Ella escribía para un solo hombre. Lo hacía con la esperanza
de que él la leyera, y se enamorara de los sentimientos que con palabras
mostraba; escribía día y noche diciéndole cuanto le amaba, pero él... Nunca la
leyó.
Arrojó sus mensajes al océano deseando que las olas, los
llevasen a la orilla en la que él se encontraba; y sus letras cual canto de
sirena, cautivaron y enamoraron a otros marineros navegando el mismo mar, pero
él... Los mensajes no recibió.
Y entre escribir y borrar, entre tejer y destejer con letras
sus anhelos y decepciones, se le fueron yendo los días hasta que, sin darse
cuenta terminó siendo una "Penélope" más, que se sentó a esperar el
amor de su bien amado, pero él... Nunca la amó.
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