Para esa ocasión él tenía preparado un hermoso y valioso
anillo de compromiso, un enorme pastel y un gigantesco ramo de rosas rojas para la chiquilla que sin
querer había puesto su mundo de cabeza, supuso que eso y unas palabras dichas
con el corazón en la mano terminarían convenciéndola de que él era el hombre
que la haría feliz -Pobre infeliz- no imaginaba que ella en el fondo era mucho
más dura de lo que podía ser una pequeña de esa edad, y no es que fuera mala,
simplemente aún recordaba y esperaba que Anthony volviera a decirle lo mucho
que la había extrañado y que aún la seguía amando.
Después de aquel día Humberto no volvió, se alejo por
completo.
Alguna que otra vez ambos coincidieron en los sitios a
los que los padres de Pat acostumbraban asistir y a los que solían llevar a
Patsy pero, Humberto jamás volvió ni siquiera a mirarla, mucho menos a cruzar
palabra con ella a pesar de que en el fondo de su corazón, deseaba abrazarla y
volver a intentar tocar su alma.
El mundo siguió girando y el destino siguió tejiendo
nuevas historias en la vida de Pat, poco a poco aquel hombre fue convirtiéndose
en un recuerdo borroso y en uno más de los desafortunados que creyeron que
alcanzar a la pequeña era tarea fácil de lograr.
Pasaron los días y meses, llegó la primavera y después el
verano. Patsy cada día estaba más linda, a pesar de que ahora su mirada siempre
mostraba un dejo de tristeza y el brillo de sus ojos era opacado por la sombra
de un amor que no pudo ser.
Aquel verano la familia hizo un viaje a la las playa para
vacacionar, todo prometía que aquellos días que pasarían en aquel lugar cerca
del mar iban a ser estupendos.
Era viernes, el día transcurría relajado y tranquilo, el
sol brillaba con todo su esplendor y Pat no se había cansado de correr a la orilla
del mar permitiendo que las olas bañaran
sus pies, parecía tan feliz riendo a carcajadas, aunque solo ella sabía lo que
llevaba dentro, solo ella conocía el torbellino que giraba en su cerebro.
Por la tarde Pat, su padre y hermanos decidieron ir a
caminar al muelle, aquél día la vida
tenía preparada una sorpresa para Patsy. No había pasado mucho tiempo de haber
llegado cuando un buque patrulla de la secretaria de la marina se disponía a atracar
en el muelle, esto a la chiquilla no le llamaba la atención, pero a su padre y
hermano mayor pareció haberles interesado ver la forma en que acomodaban y
aseguraban aquella nave.
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