viernes, 10 de abril de 2015

Parte 13 Entre la realidad y las fantasías de Patsy

Puede parecer que el tiempo no avanza, pero lo cierto es que nada lo detiene y el tan deseado día por fin llegó. Aquel día Pat hecha un manojo de nervios desde muy temprano se probó toda la ropa del armario buscando qué ponerse e intentó con diferentes peinados, rizo sus pestañas y hasta uso un poco de color en sus labios, eso era algo raro en ella, hasta ahora nunca se había preocupado tanto por su apariencia, ella se sentía hermosa sin necesidad de arreglo alguno.
Aquella tarde de otoño aunque se sentía un poco de frío, parecía ideal para un reencuentro entre dos almas que habían estado intentando escribir un cuento hermoso metido en sobres durante un tiempo.
Durante la espera Patsy se puso frente al espejo, ensayo mil poses e intento encontrar las mejores palabras y tono de voz con el que pudiera impactarlo a la hora de saludar, definitivamente ahora sí que se le había perdido una neurona a la chiquilla.  
De pronto se escucho alguien llamando a la puerta ¡llegó! pensó Pat y corrió hacia la puerta, se detuvo, respiró profundamente antes de abrir procurando tranquilizarse para no parecer ansiosa, y al abrir la puerta dibujó en su rostro la que consideró  mejor sonrisa.
A simple vista se notaba la emoción que la invadía en aquel momento en tanto que Esteban se encontraba de lo más sereno, o al menos eso parecía. Por supuesto no podía ser de otro modo, a sus treinta años ya contaba con suficiente experiencia como para que le afectara visitar a una chica.
Con la formalidad que lo caracterizaba estrechó fuertemente la mano de Pat al tiempo que la acercaba a su boca para besarla
-buenas tardes princesa ¿se encuentra en casa tu padre?-
¿Mi padre? preguntó extrañada, estaba segura que él visitaba la casa únicamente para verla a ella -decepción total- Sin embargo ella asintió con la cabeza y sin palabras le invitó a pasar, le pidió que tomara asiento en el salón y se dirigió al dormitorio de su padre donde él cómodamente mantenía la nariz y la atención metidas en uno de los tantos libros gordos que acostumbraba leer por largas horas.
-Papá, Esteban quiere hablar contigo-
Después de un momento su padre con toda calma, su padre levantó la vista hacia ella, tomó el separador de su libro para marcar la página en la que estaba, cerró el libro, se incorporó de su sillón y se dirigió al salón donde Esteban aguardaba.

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