Después del
cataclismo en su vida... tinieblas y aterradora desolación; días interminables, húmedo, salados de luz a
luz. Siete lunas de soledad pasaron, siete lunas de frustración y rebeldía hacia la vida, la suerte y hasta contra
Dios...
El dolor no pasa,
cada día se entiende menos ¿qué fue lo
que pasó? ¿porqué se dieron las cosas de esa manera? en la cabeza se vuelven insistentes
las mismas preguntas, pero no hay
respuestas, sólo tormento, sólo ganas de dormir hasta que el dolor haya pasado
o el olvido haya llegado, pero el insomnio le hizo presa de sus garras,
imposible dormir, imposible no despertar.
La vida sigue su
curso, no hay nada que la detenga, el corazón sigue latiendo y cada respiración recuerda que el cuerpo sigue vivo; sigue en
este mundo y en su momento no hubo nada
que pudiera hacer para cambiarlo. El
tiempo parecía hacerse eterno confabulándose
con la ausencia y el abandono, hiriéndole a cada segundo el corazón, haciéndolo sangrar a borbotones, pero ni así encontró la
muerte.
Una vez más la vida
le ponía a prueba y la obligaba a ser fuerte, nuevamente la esfera perfecta y cómoda se rompió, otra vez
a flotar en medio de la nada, otra vez en caída libre y sin red que la detuviera, pero, ¿quién dijo que quería ser
fuerte? ¿quién dijo que era capaz de pasar semejante prueba por segunda vez? No
hay respuesta, no sabe si la haya... sólo hay silencio.
Y como siempre, como
cada vez que el mundo parece caerse a pedazos, no quedó más remedio que
desempolvar aquel horrible vestido que
permanecía olvidado en la maleta de lo que no sirve, de lo que estorba, de lo
que se guarda más por obligación que por
gusto; y volvió a vestirse de
resignación, de conformismo disfrazado de sonrisas.
La gente alrededor no
entiende, no sabe. -Sólo juzga- no saben lo que se hace para protegerse de la vida que irónica juega y se ríe. Se
defendió como pudo, como dios le dio a
entender que debía hacerlo. La gente... ella que diga y piense lo que quiera,
que al final es como decía mi padre: "Nadie sabe lo que trae el morral,
sólo el que lo trae cargando"
Llegó el invierno
frío, pero no eran las temperaturas de la estación las que congelaban el alma y
hasta los huesos, eran la pérdida y la soledad, era la ausencia de aceptación y
olvido; pero el corazón se niega a dejar de latir, se resiste a quedar sin
vida.
Diciembre con sus
colores y sus festejos (que hoy parecen
absurdos y molestos) anuncia el fin y el inicio de un año más pero a diferencia de otros, no hay propósitos, no
hay sueños, no hay ganas de seguir adelante, una parte de ella está gangrenada, está mutilada en medio de
una soledad que no llena nadie, ni los hijos ni los amigos, ellos ocupan otra
parte del corazón, pero no lo llenan todo, ellos son incapaces de traer de
regreso la alegría íntegra de días de antaño.
Es Enero... La
frialdad del ambiente hace tiritar el cuerpo, las manos tiemblan; tengo frío
-se dijo a sí misma- ¿Qué sigue ahora? el futuro parece incierto -siempre lo
es- pero en ese momento parecía ser aún más dudoso que en otros tiempos.
La luna sigue al sol
y el sol a la luna en cíclica y pesada danza interminable; La monotonía en
escala de grises pinta el panorama, el tic tac del reloj se torna cansado y
aburrido, agranda la impaciencia y el deseo de un final que no llega y que se niega
a traer consuelo.
Así como en Enero
comienza un nuevo ciclo, también en Enero para ella llegó un nuevo comienzo. A
lo lejos se encendió una pequeña luz, que al pasar los días se fue acercando y
haciendo más intensa, una luz tan
brillante, que impedía mantener los ojos abierto cuando se intentaba mirar.
¿Acaso la vida le regala un nuevo sol a su vida? ¿un sol que le devolvía la luz
y el calor que tanto necesita para poder seguir? La vida le ha robado tanto...
quizá había llegado la hora de retribuirle con un sólo regalo, parte de todo lo
que la había despojado en el pasado.
Una ilusión llamó a
su puerta sin previo aviso, el color de sus mejillas y el brillo en sus ojos
volvió. Y volvió a sonreír. El milagro del amor se dio una mañana fría de aquel
primer mes del año, para ella, la primavera por primera vez en su vida iniciaba
en Enero. No más grises pintando el panorama, hoy los colores regresan más
brillantes que nunca. Hoy la vida se hizo un arco iris.
El amor salió de
entre la gente con sonrisa tímida y ojos café, su presencia minimizó la majestuosa arquitectura del lugar. Tenerle frente a
ella, así tan cerca y al alcance de sus manos le llenó de felicidad. El alma
sintió reconocerlo de inmediato, cómo si le conociera de siempre, como si en
otra vida lo hubiera amado intensamente.
La magia no se hizo
esperar, no hizo falta más que una mirada para que el sortilegio se apoderara de su
ser, haciéndole entregarse en sus brazos. Renacer en un abrazo es privilegio de
pocos y ella, regresó de las sombras entre aquellos brazos, que fuertes y
cálidos parecían una promesa de amor eterno.
Y siguió persiguiendo
la luna al sol en recurrente y alegre danza interminable. La vida y las ganas
de vivir regresaron, ya no se siente soledad y desesperación, el amor trajo
consigo el bendito consuelo.
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