Cuando se despidieron, el capitán les hizo saber que el
buque partiría esa misma tarde por lo que no volverían a verse, al menos en esa
ocasión.
Esa tarde después de comer Patsy y su hermano menor
aburridos y sin tener que hacer se
dirigieron al muelle, donde para su sorpresa aún se encontraba el buque, por
alguna razón no había zarpado, pero esto
a decir verdad no era algo que tuviera importancia para ninguno de los dos
chicos, ellos solo se sentaron y se dedicaron a observar el mar inmenso y
apacible mientras hablaban y jugueteaban,
los cálidos rayos del sol les acariciaba
la piel y la brisa enredaba sus
cabellos.
No había transcurrido mucho tiempo cuando un hombre
vestido impecablemente de blanco se acerco a ellos sentándose junto a Pat, se trataba nada menos que de
Esteban el capitán del barco. Después de un saludo demasiado rebuscado y cortés
para el gusto de Patsy comenzó a tratar de charlas con los adolescentes; al
principio la plática resulto bastante aburrida, hasta que en algún momento ella
prestó atención a los ojos de aquel hombre. Sin duda ella le pintaba la mirada
de un hermoso color ilusión que logró inquietarla invitándola a iniciar con el juego de la persuasión, ese que a pesar de su corta edad ella había aprendido
a manejar con gracia y habilidad.
A partir de ese momento ambos traspasaron la puerta
mágica que lo introdujo en un extraño pero maravilloso paraíso hasta que una
voz lejana llamando a Patsy los hizo regresar súbitamente a la realidad, el
tiempo se había ido de prisa sin que se dieran cuenta, el día se había vestido
de oscuridad y las estrellas empezaban a encenderse.
Bruscamente los dos se pusieron de pie uno al lado del
otro mostrando cierto nerviosismo, como si hubieran estado jugando un juego prohibido.
Esteban tomó la mano de Pat con mucha suavidad y poso sus labios en ella, acto
que la dejó completamente desconcertada, era la primera vez que alguien se
permitía hacerlo.
¿Podré escribirte? Pregunto Esteban, Patsy asintió con la
cabeza al tiempo que soltaba la mano que la sostenía y se alejó a toda prisa
con la intención de que su padre no se diera cuenta de que había estado todo
ese tiempo con aquel hombre.
-Robert, papá no debe saber que estuve platicando con el
capitán o me dará una reprimenda. ¡Júralo!-
El padre de Pat había visto desde lejos la escena pero no
dijo nada, fingió no haber visto nada.
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