domingo, 17 de junio de 2018

Era feliz...I

Imagen tomada de la web


Era feliz cuando aún podía creer que cada mañana, el sol salía de entre las ramas de los árboles en los que se escondía para dormir cada noche, y los bebés venían de Paris colgados del pico de una cigüeña.

Era feliz, inmensamente feliz, cuando creía que la vida era de colores y los únicos finales que existían para las historias de amor era: “vivieron felices para siempre” La alegría regía mi existencia cuando creía que las nubes eran de algodón y en ellas se escondían seres maravillosos que con el viento surgían.

Fui feliz cuando el patio de mi casa era el mundo entero y él, me ofrecía experiencias inigualables, y las hadas y duendes eran mis amigos, los árboles eran la raíz y la nave que me transportaba a universos fabulosos en los que mi imaginación marcaba el límite del principio y el fin del viaje.

Fui feliz cuando el reloj no era más que un artefacto que son su tic tac me adormecía y sus manecillas no marcaban el tiempo, sólo eran un par de corredores compitiendo en una carrera que nunca tenía fin y en la que nunca había ganador.

Era feliz cuando los brazos de mi madre eran la única fuente de calor y protección que en el planeta existía, en fin, que fui inmensa y mágicamente feliz cuando mi risa era un diminuto cascabel y mis pies enlodados dejaban sus huellas por la casa.

Hoy crecí y no puedo decir que olvidé lo que es la felicidad, pero ahora ésta perdió la magia de la niñez, hoy la felicidad es un intento perpetuo de alcanzar a la alegría que se oculta tras el horizonte.



© María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez
Querétaro, junio del 2018

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