Imagen tomada de Internet. |
En aquellos ojos corroídos por el salitre de las lagrimas, aún se hallaba diáfana la imagen del ser amado en las pupilas.
El corazón se desangra aunque la daga ha encarnado y la mente se atormenta buscando el olvido que no llega y mata.
El alma es golpeada, torturada una y otra vez sin parar por un tatuaje en la mirada, un recuerdo en la cabeza y un herido corazón. 3/4/2019
María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez.
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