Es triste darse cuenta que hay personas que se divierten con
los sentimientos de quienes los rodean o tienen la mala suerte de quererles. He
conocido algunos espectadores de esos que se sientan cómodamente a ver los
sentimientos ajenos cual si fueran una divertida comedia, se burlan y se ríen
con silenciosas carcajadas de las muestras de amor que reciben. Entonces viene
la pregunta obligada: ¿realmente son felices? O es que ocultan el miedo a ser
protagonistas tras el papel de espectadores.
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