Pat dejo de responder sus cartas y sus llamadas, llegó el
día en que ella, aprovechó un viaje corto que hizo su padre, para no estar
aquel fin de semana en la ciudad, no quería verlo. Los días que duró el viaje
ella se sintió liberada, tan plena y feliz como sólo puede estar una adolescente
de su edad. Su única preocupación fue disfrutar la compañía de gente nueva, en
un sitio que nada tenía que ver con los sitios por los que a diario caminaba y
frecuentaba.
Nada en la vida es eterno, y lo bueno es lo que por lo
general dura menos. Era domingo por la tarde, había que emprender el viaje de
regreso, no se puede huir de los problemas, y esto lo estaba aprendiendo la
dulce Pat, La única manera de terminar con el asunto aquel de Esteban era enfrentándolo,
hablando con él directamente y decirle que aquel asunto entre los dos había
terminado. -Sin embargo ella procuró por todos los medios posibles retrasar el
viaje de regreso-
Después de unas cuatro horas de camino y ya entrada la oscuridad
Pat y su padre estuvieron de regreso en casa. Ella estaba cansada pero feliz,
esos días fuera de casa le habían inyectado vitalidad y alegría.
Para su buena suerte -pensó Patsy- a su llegada Esteban,
que había pasado el domingo con la madre y hermano de ella, ya se había ido, y
seguramente ya había emprendido el viaje de regreso a su lugar de origen. Error,
él aún estaba en la ciudad, para ser exacta en el aeropuerto, desde donde hizo
una última llamada telefónica con la esperanza de poder hablar con Pat.
Habrán sido las once de la noche cuando, sonó el teléfono,
Patsy ya estaba en cama dispuesta a dormir, cuando su padre golpeó la puerta de
la habitación, entró sin esperar respuesta
-Pat, Esteban te habla por teléfono-
Sintió una extraña sensación, el miedo se apoderó de
ella. -fingió estar dormida- supuso que su padre regresaría por donde vino y
milagrosamente se habría salvado de hablar con Esteban esa noche, no era
momento para hablar con él, o al menos eso pensó ella tratando de encontrar
justificación al miedo que le provocaba tan solo pensar en tener que
enfrentarlo y dar explicaciones sobre su conducta y el motivo de porque ya no
quería verlo. Era difícil explicar algo que no ella misma entendía.
-Pat, no te hagas la dormida. ¡Ve y responde el teléfono!-
Comprendió que no le quedaba más remedio que levantarse y
responder la llamada.
-Hola Esteba-
-Hola Pat, buenas noches. ¿Te divertiste en tu viaje?-
Sintió enfado al escucharlo tan tranquilo, como si no
pasara nada, como si no comprendiera que ella ya no quería saber más de él. El
miedo se transformó en enojo, eso es lo que necesitaba para poder decir lo que
pensaba. De un sopetón y sin tantas vueltas le soltó lo que estaba pensando
-Esteban, esto se acabó, ya no quiero verte ni saber más
de ti.-
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