sábado, 8 de abril de 2017

Tormenta.



– ¿Julián, ha visto las nubes? Se arremolinan negras en el cielo, han conseguido oscurecer aquella bóveda celeste que antes era de un tono de azul muy claro. Antes tenían el color de la esperanza, pero ahora... Se avecina la tormenta de la soledad y el olvido; habrá que poner a buen resguardo el corazón, de lo contrario, saldrá dañado y maltrecho, él ha sido siempre tan vulnerable mientras yo, intento forjarme de hierro en el afán de protegerlo.
Huele a salífera lluvia, a humedad salitrosa que corroe todo cuanto alcanza y toca. Huele a des-dicha y abandono. ¿Acaso no siente  en su boca el sabor picoso de la tristeza que se avecina? porque yo, ya tengo en la boca ese sabor acre y salado que en tiempos como este intoxica mi saliva. Siento como de a poco va carcomiendo el paladar hasta llegar al cerebro para drogar hasta dormir cada neurona que en él encuentre... ha de sumir al entendimiento en pesado letargo para neutralizarlo.
– ¿Julián, acaso no ve que se avecina el vendaval? No suelte mi mano porque presiento que ha de arrastrarme el viento. Por favor, cobíjeme entre sus brazos para no morir de frío en medio el  temporal.


México 8/4/2017

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