sábado, 2 de enero de 2016

Le di tanto.



Lo dejé escribir con sus manos sobre mi piel, deseaba que en mi cuerpo encontrara siempre una página en blanco, para escribir en ella un cuento diferente cada amanecer.

Le permití ver la luz de mi alma, mi intención era iluminar su espíritu por el resto de sus días y sus noches, mi intención era darle calor lo que a usted le quedaba de vida.

Lo admití en mi corazón, quería que fuera su hogar, anhelaba que en él encontrara un puerto seguro al cual volver cada anochecer.

Le amé como sólo se ama una vez en la vida, poniéndole un altar y jurando no olvidarlo jamás. Le amo tanto ni aún la muerte me hará dejarlo de amar.

Le di tanto y él dio tan poco, que un día deje de esperarlo... Pero la estúpida esperanza no me deja alejarme y decir adiós.

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