– El vino es peligroso.
Dijo mirando su copa vacía, después de beber el último trago
que en ella quedaba; se secó los labios y siguió pensando en voz alta...
– El vino, saca a pasear a los demonios del recuerdo, y lo
hace para que éstos, liberen al amor que la razón mantiene preso en la mazmorra
del corazón.
Levantó su copa, pidiendo que ésta fuera colmada; su mano
temblorosa, apenas si podía sostener la copa vacía, pero, quería seguir
bebiendo y hablando consigo mismo...
– Sí amigo, el vino es azaroso... Pero los sentimientos y
los recuerdos, cuando andan sueltos, lo son más aún; ellos envenenan, se
vuelven asesinos crueles y despiadados que te arrancan el sosiego.
Sus ojos rojos se fueron cerrando, y su cabeza cediendo
hasta quedar sobre la mesa, y antes de quedarse dormido, apenas murmurando
alcanzó a decir:
– El vino y los recuerdos de un amor imposible, son mala
combinación; te sueltan la lengua y te abren el corazón.
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