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Y es aquí donde nacen la realidad y las fantasías de Patsy...
Era una niña linda, su cuerpo ya tenía curvas y formas de
mujer, aunque en el fondo era apenas una niña, contaba con tan solo doce años; a
esta edad la vida es maravillosa y ella como toda adolescente estaba llena de
ilusiones y hambre de comerse el mundo entero de un solo bocado.
Para ella la vida era color pastel, iniciaba el camino
enfrentándolo con su carita tierna, adornada
por esa enorme e incansable sonrisa. Avanzando de prisa y sin pausa, mirando el mundo con esos ojos grandes color
café que ostentaban una chispa de ingenuidad y picardía, sin dejar escapar
detalle alguno.
La curiosidad superlativa que la regía, la llevaba a
involucrarse en situaciones embarazosas de las que la mayoría de las veces
salía bien librada con increíble facilidad, aunque tendría que llegar el día en
el que la suerte terminaría abandonándola.
Una tarde de Abril, estando sentada en el césped mirando
la nada, sus ojos se encontraron con la mirada curiosa de un chico algo mayor
que ella, el hombre la impresionó con su
varonil hermosura; de inmediato, despertaron en su estómago miles de mariposas,
ante su ruidoso aleteo, y sin saber qué hacer, Patsy solo atinó a esbozar una
enorme sonrisa al tiempo que sus mejillas se iluminaban con un poco de rubor
que la hizo ver aún más hermosa.
El calor en su rostro y la humedad de sus manos la
hicieron reaccionar, un minuto mirándolo
pareció haber sido una eternidad,
avergonzada bajó la mirada, creyendo que de esta manera él no se daría cuenta
del impacto que su presencia le causó; intento
saber que era esa extraña sensación desconocida para ella y, que por primera
vez la invadía.
Anthony era nuevo en el barrio, llevaba tan solo unos
días viviendo allí, a diferencia de Patsy, que había vivido allí desde que
nació. El era un chico de dieciocho años muy atractivo, alto y delgado, su cara
tenía rasgos muy finos, sus labios eran
carnosos y al sonreír dejaban al descubierto la blancura
y perfección de sus dientes, sus ojos eran negros de mirar sereno y profundo, y
su cabello negro, largo y ondeado, enmarcaba su rostro resaltando aún más su
hermosura.
Patsy solía ser una niña que se tomaba la vida y la
escuela con muy poca seriedad, a diferencia de Anthony que era muy serio, responsable y entregado a sus estudios, por lo que pasaba la mayor parte de su tiempo
con la cabeza metida entre libros sin salir de casa, motivo por el cual ella
nunca lo había visto a pesar de que ella pasaba las tardes tirada en el prado
planeando su nueva a ventura o soñando con eso llamado amor del que todos tanto
hablaban...
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