Con la adolescencia vino una nueva etapa en mi vida tanto
personal como escolarmente, en ese momento empecé a sentirme mayor y supuse que
ya podía hacer todas esas cosas que antes no se me permitían; algunas tan
simples como elegir mi forma de vestir o peinarme otras no tan simples como
tomar algunas decisiones o poder salir con mis amigas.
Pero esta etapa comenzó muy mal, de entrada y sin
entender mi madre me prohibió más cosas que antes, empezando con salir a jugar
con mis hermanos al patio y pasar largo tiempo con ellos La pregunta obligada
fue: ¿Qué demonios pasa? Mi madre siempre tuvo especial cuidado en que "su
niña" nunca estuviera cerca de
personas del sexo masculino y eso hoy lo entiendo, pero lo que nunca entendí es
porque de pronto me separaba de mis hermanos si siempre había pasado largas
horas perdida en el patio con ellos. ¿Qué pasaba por la cabeza de mi madre? nunca
lo sabré, lo que si se es que esto despertó mucha rebeldía en mi. Jamás me
pareció normal ese temor tan grande que ella sentía, ante la presencia de
hombres cerca de mi.
La secundaria la estudie en dos colegios diferentes, los
dos de educación laica, y debo confesar que esto me encanto, ya que estaba un
poco cansada de la religiosa en la que estuve antes y del exceso de religión
que se comía, desayunaba y cenaba en casa.
El primer colegio era femenino y en el cursé el primer
grado y la mitad del segundo grado, no terminé el curso porque hice una "pequeña"
travesura, junto con otras compañeras robamos los exámenes semestrales de la
dirección y, claro, nos descubrieron. El castigo sería una suspensión de varios
días y llevar a nuestros padres a la escuela. Por supuesto yo quise verme muy
lista, llegue a casa y le dije a mi padre que ya no quería estudiar, creí que
de esta manera me evitaría un fuerte castigo. Mi padre que de tonto no tenía un
pelo, me dijo con voz calmada, que le parecía perfecto, que en ese momento mi
madre no tenia empleada doméstica, por lo que yo le ayudaría... ¿ayudarla? si,
aja! me pase cerca de siete meses haciendo de sirvienta en casa, al final y
como siempre me hicieron ver que ellos eran mucho más listos que yo.
Cuando se acercaba la fecha para iniciar el nuevo curso
escolar, le dije a mi padre que quería estudiar nuevamente y que cerca de casa
habían puesto un colegio, él accedió aunque no estaba muy convencido de
inscribirme en ese colegio, porque era mixto aunque al final acepto.
Estar en colegio mixto era para mí toda una novedad
parecía el inicio de una gran aventura y sin embargo a pesar de todos los
buenos momentos el final no fue el mejor, faltando seis meses para terminar el
tercer grado y concluir la secundaria me
expulsaron por organizar una posada extraescolar en mi casa; para que comprendan un poco mejor
debo decir que en Diciembre por alguna razón que no recuerdo, la subdirectora
del colegio castigó al grupo, el castigo era no tener posada en la escuela,
pero... nuevamente supuse que era muy lista y organice la fiesta en casa. Desde
entonces y hasta hoy sigo pensando que fue injusto que me expulsaran, a fin de
cuentas lo que hiciera fuera del colegio no era asunto de la subdirectora, aún
así mis padres estuvieron de acuerdo y no dijeron nada.
Esa fue la última vez que asistí al colegio en toda mi
vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario