Hay cosas que no se
olvidan, cosas se quedan eternamente girando a nuestro alrededor, que penetran el
cerebro e infectan cada neuronas enfermando el cuerpo de un misterioso mal que
ataca al corazón con dolorosas punzadas.
Hay cosas que no se
olvidan, cosas que se vuelven perpetuos recuerdos inútiles y gastados,
pensamientos adictivos que se vuelven droga y engañoso placebo al mismo tiempo,
mientras nos revuelven las entrañas.
Hay cosas que no se
olvidan, momentos que enferman y curan, recuerdos que nos mantienen vivos, como
el recuerdo de un encuentro matutino en el que al juntar nuestras miradas,
llenó de pasión el aire haciendo arder al invierno.
México Oct./2017
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