Entre libros y travesuras nació una amistad indestructible
que los llevó a correr grandes y divertidas aventuras dentro y fuera de la
escuela. No era extraño verlos tirados en el pasto de los jardines mirando el
cielo, tratando de encontrar nuevas formas en las nubes, o sentados a la orilla
de la piscina vacía en el fondo del patios escolar, inventando una nueva
fechoría. Para ellos cada minuto de descanso era perfecto para dejar libre la
imaginación y reír como si la vida hubiera sido hecha sólo pata disfrutarla. La
seriedad y la cordura estaba hecha para los profesores y los adultos que, por
alguna razón se habían olvidado de reír y disfrutar la vida, la seriedad era
asunto de amargados. Pero ellos podían darse el lujo de estar locos, a esa edad
todos tenemos ese derecho, todos podemos simplemente ser felices y, al parecer
a los mayores ese placer ya se les ha prohibido.
Joshep era el chico más cotizado del colegio, no había
una sola chica que no muriera por él, y Angie no era la excepción; ella hacía
todo lo posible por conquistarlo, pero era claro que a él, quien le interesaba
para algo más que amistad era Pat, y ella no hacía más que ignorar sus
pretensiones, definitivamente no era el tipo de chico que a ella le gustara;
Aún así, y por ganar una apuesta hecha a manera de broma entre las dos chicas,
Pat terminó aceptándolo.
Ganó la apuesta, ganó al chico más codiciado y ganó
aunque aún no lo sabía, la historia más extraña y contradictoria que jamás la
mente más perversa pudo imaginar. Los caminos de ambos se cruzaron, se fusionaron
una mañana de Septiembre, y para bien o para mal, quedaron unidos para siempre,
aún dentro de la ausencia.
Pat y Joshep se tomaron de la mano y se echaron a
caminar, con la ilusión de no separarse jamás. Convencida de que lo que vivía
no era lo que ella quería para sí, siguió por el sendero que el destino le había
asignado, empacó las ganas de vivir y se alejó de aquel hogar que le brindaba
seguridad y confianza para iniciar un nuevo hogar al lado de Joshep.
Ella se fue un día cualquiera de invierno. tomó sus cosas
y se marchó persiguiendo un sueño que seguramente nunca encontró. Se marcho con
una gran sonrisa dibujada en su rostro y nunca, nadie la volvió a ver.
Fin.
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