miércoles, 1 de julio de 2015

Afuera llueve...

Afuera llueve, estoy tirada en la cama mirando al techo sintiendo la fría humedad que abraza mi cuerpo y lo único que se me ocurre es  pensar en ti, tu recuerdo me acompaña en todo momento, tu recuerdo es el aire que respiro.
El sonido del agua al caer despierta la  imaginación y agudiza los sentidos, tu imagen de pronto parece volverse real, casi puedo escuchar  tu respiración, y hasta  sentir el calor de tu cuerpo junto al mío.
Afuera llueve y el gris del día me invita extrañarte y a tejer fantasías.  Me estoy inventando un futuro a tu lado. Intento adivinar cómo sería la vida contigo, cómo es despertar en tus brazos después de una noche  de sueño  compartido.
La luz de la mañana nos sorprende muy juntos, tan unidos que pareciéramos  un solo cuerpo  que al abrir los ojos y encontrar nuestras  miradas llenas de amor nos hace  sonreír agradeciendo a la vida la bendición de estar juntos.
"Buenos días amor" te diría cada mañana  al tiempo que acerco mi mano y mis labios a tu rostro para regalarte la primera caricia y el primer beso del día, y después  acurrucarme en tus brazos por un momento antes de levantarnos.
Imagino la cocina con olor a café, la mesa dispuesta para dos,  emanando aromas exquisitos  que invitan a un festín delicioso en el que participan los cinco sentidos y el amor.
La lluvia sigue cayendo, lavando el mundo allá afuera  y dando vida a mis sueños. Con tristeza en la puerta de nuestro hogar te abrazo muy fuerte y  te miro alejarte (es hora de trabajar) pero sé que volverás al atardecer, sé que trabajarás con alegría sabiendo que te espero, sé que regresarás ansioso y feliz por estar nuevamente a mi lado para amarnos tiernamente o llenos de pasión.
Puedo verme con una taza de café en la mano siguiéndote con los ojos llenos de admiración mientras trabajas en tu despacho  o arreglas el jardín, me veo con la cabeza recargada en tu pecho al ver la televisión, me veo acariciando con la mirada tu hermosa  desnudez  mientras te bañas o te vistes.
El agua golpea mi ventana y su sonido me lleva a imaginarme escuchando extasiada y  con atención la sabiduría que guardan tus palabras cuando hablas de lo que sabes y piensas. De pronto me parece escuchar tu voz entrando por mis oídos y acariciándome el alma.
Sigue lloviendo y resulta fascinante visualizar un mundo para dos por el resto de la eternidad. 

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