jueves, 8 de enero de 2015

Parte 4 entre la realidad y las fantasías de Patsy

Lo mismo estaba pasando con Anthony, no paraba de recordarla, deseaba con ansias que llegara la tarde para ir a su encuentro, ésta vez no habría excusas, nada impediría que le robara un beso.
Llegada la hora y como si sus ganas de volver a verse estuvieran perfectamente sincronizadas, abrieron la puerta de sus casas y, salieron al mismo tiempo para reencontrarse en el lugar de siempre, (aquél jardín del parque) caminaron lento procurando controlar sus pies que querían correr. Esta vez los dos estuvieron puntuales, ninguno tuvo que esperar por el otro ni un  segundo. Por increíble que parezca ambos iban con la misma intención, entregar la sensibilidad en un beso.
Cuando estuvieron uno frente al otro, no hicieron falta las palabras, se miraron a los ojos y, con  miradas expresaron su deseo. Se tomaron de las manos acercándose lento el uno al otro hasta unir sus labios en un menudo y delicado beso. Patsy retrocedió avergonzada y emocionada, mientras Anthony trato de retenerla, en un intento por alargar el momento y deleitarse de lleno con sus labios tiernos e inexpertos.
La chiquilla, sentía su corazón latir muy fuerte, la emoción la hacía temblar, no comprendía bien que estaba sucediendo pero hasta ahora era la sensación más hermosa que jamás había experimentado en la vida; quería mas de esos labios pero su timidez le impedía expresar su deseo.
En ningún momento se soltaron las manos, se sentaron en el mismo lugar que ya parecía estar reservado para ellos y hasta tener sus nombres. Comenzaron a platicar las tonterías de siempre, a reír y jugar olvidándose del tiempo y todo lo que los rodeaba, incluyendo la gente que curiosa pasaba por ahí mirándoles de manera extraña.
Hubo un momento en que los dos -ya recostados en el césped- mirando al cielo se quedaron en silencio; Anthony se giro, recargo su cuerpo sobre su codo, la miró por un momento, se inclino hacia ella  y sin más, murmuro a su oído
> ¿quieres ser mi novia?
Ella no dijo nada, ni siquiera se movió, siguió mirando al cielo, como si no hubiera escuchado la pregunta o como si estuviera pensando la respuesta. Y de pronto, dando un grito se volvió hacia él, le dio un beso y dijo en voz alta
< ¡sí! sí quiero ser tu novia.

En ese momento pareció como si su entorno se hubiera iluminado con una luz mágica que avivó los colores y encendió  la fantasía. El amor había llegado a los dos, y a partir de ese momento fue como si se volvieran uno... 

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