miércoles, 23 de diciembre de 2015

Renacer.



Después del cataclismo en su vida... tinieblas y aterradora desolación;  días interminables, húmedo, salados de luz a luz. Siete lunas de soledad pasaron, siete lunas de frustración y rebeldía  hacia la vida, la suerte y hasta contra Dios...
El dolor no pasa, cada día se entiende menos  ¿qué fue lo que pasó? ¿porqué se dieron las cosas de esa manera? en la cabeza se vuelven insistentes las mismas preguntas,  pero no hay respuestas, sólo tormento, sólo ganas de dormir hasta que el dolor haya pasado o el olvido haya llegado, pero el insomnio le hizo presa de sus garras, imposible dormir, imposible no despertar.
La vida sigue su curso, no hay nada que la detenga, el corazón sigue latiendo  y cada respiración  recuerda que el cuerpo sigue vivo; sigue en este mundo y en su momento  no hubo nada que pudiera  hacer para cambiarlo. El tiempo parecía hacerse eterno confabulándose  con la ausencia y el abandono, hiriéndole  a cada segundo el corazón, haciéndolo  sangrar a borbotones, pero ni así encontró la muerte.
Una vez más la vida le ponía a prueba y la obligaba a ser fuerte, nuevamente la  esfera perfecta y cómoda se rompió, otra vez a flotar en medio de la nada, otra vez en caída libre y sin red que la  detuviera, pero, ¿quién dijo que quería ser fuerte? ¿quién dijo que era capaz de pasar semejante prueba por segunda vez? No hay respuesta, no sabe si la haya... sólo hay silencio.
Y como siempre, como cada vez que el mundo parece caerse a pedazos, no quedó más remedio que desempolvar aquel horrible  vestido que permanecía olvidado en la maleta de lo que no sirve, de lo que estorba, de lo que  se guarda más por obligación que por gusto; y volvió  a vestirse de resignación, de conformismo disfrazado de sonrisas.
La gente alrededor no entiende, no sabe. -Sólo juzga- no saben lo que se hace para protegerse  de la vida que irónica juega y se ríe. Se defendió  como pudo, como dios le dio a entender que debía hacerlo. La gente... ella que diga y piense lo que quiera, que al final es como decía mi padre: "Nadie sabe lo que trae el morral, sólo el que lo trae cargando"
Llegó el invierno frío, pero no eran las temperaturas de la estación las que congelaban el alma y hasta los huesos, eran la pérdida y la soledad, era la ausencia de aceptación y olvido; pero el corazón se niega a dejar de latir, se resiste a quedar sin vida. 
Diciembre con sus colores y sus festejos  (que hoy parecen absurdos y molestos) anuncia el fin y el inicio de un año más pero  a diferencia de otros, no hay propósitos, no hay sueños, no hay ganas de seguir adelante, una parte de ella  está gangrenada, está mutilada en medio de una soledad que no llena nadie, ni los hijos ni los amigos, ellos ocupan otra parte del corazón, pero no lo llenan todo, ellos son incapaces de traer de regreso la alegría íntegra de días de antaño.
Es Enero... La frialdad del ambiente hace tiritar el cuerpo, las manos tiemblan; tengo frío -se dijo a sí misma- ¿Qué sigue ahora? el futuro parece incierto -siempre lo es- pero en ese momento parecía ser aún más dudoso que en otros tiempos.
La luna sigue al sol y el sol a la luna en cíclica y pesada danza interminable; La monotonía en escala de grises pinta el panorama, el tic tac del reloj se torna cansado y aburrido, agranda la impaciencia y el deseo de un final que no llega y que se niega a traer consuelo.
Así como en Enero comienza un nuevo ciclo, también en Enero para ella llegó un nuevo comienzo. A lo lejos se encendió una pequeña luz, que al pasar los días se fue acercando y haciendo más intensa,  una luz tan brillante, que impedía mantener los ojos abierto cuando se intentaba mirar. ¿Acaso la vida le regala un nuevo sol a su vida? ¿un sol que le devolvía la luz y el calor que tanto necesita para poder seguir? La vida le ha robado tanto... quizá había llegado la hora de retribuirle con un sólo regalo, parte de todo lo que la había despojado en el pasado.  
Una ilusión llamó a su puerta sin previo aviso, el color de sus mejillas y el brillo en sus ojos volvió. Y volvió a sonreír. El milagro del amor se dio una mañana fría de aquel primer mes del año, para ella, la primavera por primera vez en su vida iniciaba en Enero. No más grises pintando el panorama, hoy los colores regresan más brillantes que nunca. Hoy la vida se hizo un arco iris.
El amor salió de entre la gente con sonrisa tímida y ojos café, su presencia minimizó la majestuosa  arquitectura del lugar. Tenerle frente a ella, así tan cerca y al alcance de sus manos le llenó de felicidad. El alma sintió reconocerlo de inmediato, cómo si le conociera de siempre, como si en otra vida lo hubiera amado intensamente.
La magia no se hizo esperar, no hizo falta más que una mirada para que el sortilegio se apoderara de su ser, haciéndole entregarse en sus brazos. Renacer en un abrazo es privilegio de pocos y ella, regresó de las sombras entre aquellos brazos, que fuertes y cálidos parecían una promesa de amor eterno.
Y siguió persiguiendo la luna al sol en recurrente y alegre danza interminable. La vida y las ganas de vivir regresaron, ya no se siente soledad y desesperación, el amor trajo consigo el bendito consuelo.

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