miércoles, 12 de agosto de 2015

Ocaso.



Tantas primaveras y veranos sin ti, sin saber que existías, y sin embargo me pase la vida esperando... siempre esperando; guardando lo mejor de mí, de mis sentimientos, mi pasión y mi alma, como si de alguna manera supiera que llegarías.

La espera inconsciente vestida de esperanzas, se consagró a bosquejar rostros tejer sueños y a bordar anhelos. De algún modo sabía que vendrías. No sabía cuándo, no sabía cómo ni de donde llegarías, sólo sabía que un día cualquiera surgirías de entre la gente.

 Te esperaba en primavera cuando la alegría y la energía desborda, pero llegaste en invierno cuando el frío cala, cuando el paisaje es gris y bajo la nieve la vida parece haber llegado a su fin. llegaste al ocaso de mi existir, cuando la luz se apaga, cuando los destellos rojos en el cielo anuncian la oscuridad, llegaste cuando ya no sobra tiempo.

Quiéreme hoy antes que el ultimo fulgor se extinga. Tómame ahora, aunque el rostro y el cuerpo luzcan arrugas y cicatrices -son los trofeos que le gane a la vida-. Ámame hoy, el amor no tiene pliegues; sigue joven, sigue fuerte, sigue intacto.

Ven, he dejado la puerta abierta, aún podemos amarnos en el ocaso de nuestras vidas. Ven que no me queda duda alguna que en otra vida Tú y Yo nos hemos amado, de otro modo no entiendo porque te he esperado tanto.

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