jueves, 3 de julio de 2014

Del cielo al infierno.



Se estaba cocinando una etapa fabulosa para mí, un ciclo cargado de experiencias fabulosas y de mucho amor.

En el 2001 conocí a un hombre por internet que sigilosamente se fue metiendo en mi mente y mi mundo hasta alojarse en mi corazón, cuando me di cuenta ya era parte de mi vida, a pesar de mis negativas y mis miedos el no ceso hasta conseguir su objetivo, tenerme en su casa, su cama y su vida; no paró hasta tenerme aferrada en su amor.

El único de mis hijos que desde el primer momento me estuvo de acuerdo con mi decisión de tomar esta nueva oportunidad que se me estaba brindando para rehacer mi vida y me apoyó en todo momento fue Coco; Israel aunque no dijo nada, era evidente que no estaba de acuerdo al igual que Jorge y Tony. Para nuestros hijos no somos mujeres que pensamos y sentimos, para ellos solo somos "mamás" y ellos creo que habrían preferido que me quedara arrumbada y sola en un rincón de mi casa esperando que les sobrara un momento para visitarme, lo que yo sintiera, pensara o deseara no importaba. Aún así me arriesgué a vivir esa aventura, tome mis maletas y me fui.

Un tiempo después en cuanto estuve segura de que estar con ese hombre era lo que quería, fui a Mérida y traje a Tony conmigo, su padre había quedado de mandar dinero para que él estudiara, cosa que nunca hizo, no mando un solo centavo en el tiempo que estuvo conmigo; Tony estaba enojado, no sé si porque su padre no cumplió con enviarle dinero o por el hecho de que yo viviera con Paco, lo cierto es que de una u otra forma hizo notar su inconformidad haciendo mil tonterías hasta que un día se regresó a Mérida donde estaba su padre, pero ni estando allá se ocupó Javier de él, en su lugar Coco fue quien se hizo cargo.

Mi tiempo con Paco no fue tan largo como hubiera querido, solo duró doce años, pero ese tiempo basto para conocer una forma muy diferente de vivir en pareja a la que había conocido con Javier.

De la misma manera en que llegó una nueva etapa se acabó, nuevamente estoy sola, no sé que esperar ahora.

Hoy comprendo que el destino no se cansa de jugar conmigo a su antojo, de pronto me impulsa tan alto que me lleva a tocar el cielo y de pronto me lanza con tal fuerza que me hace llegar al mismo infierno.

¿Hasta cuándo se va a cansar de jugar conmigo?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario