Mi padre solía decir "hijos chicos
problemas chicos, hijos grandes problemas grandes" y estaba descubriendo
que era verdad, entre más crecían más complicaciones se presentaban.
Se va haciendo imposible mantenerlos en una
cuna o un cuarto entretenidos, conforme van pasando los días van siendo un poco
más independientes, más inquietos, y más traviesos. La curiosidad propia de su
edad los hace ir descubriendo el mundo que los rodea y aprenden a manipularlo a
su antojo aunque esto los lleve a buscarse problemas y dárselos a los padres.
Coco desde que empezó a caminar dejó ver que
era un niño extremadamente inquieto y curioso, a cada rato se accidentaba,
tanto que terminé siendo cliente frecuente de la cruz verde de las águilas en
Guadalajara, cada vez que llegaba la recepcionista me preguntaba, ¿Y ahora que
le pasó al güero? lo que tenía de sano lo tenía de accidentado. varias veces
tuve que salir corriendo porque él estaba sangrando por una cortada o porque se
había descalabrado la cabeza, todo lo que no les pasó a los demás le paso a él.
No era raro verlo trepar por una reja o descolgarse por la terraza de la planta
alta o incluso usar los cajones de una cómoda como escalera. Lo extraño era
verlo quieto con un dedo empujando su ceja con la mirada clavada en la nada,
aunque también eso era de cuidado, aún cuando parecía estar perdido en la nada,
estaba pendiente de todo y escuchando con atención lo que se hablaba a su
alrededor, creo que en esos momentos era cuando preparaba y planeaba sus
diabluras. De Coco tengo muchas anécdotas era muy ocurrente y a su alrededor
siempre había mucha acción.
Israel y él siempre estaban juntos, y aunque
Isra era mucho más tranquilo no había manera de que se salvara de estar
incluido en las vagancias que Coco hacía.
En una ocasión Israel terminó con una herida grande en la pierna, cuando
jugaban, hasta hoy no sé bien de quien fue la idea de romper con los pies el
cristal de un auto viejo que estaba abandonado en el taller de su papá, lo
cierto es que Isra acabo lastimado, ellos para evitar que el regaño inventaron
que se había caído en los carrizos que había fuera de casa y que con eso se
había cortado, yo a decir verdad lo creí porque en alguna ocasión me había
cortado con uno. Tiempo después supe que en realidad se había lastimado al
romper el cristal de aquel auto. Solo Dios sabe cuántas cosas me ocultaron y
jamás me enteré de lo que realmente paso, no hay manera de tener tantos ojos ni
tanta intuición para enterarte de todo.
En
ocasiones después de una buena reprimenda por sus travesuras, recordaba las que
yo había hecho de pequeña y pensaba en lo afortunada que fui al no salir
lastimada a consecuencia de alguna tontería hecha por Roberto y por mí, como la
vez que entre los dos tiramos una vieja barda que había al fondo de la casa de
mis padres.
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