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Fue un sueño absurdo;
nos vi de la mano dejando
nuestras huellas sobre la arena
sentí la brisa del mar humedeciendo mi piel
y alborotando mi cabellera.
En la lejanía podía escucharse el canto
de las sirenas, perdiéndose con el rugir de las olas
mientras que el mar nos obsequiaba una hermosa
caracola, dejándola a nuestros pies.
La tarde anunciando el ocaso se engalanó
de tonos rojos y
naranjas que invitaban al amor,
y juro que pude ver como el sol se ocultaba en tu mirada,
y juro que tus labios me dijeron mil y un te amo…
Fue un sueño ilógico,
Me vi caminando por la playa de tu mano,
Y al despertar comprendí que no se puede
caminar a la orilla del mar,
de la mano de un muerto.
María Del Pilar Sánchez Padilla Sánchez.
Querétaro, abril del 2018
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