Aquí me tiene usted tratando
de conquistar su fotografía; imaginando que me mira, le coqueteo y le guiño el
ojo en un intento descabellado por ver cómo es que su semblante se sonroja -Le
he visto avergonzado un par de veces- y
es que se ve tan guapo con su carita ruborizada, parece un niño travieso,
ingenuo y tierno.
Usted me ha hecho
perder la razón, al grado de pasar horas enteras hablando con su retrato como
si en verdad me escuchara; Le cuento las cosas simples de mi día, le hablo de
mis deseos, de mi inquietud, y de mis miedos. Le expongo mis quejas tontas, le
hablo de lo rebelde de mi cabello ó que se me ha quebrado una uña... y a ratos
hasta me parece que usted se ríe de mis locuras. Aún así le dedico hasta mi
canto.
Ha llegado a tal
extremo la locura y el delirio que usted me provoca, que aquí me tiene intentando
hacerle el amor a su fotografía, imagino entre mis manos su cara, y le beso con
dulces y apasionados besos los ojos y los labios; le susurro al oído cuanto es
que lo amo y lo mucho que lo extraño. Y creo, en medio de mi demencia , que
todo esto que hago lo siente usted en la distancia.
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