Terminó lo más rápido posible en la cocina, dispuso la
mesa de manera que cada uno tuviera un lugar en ella. Echó un último vistazo,
no faltaba nada.
¡Por dios, es tardísimo! -pensó al ver la hora en el
reloj- Apenas tenía para una ducha rápida y arreglarse a toda prisa. Esteban no
tardaría en llegar, era un hombre muy puntual.
Él llegó con un hermoso ramo de rosas blancas que
despedían un exquisito aroma que tenuemente perfumó el ambiente. Pat
sorprendida y llena de emoción -como si fuera la primera vez que alguien
tuviera el lindo detalle de regalarle flores- las tomó entre sus manos
llevándolas hacia su pecho, mientras que en muestra de agradecimiento le
obsequió una gran sonrisa y un tierno beso en la mejilla al apuesto galán.
Sin tanto preámbulo ni formalidad se condujo al hombre al
el comedor, La mesa cubierta con un mantel inmaculadamente blanco sobre el cual
estaban acomodados finamente los lugares para cada miembro de la familia y el
invitado. Al centro un diminuto florero, -con unas cuantas flores cortadas del jardín-
una charola de pan y una jarra de espumoso y humeante chocolate.
El desayuno fue todo un éxito, la madre de Pat, cocinaba
delicioso y sus guisos siempre recibían muchos halagos por parte de los
comensales; el sazón de ella era la envidia de la tía amargada de la familia,
que no dejaba pasar oportunidad para criticarlos.
Después del desayuno pasaron a la sala donde Don
Guillermo, tuvo un buen rato para conversar con Esteban, mientras Pat ayudaba a
su madre a levantar la mesa y lavar los platos -cosa que no hacía nada feliz a
la chiquilla consentida-
Era domingo y la familia tenía la costumbre de asistir a
misa después del desayuno, por lo que el padre de Pat, se dirigió a Esteban
para invitarlo a acompañarlos a la iglesia, él sin pensarlo asintió. Nadie
preguntó si él era creyente o si tenía por costumbre asistir a la iglesia, lo
cierto es que acompañó a la familia sin poner ninguna resistencia no hacer
comentario alguno. -quizá solo fue sin protestar para quedar bien con los
padres de ella-
Patsy a pesar de su corta edad, no estaba muy de acuerdo
con los asuntos religiosos, a pesar de haber asistido siempre a un colegio de
monjas. Ella sobre llevaba este aspecto con paciencia para no contradecir a sus
padres ni tener problemas.
Después de misa, Esteban pidió permiso para llevar a
pasear a Pat, prometiendo llevarla de regreso a casa antes de las seis de la
tarde. Para sorpresa de ella, sus padres no pusieron ninguna objeción. Así pues
la pareja tomada de la mano se alejó.
El día estaba frío pero aún así se prestaba para pasear
por la ciudad sin rumbo fijo. Hicieron un recorrido algo apresurado por los
sitios de interés de la hermosa ciudad, aunque ella ya conocía todos esos lugares,
por primera vez notó lo hermosos e interesantes que eran. -Llama la atención
darse cuenta de que cuando pasas con tanta frecuencia por ciertos lugares,
dejas de apreciar su belleza y les restas importancia-
Parados frente a la catedral, Esteban miró a los ojos a
la pequeña, le tomó las manos y le dijo con toda seriedad
- Aquí nos vamos a casar algún día-
Pat no dijo nada, se quedó mirándolo al tiempo que
trataba de comprender y asimilar bien aquellas palabras...
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