sábado, 3 de enero de 2015

2014, un año horrible.

Creo que me estoy haciendo vieja, está iniciando el 2015 y por primera vez en la vida me encuentro sentada haciendo un balance del año anterior, tratando de comprender todo lo bueno y lo malo que viví en él, queriendo saber que tanto me han afectado los sucesos vividos en esos 12 meses previos a este momento en el que a pesar de tener la protección, el apoyo y el cariño de mis hijos y nietos, sigo sintiéndome sola parada en medio de la nada. Y no es que sea mal agradecida ¡no! sé de sobra que soy afortunada, tengo mucho más de lo que otras personas tienen, pero algo en mi cerebro no está funcionando como debería hacerlo. Probablemente conforme de van a cumulando años a mi existencia empiezan a pesarme las experiencias malas que he vivido y que, quizá en realidad nunca he superado, porque aquellas heridas nunca logre sanarlas, simplemente las arroje en el mar del olvido, pensando que al sumergirse en el, desaparecerían para siempre al no pensar en ellas, pero, en realidad siempre siguieron vivas y sangrando, y hoy justo hoy me estoy dando cuenta de ello.
En Enero pasado, el inicio de un nuevo año parecía prometedor, estaba feliz parecía que no me faltaba nada, mis hijos habían pasado las fiestas navideñas y fin de año conmigo, estaban sanos, tenía una relación estable y maravillosa con mi pareja y con mis nietas Faby y Lore, que durante ese ciclo escolar estaban viviendo con nosotros alegrándonos la vida y brindando a Paco Q.E.P.D.  la oportunidad, de experimentar de cierta forma lo que era ser padre, ya que él nunca tuvo hijos. ¿Qué más se le puede pedir a la vida para ser feliz?
Febrero, Marzo y Abril transcurrieron aparentemente bien, y digo aparentemente porque de manera silenciosa la salud de Paco se iba desgastando cada día más.
Los sucesos de Mayo fueron lo que dieron un giro de 180 grados a mi vida, las cosas se fueron acomodando hasta terminar en la partida de Paco; él había enfermado de neumonía, esto aunado a las enfermedades que ya le aquejaban no le permitieron recuperar su salud y el 21 de Mayo se quedo dormido para no volver a despertar. Aún ahora después de 7 meses me parece increíble que ya no esté.
En los meses posteriores a su partida, los cambios vinieron uno tras otro, hasta traerme al sitio en el que hoy me encuentro. Otra casa, otra ciudad otras gentes... los mismos recuerdos y melancolías.

De esta forma transcurrió el 2014, con algunas alegrías opacadas por una enorme perdida. 
En resumen, un año horrible.

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