He conocido buenos vendedores de ilusiones, el mundo está
lleno de ellos; se les encuentra en cada esquina y a la vista de cualquiera. No
necesitan ocultarse, ¿para qué? ellos pasean libres y van ufanándose de su don a
cada paso que dan.
Los vendedores de quimeras van pregonando sus grandes sueños
en oferta, traen los bolsillos repletos de anhelos; los hay en todas las
medidas y todos los colores, falsos y reales, inalcanzables y hasta mágicos.
Los traen al mayoreo y al menudeo.
He conocido excelentes comerciantes, pero usted, al final
resultó ser el mejor vendedor, me vendió un sueño fantástico a base de mentiras,
y yo, confiada, se lo pagué con el amor más grande que en su vida ha tenido.
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