jueves, 29 de diciembre de 2016

Flor de otoño.


Flor de otoño

Los días soleados con verdes jardines cubiertos de flores, se marcharon con los años. Los tonos brillantes de la primavera se fueron matizando de tonos dorados y cobre hasta teñir el paisaje en escala de marrones; el viento desnudó los árboles con sus manos frías dejando caer sus hojas hasta cubrir por completo el césped.  
La piel cual pétalo de rosa, perdió su frescura y su fragancia dejando en su lugar un rostro deslucido y ajado que me hizo olvidar que el corazón nunca pierde su frescura, ni el alma envejece, es semilla fértil que espera ser fecundada por nuevas ilusiones y, cuando el milagro llega, florece sin importar la estación por la que se esté pasando.
Usted me convirtió en flor de otoño, revivió mi piel marchita y encendió la luz de mi mirada, usted me pinto el paisaje con pátinas nuevas y sembró de sueños mi jardín ya muerto.

Su llegada me enseñó que también el otoño tiene sus flores, me lo hizo saber aquella mañana, cuando le vi por vez primera y su presencia, hizo florecer el jardín que en mi corazón se había secado cuando se fue la primavera.


viernes, 16 de diciembre de 2016

Tenía tanto que decir.


El capricho de cupido.


Era una tarde fría de otoño como muchas otras, el día estaba gris y parecía que el cielo había tejido una cortina con gruesos hilos de nube para ocultar al sol; el viento frío, mecía las ramas de los árboles y parecía silbar entre sus hojas. Camila no habría salido de casa ese día, pero la necesidad de hacer unas compras para la cena de esa noche la obligaron a hacerlo; se puso un viejo abrigo color café que no combinaba con el resto de su ropa -cosa que en verdad a ella no le importaba- y se dirigió al supermercado.
Caminaba con las manos metidas en las grandes bolsas de su sobretodo procurando mantenerlas calientes mientras caminaba con pasos largos y a toda prisa; como siempre, con la mirada viendo hacia el piso como si buscara algo o intentara no tropezar con algún objeto en el camino.
Inmersa en sus pensamientos, no se percató de que un hombre se acercaba a ella por su flanco izquierdo, hasta tenerlo junto a ella y escuchar su voz cuestionándola.
– ¿Lo has vuelto a ver?
Camila sobresaltada, volvió a mirar de prisa para reconocer a Ricardo, -Un pretendiente persistente- y luego responder.
–No, y no sé cuántos días han pasado... Debe haber pasado un siglo porque ni si-quiera recuerdo que día era cuando decidí marcharme. ¿Sabes? en el fondo el corazón tenía la esperanza de que no me dejara partir. Sí, ya sé que la esperanza es consuelo de tontos pero que quieres, ese amor me volvió tonta.
–No eres tonta, Camila. -respondió con voz compasiva- Te juro que te entiendo, y más de lo que puedes imaginar, ¿olvidas cuánto te he buscado, y cuántos intentos he hecho por olvidarte? no niña, el amor es así, no pregunta a quién debes amar ni garantiza que a quien ames te devolverá ese amor que le entregas; y lejos de convertirnos en tontos, nos hace grandes. No todos saben amar.
Camila avergonzada bajó la mirada y guardó silencio al comprender que Cupido es caprichoso, nos hace amar a quien no nos ama, y hace que nos ame a quien no podemos amar.

lunes, 5 de diciembre de 2016

A ti al menos...



A ti al menos, te quedó en las manos un trofeo mal hecho de papel; un monumento hecho a mano con la única intención de enaltecer un amor que ha sido vejado y devaluado.
A ti te quedo la satisfacción y la gloria de tener un libro que nadie más tendrá, un libro escrito con el inconmensurable  sentimiento que puede ofrecer una mujer que te ha amado hasta casi tocar la locura, un libro que intenta explicar con palabras un amor inefable que es sólo tuyo.
A ti te queda un amor que sentado, aguarda en la distancia con la esperanza de que vuelvas a mis brazos para nunca más marcharte... A ti te queda saber, que aquí te espero barriendo la luna y horneando sueños en el sol, para que a tu regreso la luna brille limpia para iluminar nuestro camino y no  falte un cálido sueño que acreciente nuestro amor.

María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez

México, Dic./2016

domingo, 4 de diciembre de 2016

No tenía lo que me gusta.




No tenía los ojos del color que a mí me gusta, pero había algo en ellos que me atraía invitándome a hurgar en las entrañas oscuras de su alma, fue quizás su mirada inexpresiva y fría, la que me hizo caer llena de curiosidad en ese remolino de lóbregas aguas que vertiginosas giran, atrapan y conducen a lo profundo del abismo.

Sus manos no tenían el tamaño ni la forma que me encanta, pero eran el crisol en el que se funde lo místico y pagano; sus caricias condenaban mi piel a los infiernos y al mismo tiempo la salvaban llevándola a la gloria. El calor de esas manos ultrajó mi cuerpo las mismas veces que lo honró, aún así confusa volví una y otra vez en busca de sus caricias.


Su boca poco sonreía y a mí, me seducen las sonrisas amplias. No reía pero cuando lo hacía me llenaba el alma de alegría; no sonreía, pero sus labios poseían la exquisita dulzura de una miel que no empalaga e instiga a seguir bebiéndola y yo, hambrienta no supe detener los pasos que me llevaron tantas veces en busca de sus besos.

No tenía nada de lo que me gusta pero... Así lo amé con toda el alma.