Lo mismo estaba pasando con Anthony, no paraba de
recordarla, deseaba con ansias que llegara la tarde para ir a su encuentro,
ésta vez no habría excusas, nada impediría que le robara un beso.
Llegada la hora y como si sus ganas de volver a verse
estuvieran perfectamente sincronizadas, abrieron la puerta de sus casas y,
salieron al mismo tiempo para reencontrarse en el lugar de siempre, (aquél
jardín del parque) caminaron lento procurando controlar sus pies que querían
correr. Esta vez los dos estuvieron puntuales, ninguno tuvo que esperar por el
otro ni un segundo. Por increíble que
parezca ambos iban con la misma intención, entregar la sensibilidad en un beso.
Cuando estuvieron uno frente al otro, no hicieron falta
las palabras, se miraron a los ojos y, con miradas expresaron su deseo. Se tomaron de las
manos acercándose lento el uno al otro hasta unir sus labios en un menudo y
delicado beso. Patsy retrocedió avergonzada y emocionada, mientras Anthony
trato de retenerla, en un intento por alargar el momento y deleitarse de lleno
con sus labios tiernos e inexpertos.
La chiquilla, sentía su corazón latir muy fuerte, la
emoción la hacía temblar, no comprendía bien que estaba sucediendo pero hasta
ahora era la sensación más hermosa que jamás había experimentado en la vida;
quería mas de esos labios pero su timidez le impedía expresar su deseo.
En ningún momento se soltaron las manos, se sentaron en
el mismo lugar que ya parecía estar reservado para ellos y hasta tener sus
nombres. Comenzaron a platicar las tonterías de siempre, a reír y jugar
olvidándose del tiempo y todo lo que los rodeaba, incluyendo la gente que
curiosa pasaba por ahí mirándoles de manera extraña.
Hubo un momento en que los dos -ya recostados en el
césped- mirando al cielo se quedaron en silencio; Anthony se giro, recargo su
cuerpo sobre su codo, la miró por un momento, se inclino hacia ella y sin más, murmuro a su oído
> ¿quieres ser mi novia?
Ella no dijo nada, ni siquiera se movió, siguió mirando
al cielo, como si no hubiera escuchado la pregunta o como si estuviera pensando
la respuesta. Y de pronto, dando un grito se volvió hacia él, le dio un beso y
dijo en voz alta
< ¡sí! sí quiero ser tu novia.
En ese momento pareció como si su entorno se hubiera
iluminado con una luz mágica que avivó los colores y encendió la fantasía. El amor había llegado a los dos,
y a partir de ese momento fue como si se volvieran uno...
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