Afuera llueve, estoy tirada en la cama mirando al techo
sintiendo la fría humedad que abraza mi cuerpo y lo único que se me ocurre es pensar en ti, tu recuerdo me acompaña en todo
momento, tu recuerdo es el aire que respiro.
El sonido del agua al caer despierta la imaginación y agudiza los sentidos, tu imagen
de pronto parece volverse real, casi puedo escuchar tu respiración, y hasta sentir el calor de tu cuerpo junto al mío.
Afuera llueve y el gris del día me invita extrañarte y a
tejer fantasías. Me estoy inventando un
futuro a tu lado. Intento adivinar cómo sería la vida contigo, cómo es
despertar en tus brazos después de una noche
de sueño compartido.
La luz de la mañana nos sorprende muy juntos, tan unidos que
pareciéramos un solo cuerpo que al abrir los ojos y encontrar nuestras miradas llenas de amor nos hace sonreír agradeciendo a la vida la bendición de
estar juntos.
"Buenos días amor" te diría cada mañana al tiempo que acerco mi mano y mis labios a tu
rostro para regalarte la primera caricia y el primer beso del día, y después acurrucarme en tus brazos por un momento antes
de levantarnos.
Imagino la cocina con olor a café, la mesa dispuesta para
dos, emanando aromas exquisitos que invitan a un festín delicioso en el que
participan los cinco sentidos y el amor.
La lluvia sigue cayendo, lavando el mundo allá afuera y dando vida a mis sueños. Con tristeza en la
puerta de nuestro hogar te abrazo muy fuerte y
te miro alejarte (es hora de trabajar) pero sé que volverás al
atardecer, sé que trabajarás con alegría sabiendo que te espero, sé que
regresarás ansioso y feliz por estar nuevamente a mi lado para amarnos
tiernamente o llenos de pasión.
Puedo verme con una taza de café en la mano siguiéndote con
los ojos llenos de admiración mientras trabajas en tu despacho o arreglas el jardín, me veo con la cabeza
recargada en tu pecho al ver la televisión, me veo acariciando con la mirada tu
hermosa desnudez mientras te bañas o te vistes.
El agua golpea mi ventana y su sonido me lleva a imaginarme
escuchando extasiada y con atención la
sabiduría que guardan tus palabras cuando hablas de lo que sabes y piensas. De
pronto me parece escuchar tu voz entrando por mis oídos y acariciándome el
alma.
Sigue lloviendo y resulta fascinante visualizar
un mundo para dos por el resto de la eternidad.