martes, 22 de diciembre de 2015

Parte 15 Entre la realidad y las fantasías de Patsy



Aquél lugar seguía guardando la magia y los recuerdos de los momentos pasados  con Anthony, era como algo sagrado y estar ahí con alguien más era como profanarlo, al menos así lo sentía Pat.
Siguieron su camino por las calles empedradas y sitiadas por árboles frondosos rodeados de césped y flores en sus bases, aquel camino parecía como sacado de un cuento de hadas fabuloso construido para enamorados.
Por un largo rato caminaron sin rumbo hablando de mil tonterías y riendo a carcajadas, era increíble la facilidad con la que Pat conseguía sacarle las sonrisas a este hombre que parecía tan serio e incapaz de reír hasta las lagrimas, sin embargo ella parecía enseñarle a ser feliz.
Sus pasos terminaron justo en el mismo lugar donde iniciaran el paseo, o sea la casa de Pat. Parados frente a la puerta la plática continúo por al menos media hora más antes que decidieran entrar.
Se había marchado la tarde -qué rápido parece correr el tiempo cuando se está con esa persona que nos hace sentir tan especiales- Esteban decidió que era hora de marcharse, tomó la mano de Pat entre las suyas se despidió prometiéndole regresar al día siguiente por la mañana para desayunar con ella y la familia.
Apenas cerró la puerta tras él, ella se puso a brincar de la emoción, estaba tan feliz que no pudo contenerse, seguramente Esteban había alcanzado a escuchar los gritos y los saltos, pero ella eso no le importó, de algún modo debía sacar toda esa agitación que le oprimía el pecho.
Necesitaba disfrutar recordando cada mirada, cada roce y cada palabra que se había dado durante la tarde por lo que se retiró a su habitación y recostada sobre la cama se perdió en sus pensamientos. No podía creer que aquel hombre tan guapo, tan diferente y que era muchos años mayor se hubiera fijado en ella.
Pat despertó al alba el clima había cambiado y se sentía un poco de frío por lo que ella después de mirar el reloj se acomodó nuevamente entre las cobijas para disfrutar un poco más de la calidez y comodidad de su cama, había tiempo suficiente antes de tener que levantarse para hacer los preparativos para la llegada de Esteban.
Estaba con los ojos cerrados tratando de visualizar aquel hombre tan atractivo, cuando su madre entró en su habitación para pedirle que fuera a ayudarla con el desayuno, al verse interrumpida golpeó con sus manos la cama, hizo una pequeña rabieta y se incorporó lentamente pretendiendo revelarse antes aquel atrevimiento de su madre, y sabiendo que por más berrinches que hiciera no tenía más remedio que dirigirse a la cocina, se apresuró para terminar con aquella tarea que le resultaba tan desagradable, puesto que a ella desde aquel entonces la cocina le resultaba la faena más detestable que podía existir. 

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