Aquél lugar seguía guardando la magia y los recuerdos de
los momentos pasados con Anthony, era
como algo sagrado y estar ahí con alguien más era como profanarlo, al menos así
lo sentía Pat.
Siguieron su camino por las calles empedradas y sitiadas
por árboles frondosos rodeados de césped y flores en sus bases, aquel camino
parecía como sacado de un cuento de hadas fabuloso construido para enamorados.
Por un largo rato caminaron sin rumbo hablando de mil
tonterías y riendo a carcajadas, era increíble la facilidad con la que Pat
conseguía sacarle las sonrisas a este hombre que parecía tan serio e incapaz de
reír hasta las lagrimas, sin embargo ella parecía enseñarle a ser feliz.
Sus pasos terminaron justo en el mismo lugar donde
iniciaran el paseo, o sea la casa de Pat. Parados frente a la puerta la plática
continúo por al menos media hora más antes que decidieran entrar.
Se había marchado la tarde -qué rápido parece correr el
tiempo cuando se está con esa persona que nos hace sentir tan especiales-
Esteban decidió que era hora de marcharse, tomó la mano de Pat entre las suyas
se despidió prometiéndole regresar al día siguiente por la mañana para
desayunar con ella y la familia.
Apenas cerró la puerta tras él, ella se puso a brincar de
la emoción, estaba tan feliz que no pudo contenerse, seguramente Esteban había
alcanzado a escuchar los gritos y los saltos, pero ella eso no le importó, de
algún modo debía sacar toda esa agitación que le oprimía el pecho.
Necesitaba disfrutar recordando cada mirada, cada roce y
cada palabra que se había dado durante la tarde por lo que se retiró a su
habitación y recostada sobre la cama se perdió en sus pensamientos. No podía
creer que aquel hombre tan guapo, tan diferente y que era muchos años mayor se
hubiera fijado en ella.
Pat despertó al alba el clima había cambiado y se sentía
un poco de frío por lo que ella después de mirar el reloj se acomodó nuevamente
entre las cobijas para disfrutar un poco más de la calidez y comodidad de su
cama, había tiempo suficiente antes de tener que levantarse para hacer los
preparativos para la llegada de Esteban.
Estaba con los ojos cerrados tratando de visualizar aquel
hombre tan atractivo, cuando su madre entró en su habitación para pedirle que fuera
a ayudarla con el desayuno, al verse interrumpida golpeó con sus manos la cama,
hizo una pequeña rabieta y se incorporó lentamente pretendiendo revelarse antes
aquel atrevimiento de su madre, y sabiendo que por más berrinches que hiciera
no tenía más remedio que dirigirse a la cocina, se apresuró para terminar con
aquella tarea que le resultaba tan desagradable, puesto que a ella desde aquel
entonces la cocina le resultaba la faena más detestable que podía existir.
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