Pienso… Estoy cansada de pensar, y el cerebro fatigado,
quiere rendirse, quiere suicidarse de una vez por todas, porque no le encuentra
el sentido a permanecer girando perdido en los mismos razonamientos absurdos e
ilógicos que no llevan a ningún lado.
Entonces, sin más, llega el día en que parece que respirar
estorba –Respirar duele- y el instinto de supervivencia me obliga a intentar adulterar
la realidad pintándola de esperanzas un tanto añejas, guardadas en viejos botes que amontone en
algún rincón por si se llegaban a necesitar.
Y llega el día en que quisiera ser otra mujer. Myriam, Rosa o Guadalupe; el nombre es lo de
menos, lo que realmente cuenta es que desearía simplemente ser otra mujer, con
una vida diferente, con otra suerte, con otros sueños y con otro amor -aunque
quizá no lo merezca.- Pero sé que lo merezco más que otras.
El amor se torna cada vez más ajeno y distante. El amor
resulta cada vez más quimérico e inalcanzable. El sentido de la vida se va
perdiendo y así sin darme cuenta se me van yendo los días, entre nostalgias,
lágrimas, anhelos y recuerdos.
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