sábado, 23 de junio de 2018

Temblando de frío.

Imagen tomada de la web

Le di el calor de mi sonrisa en cada beso y la calidez de mis manos en cada caricia, porque encontré su cuerpo temblando de frío en el anochecer de su vida y él… Él prometió hacer mi primavera eterna y borrar de mi existencia el invierno y el otoño… Así le entregué las últimas flores y las doradas hojas de mi otoño al témpano de hielo, que prometió derretir su glacial blancura hasta dejar al descubierto el último latir, de un corazón congelado por la rutina y el hastío.

© María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez
Querétaro, junio del 2018


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