus pensamientos y su silencio sólo era interrumpido por las preguntas de Esteba, que se repitieron sin cesar.
-¿Estás bien?-
-¿Pasa algo?-
Cuantas veces él preguntó, la respuesta de ella siempre fue
-no pasa nada, estoy bien-
Esteban decidió guardar silencio y se metió en sus pensamientos, su capacidad de discernimiento no bastaba para comprender que estaba pasando, la experiencia que poseía no era suficiente para entender. ¿Acaso la había ofendido con su beso? era la pregunta que giraba en su cabeza. Cierto era que ella era muy joven pero... ¿Cómo podría haberle faltado al besarla tan dulcemente, como lo había hecho?
Por fin llegaron a casa, era poco antes de la hora en que él hubiera prometido llevarla de regreso. Habría deseado quedarse un poco más para seguir disfrutando de la compañía tan grata que le brindaba la dulce mujercita, pero debido a la inseguridad que la actitud de ella le provocaba, decidió despedirse apenas entregó a Patsy con sus padres. Ella no hizo el menos esfuerzo por retenerlo, se despidió de él sin mucho ánimo y sin decir palabra se retiró a su dormitorio.
Entró en su habitación, de un solo salto se tumbó en la cama y comenzó a repasar los acontecimientos del día - a ella le encantaba analizarlo todo, lo bueno y lo malo- Recordó hasta el último segundo, la última palabra, el último detalle. De pronto se sintió ansiosa, recordar las palabras que él dijo fuera de la iglesia la llenaron de incertidumbre, de dudas. Ella no había pensado jamás en casarse, al menos no por el momento. El miedo se apoderó de ella, y el hombre que hasta esa mañana le parecía un sueño, de pronto lo sintió amenazador.
Aquellas palabras pronunciadas por él "Aquí nos vamos a casar algún día" parecían una amenaza aterradora. En ese momento dentro de ella se encendió una luz roja en su cerebro, ese hombre era peligroso y debía alejarlo a como diera lugar. -Vaya forma que tiene una chiquilla de quince años de percibir las cosas.-
Las llamadas por teléfono empezaron a hacerse más frecuentes, a pesar de que ella era cortante en sus conversaciones. Él viajaba cada fin de semana a visitarla, procurando tratarla de manera cortes y lo más delicada posible, buscaba por todos los medios ganar su corazón, pero ella cada vez se mostraba más intolerante hacia él.
Cada miércoles el cartero entregaba un sobre azul que contenía una de las hermosas cartas que él solía escribir, tal vez si una sola de aquellas cartas hubiera llegado años más tarde ella la habría valorado, pero no en ese momento, al contrario, para ella se volvieron una molestia.

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