jueves, 27 de marzo de 2014

Empezando a pagar mis errores



Nuevamente el destino fue la ciudad de México. Una vez que llegamos nos instalamos en la casa de su padre, donde además vivía una de sus hermanas. Se nos asigno un pequeño cuarto que estaba por fuera de la casa en el segundo piso junto a la escalera de servicio que daba a la azotea. Desde el primer momento empecé a tener muchos conflictos con su hermana­­­, ella era una mujer de muy mal carácter y un tanto amargada mucho mayor que yo, a la que le obsesionaban la limpieza y el orden y que por lo visto no estaba para nada de acuerdo en que yo estuviera ahí por lo que se dedico a hacerme la vida imposible, al grado de que mientras ella estaba en casa yo no asomaba la nariz para nada, lo bueno es que ella trabajaba todo el día de lunes a viernes. Ahora que lo pienso creo que ella fue la primera elegida de Dios para que fuera el verdugo que ejecutaría el primer castigo por el daño que les hice a mis padres, y vaya que así fue; los tragos amargos y las lagrimas se hicieron cosa de todos los días, si no por una cosa por otra pero siempre se presentaba un problema por pequeño que fuera.

Recuerdo que en una ocasión fue de visita un viejo amigo de la familia, que a causa del alcohol había perdido todo; él era muy servicial, acomedido y buena gente y como al parecer no tenia donde quedarse paro en esa casa por unos días, la cosa es que un día me regalo un estuche de maquillaje que después resulto ser de mi cuñadita, ¡madre mía! ya sabrán en el lio en el que me metió, por más que le explique a ella que había sido Carlitos quien me lo había dado, ella se empeño en hacerme un escándalo por supuesto no iba a perder la oportunidad ¿no? y yo pobre tonta no hacía más que llorar. En otra ocasión, Javier acompaño a su hermano Ricardo, en un viaje de trabajo y me quedé en casa de su hermano con su esposa en tanto el regresaba, por alguna razón él se regreso antes que su hermano y cuando fue por mí, su cuñada lo enredó prometiéndole no decir nada de lo que dijera y él termino confesando que su hermano tenía otra mujer en aquella ciudad; días después su hermano vino y me grito cosas horribles, pues su esposa le había dicho que había sido yo quien le contó aquello de la otra mujer, yo esperaba que Javier aclarara las cosas diciendo que había sido él quien se lo contó, pero esto no sucedió. estas son solo dos de los sucesos que viví en aquellos tiempos, pero no fueron los únicos, hubo muchos más, la vida empezó a cobrar mis errores muy pronto, aunque esto apenas empezaba.

Casi de inmediato yo quedé embarazada, y lo que primero fue una noticia feliz se transformó en pesadilla cuando lo supo Don Luis (mi suegro) desde ese momento no paro de decir que ese niño que crecía en mi vientre no era de Javier, que yo ya venía embarazada y se lo estaba cargando a su hijo. Dios sabe que yo era virgen cuando me fui con él.

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