Llega el momento en el que hay que darse por vencido, rendirse ante la indiferencia y dejarse engullir por el olvido aunque la sangre corra caliente por las venas y en el pecho se arremolinen los sentimientos.
A veces, -y conste que digo a veces- hay que aceptar la derrota ante un amor que se niega a darse bilateral, espontáneo y completo, aunque se tenga la ilusión acariciando el alma y el deseo a flor de piel.
Un día cualquiera hay que abrazar al fracaso, dar la espalda al sueño y perderse por las calles de la ciudad con los ojos mirando al futuro. 24/4/2019
María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez.
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